POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE).
Ayer fue presentado el proyecto definitivo de reordenación del puerto de Torrevieja, donde están implicados ayuntamiento de Torrevieja, Generalitat Valenciana y la iniciativa privada que dará lugar a una nueva zona pública de ocio y esparcimiento en la ciudad, en el lugar hasta ahora llamado el ‘relleno del puerto’, rompiendo con las barreras arquitectónicas y visuales y creando una práctica conexión de puerto-ciudad en nuestro entrañable relleno del puerto.
En principio, a finales del siglo XVIII el lugar era llamado cala del Genovés o Cornuda, que abarcaba desde la punta del Castillo o del baluarte -junto al que fuera llamado puerto piojo- llegando hasta el muelle Mínguez o del Turbio. Se encerraba entre estos dos hitos la playa del Arenal que se fue formando en la desembocadura de una rambla bordeada por el antes llamado paseo de Sagasta y más tarde avenida del 18 de Julio. Aquel muelle proyectado en 1874 y construido por Antonio Mínguez Sánchez, fue el más importante embarcadero privado que existió en Torrevieja durante el último cuarto del siglo XIX y primera mitad del XX. A su lado la cantina de la ‘La Marina’, frente al Casino, lindando por levante con el paseo de Vista Alegre, y que fue construido en el año 1892.
En junio de 1956, Cala cornuda y su playa desaparecieron para para dotar de mayor amplitud al recinto donde se instalaba la feria de verano, se hicieron con gran celeridad los trabajos de relleno de la zona de la playa próxima al paseo, en su parte cercana al edificio de la Aduana; aquel año hubo numerosas peticiones de espacio para casetas y tracciones. También se llevó a efecto, aceleradamente, los trabajos de dragado del muelle Mínguez, para arrancar una enorme losa en la que encallaban las embarcaciones pesqueras de mayor calado, sobre todo cuando intentaban atracar con cargamento de pescado, teniendo que actuar un buzo para conseguir la desaparición del obstáculo.
En marzo de 1957, se desplazaron a Torrevieja varios ingenieros para examinar sobre el terreno lo que iba a ser el puerto pesquero de Torrevieja. Se entrevistaron con el alcalde Manuel Tarín a fin de requerirle información de orden técnico acerca del lugar donde podrían proveerse de material para hacer el relleno del puerto. El importe de las obras ascendía a doce millones de pesetas.
En abril de 1958, iban a buen ritmo las obras de relleno del muelle pesquero. Ya se había iniciado la explanación de la zona norte, lo que hacía disponible para el verano mayor amplitud de terreno para la mejor instalación de la feria. En el mes de julio, para evitar que el viento arrastrase la tierra de la explanación del muelle pesquero, se procedió a cubrirla con una capa de tierra especial para dar mayor consistencia al piso, evitando el molesto polvo en los días ventosos.
En mayo de 1959, una vez terminado el relleno del puerto pesquero, dieron comienzo los trabajos de asentamiento del piso, comenzando las obras de reforzamiento de la escollera de levante y en septiembre se iniciaron las obras del alcantarillado en el muelle pesquero, para darle salida a las aguas que desembocaban durante los días de lluvia de la calle de la Rambla y adyacentes, instalándose grandes tuberías de ‘Uralita’, quedando finalizadas la primera etapa de las obras del relleno del puerto.
El muelle pesquero, los terrenos sobrantes fueron entregados al Ayuntamiento para la ampliación de la avenida 18 de Julio –hoy avenida de la Libertad-, con terrenos tomados al paseo con el mismo nombre, que ocuparían a su vez terrenos del muelle pesquero.
El miércoles, 17 de enero de 1962, el ministro de Obras Públicas, Jorge Vigón, visitó el puerto de Torrevieja. Con objeto de tributarle un recibimiento caluroso la alcaldía dispuso el cierre total de todo el comercio e industria, rogándole al vecindario que acudiera a la calle para rendirle un cariñoso homenaje y a la vez expresarle el deseo del pueblo de Torrevieja de obtener cuanto antes la concesión y construcción del muelle comercial, para contribuir a al resurgimiento económico de la ciudad. La ciudad apareció engalanada, en sus calles habían sido colocadas grandes pancartas con una petición que sintetizaba la inquietud de la ciudad: un muelle comercial. El ministro cruzó el pueblo entre una multitud que le saludó con entusiasmo, trasladándose al muelle de Levante. El gobernador de la provincia indicó al ministro que en ese mismo lugar donde transcurrían las conversaciones era donde deseaba el pueblo de Torrevieja que se le construyese un muelle comercial para utilizarlo en beneficio de la comarca de la Vega Baja del Segura, dada la importancia agrícola de la comarca, que exportaba anualmente frutos y hortalizas en cantidades muy significativas, debiendo de considerar convenientemente que en Torrevieja se instalasen unos muelles comerciales que encauzaran el tráfico tanto de exportación de los productos agrícolas como de importación de los abonos y demás mercancías de empleo necesario. Se estimó entonces esa obra en unos treinta millones de pesetas. Jorge Vigón prometió estudiar la petición de la tan ansiada oportunidad de convertir en realidad las aspiraciones largos años acariciadas. Si se construía, muchas industrias surgirían en las cercanas vegas, teniendo cercana esta salida de embarque.
El lunes 12 de febrero de 1962, la piqueta demoledora entró a saco con viejo depósito que servía para refrigerar los motores de la central suministradora de energía eléctrica a la maquinaria utilizada en las obras del puerto. La calle Apolo quedó sin el taponamiento panorámico que impedía a sus vecinos ver el mar. Tras este derribo se siguieron más adelante con los del almacén del puerto y de un hito histórico de Torrevieja: la atalaya construida a comienzos del siglo XIX. Pocos años después se construyó el humillante vallado que, a día de hoy, todavía sirve de separación del casco urbano de la población de Torrevieja con el muelle pesquero; a mediados de los años sesenta del pasado siglo se construyeron las edificaciones de la lonja pesquera y los almacenes para remendado y almacenaje de las artes de pesca. Desapareció la antigua lonja sustituyéndose por las dependencias de los funcionarios del puerto y años después se construyó el edificio de la Capitanía del Puerto.
Ahora se abre la ciudad al mar y a un proyecto comercial y de ocio que pretende articular la relación entre la ciudad y el puerto potenciando su uso público.
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