POR DALIA AGUILAR SALGADO, TESORERA DEL CONSEJO MUNICIPAL DE CRONISTAS DE JIUTEPEC (MORELOS – MÉXICO)
Mi vida es un tesoro muy grande como un fino reloj, precisamente tiene un tiempo que inicio al momento que nací y vi por primera vez este mundo. Así ha pasado en el tiempo cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día; desde que empezó a caminar ese imparable, irrepetible y valiosos reloj, he vivido muchas historias en cada momento llenas de emociones con alegrías, tristezas, amarguras, satisfacciones, coraje, felicidad, miedo, amor; cada segundo ha contado de ese selecto reloj que es mi vida, que a veces se ha detenido en el tiempo, cuando he dejado pasar la vida sin querer vivir, sin querer vivir en esa soledad, en esa soledad que no tiene compasión.
Mi reloj lo adorna la joya más valiosa y preciosa del mundo que es mi hijo, el es motor principal de mi reloj, que lo hace caminar, aunque este cansado; que lo hace caminar, aunque se esté oxidando un poco. Tiene otras piedras preciosas que son los momentos hermosos que han quedado adornando este exquisito reloj que es mi vida; no sé en qué hora va y sé que pasaron los segundos, los minutos y las horas hasta llegar a la hora final, mientras llegue esa hora que solo Dios conoce, yo quiero llenar esos instantes de mi reloj, que tal vez sean días, tal vez sean horas o tal vez sean años, los quiero llenar con esas pequeñas piedras preciosas, esmeraldas de esperanza, rubíes de amor, perlas de emoción por vivir, oro pesado de Fé; que marquen cada segundo, cada minuto, cada hora de ese precioso, delicado, exquisito y fino reloj.