POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE)
En los pueblos y ciudades es frecuente acordarse de las grandes personalidades que en ella han nacido: escritores, pintores, grandes políticos, benefactores y jerarcas religiosos. De la memoria se borran los nombres de estafadores, criminales, ladrones y gente de mal vivir que, si bien son naturales del lugar y allí fueron recibidos a la vida, alcanzaron mala fama y se prefiere borrarlos de la memoria.
Este es el caso de Jesús Navarro Botella, joven torrevejense, de 23 años, que en 1905 atentó contra el rey de España Alfonso XIII durante una visita oficial al presidente de la República francesa, M. Loubet, que lo acompañaba en aquel momento.
En la noche del 31 de mayo, los dos mandatarios regresaban del Teatro de la Ópera de París cuando al pasar por el ángulo de la calle Rivolí con la de Rohan, el coche que conducía a M. Loubet y a su regio huésped, una mano criminal arrojó una bomba desde un balcón, que milagrosamente se desvió de su dirección al tocar sobre un cable del tendido de los tranvías eléctricos resultando ilesos los dos personajes.
En los días previos, la policía francesa, avisada por sus colegas españoles, tuvo conocimiento de que se preparaba un atentado y vigiló estrechamente a los anarquistas más significativos residentes en París, deteniendo a algunos de los complicados en el complot. Sin embargo aún quedaron libres algunos, que se encargaron de realizar el atentado burlando la vigilancia de la policía. En la preparación de este atentado tomaron parte Francisco Ferrer, Nicolás Estévañez, Alfredo Naquet, Federic Stckalbert, Charles Malato y Alejandro Lerroux, que en aquella época no era político mesurado y de tendencias gubernamentales. Malato se encargó de reclutar a los ejecutores anarquistas de acción residentes en París.
Mateo Roca o sea Mateo Morral, el criminal que un año más tarde realizó el atentado a Alfonso XIII de la calle Mayor, en Madrid, envió desde Barcelona dos paquetes depositados en la Agencia Soler, y consignados a M. Caussannel de París, conteniendo los cascos para las bombas que habían de utilizarse en aquel intento magnicida. Caussannel era un zapatero italiano, el marido de la cocinera que tenía Malato en su casa. Aquel y Pedro Vallina, enterraron los cascos recibidos de Barcelona en unas excavaciones que hicieron en los bosques de Clamart. Después fueron desenterrados por M. Fouquet, inspector de la policía francesa y agentes a sus órdenes, sospechando los demás anarquistas complicados que Valladina había dado la confidencia a Mr. Fouquet.
Los cascos utilizados en las bombas arrojadas en la rue Rohan, fueron fabricados en París, en el taller de la fundición establecido en la rue Pierre Larrousse, número 8. Las formulas explosivas para cargarlos fueron enviadas de Londres y preparadas por Vallina, anarquista español, y Harvey, químico inglés, compañero de aquél.
Pocos días antes de la llegada de Alfonso XIII a París, la policía francesa, que les seguía la pista muy de cerca a todos esos individuos de filiación peligrosa, practicó la detención de Malato, Caussannel, Harvey y Vallina, y buscaron insistentemente a otro anarquista, llamado Farrás, que se reunía con aquellos y a quien no pudieron capturar.
Este último individuo, cuyo nombre anarquista era el de Farrás y el auténtico Jesús Navarro Botella, fue el torrevejense que arrojó las bombas al paso de M. Loubet y Alfonso XIII, aunque algunos cronistas actuales, erroneamente, no lo creen así.
Jesús Navarro era un joven nacido en Torrevieja el 19 de octubre de 1881, a las diez de la mañana. Sus padres, Bernardo Navarro Cabañes y Rosario Botella Canales, eran naturales de Bigastro. El cabeza de familia se dedicaba al comercio, en especial a la venta y exportación de frutas verduras de la huerta del Segura a través de la bahía de Torrevieja.
Jesús Navarro Botella tenía una única hermana, Rosario, tres años mayor que él. Cuatro hijos más nacidos del matrimonio murieron a muy temprana edad, hecho frecuente en aquella época en que había muchos mortichuelos por causas diversas, entre otras la falta de higiene, una insuficiente alimentación y una medicina muy alejada, en algunos aspectos, a la de hoy, teniendo el sufrido médico que atender a todos los habitantes.
Los negocios de Bernardo Navarro no debieron de ir todo lo bien que hubiera deseado, decidiendo toda la familia trasladarse a vivir a Orihuela. Jesús Navarro realizó sus estudios en el Colegio de Santo Domingo, pero antes de que los terminara fallecieron sus padres, y tuvo que abandonarlos y dedicarse a su única hermana, que estaba soltera. Empezó a relacionarse con jóvenes oriolanos y se hizo republicano federal y redactor del “Renacimiento”, periódico órgano del partido en aquella localidad.
Después se marchó a Madrid, y en unión de Julio Camba y Antonio Apolo, hizo “El Rebelde” (1903-1904), periódico anarquista. De antes constan colaboraciones suyas en la prensa anarco-societaria de la capital como “La Solidaridad Ferroviaria” (1902), pero sobre todo en el suplemento de “La Revista Blanca”. Pudo estar ligado a las labores de Organización de la Internacional Anarquista en 1903, desde la oficina de la Federación Regional Española en Madrid. Estando próximo al Grupo 4 de Mayo, fue perseguido por las autoridades y después de haber visitado la Cárcel Modelo de Madrid, pasando buenas temporadas en ella, abandonó la capital para trasladarse a Barcelona. Allí trabajó como redactor de “Tierra y Libertad”, otro periódico anarquista que Federico Urales y Soledad Gustavo publicaban en Madrid.
En Barcelona, en 1904, Jesús Navarro entró en relaciones amistosas con Francisco Ferrer, confiándole éste la dirección de una escuela en Sants, la escuela laica de Hostafrancs. En una de las veces que salió de la cárcel en libertad provisional, era el preciso momento en que Odón de Buen, Fernando Lozano y otros muchos librepensadores españoles emprendían el viaje a Roma para asistir al Congreso librepensador que se celebró en aquella capital. Ferrer tomaba parte de los excursionistas y se llevó a Jesús Navarro. Éste partió de allí a París eficazmente recomendado por Ferrer y sus amigos. En París, Navarro se colocó en la librería Garnier hermanos, y empezó a relacionarse con Malato y demás anarquistas de acción.
Cuando Ferrer y sus amigos prepararon el atentado contra Alfonso XIII en París, aquel confió a Jesús Navarro la misión de ser el que arrojara desde un balcón la bomba al pasar el coche con los grandes dignatarios.
En el proceso incoado con motivo de aquel atentado depusieron testigos que, en sus declaraciones, establecieron bien claramente las responsabilidades de los anarquistas detenidos y procesados. Pero el Tribunal de la Seine, influenciado por la campaña de agitación que hicieron los amigos de los presos, secundados por toda la prensa avanzada de Francia y España, los absolvió. El gobierno francés expulsó del territorio nacional a todos los procesados extranjeros, excepto a Charles Malato, que, aunque hijo de padre italiano, había nacido en Francia, y consiguió hacer valer sus derechos como francés. Y en este punto se le pierde la pista a nuestro paisano Jesús Navarro Botella.
Fuente: Semanario VISTA ALEGRE. Torrevieja, 5 de noviembre de 2011