DE PABLO IGLESIAS AUNIÓN, CRONISTA OFICIAL DE PUEBLA DE LA CALZADA (BADAJOZ).
Nos acercamos un año más a la festividad de la parroquia de San Pedro Apóstol por medio de quien es su titular (29 de junio). Un templo parroquial que acoge la vida de una parte de la comunidad cristiana de Montijo[1]. Significativa por sí misma, este año hace girar nuestra mirada hacia la perspectiva histórica-artística con el retablo de su Capilla Mayor recientemente restaurado y que en este mismo medio de La Ventana de las Vegas Bajas con fecha del 23 de marzo, fue publicado un artículo sobre el mismo titulado “Terminada la fase de restauración del Retablo Mayor de San Pedro”. Con ello queremos homenajear a toda la comunidad que lleva ya en Montijo una andadura de quinientos treinta años (1494-2024).
Pasado ya un tiempo desde la finalización de esta obra de restauración, hemos tenido tiempo de ahondar y profundizar en el estudio desde la perspectiva histórico-artística del mismo hasta donde las fuentes nos permiten, hasta donde los conocimientos llegan y hasta donde podemos establecer hipótesis y refutarlas convenientemente.
Es precisamente lo que pretendemos exponer no ya desde una perspectiva técnica, aspecto muy bien realizado en su momento por la doctora en Bellas Artes Carmen Vega responsable del mencionado proyecto de restauración y conservación del mismo, sino conocer qué aporta en su rico lenguaje plástico donde el cristianismo utilizó en los siglos de la Modernidad para acercar al pueblo, el mensaje evangélico y especialmente una catequesis que requería obviamente los medios propios de la época.
Sentido y significado de los retablos: Francisco Morato (1611-1628)
Los retablos[2] pudieran interpretarse en un principio desde una visión muy amplia, pero debemos ajustarnos en su definición para comprender que la palabra “retablo” nos ofrece mayores interpretaciones dentro del lenguaje al que estamos acostumbrado a utilizar y que etimológicamente deriva de “retro = detrás”; “tábula = tabla”. En este sentido, cualquier diccionario dirá que retablo es una “obra de arquitectura hecha en piedra, madera o cualquier otro material, que compone la decoración de un altar”. Como podemos comprobar, hablamos de un elemento compuesto por varias partes y ahora toca, tras haber hablar de posibles autorías, explicar sus calles, bancos y ático del mismo, adentrarnos en la llamada predela o zócalo y llegar así a su parte más superior.
La iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo nos conduce al conocimiento de un retablo perteneciente al primer tercio del siglo XVII del que por ahora únicamente “podemos suponer”[3] quién pudo ser el maestro entallador, entablador o ensamblador, que se presume en el ya referenciado portugués Francisco Morato (del que se puede afirmar falleció en el año 1628), pues las obras de limpieza y restauración no nos han proporcionado (por ahora), la autoría de las tablas y lienzos que lo componen en sus diferentes casas y desde sus respectivos bancos y calles (calles en su lectura en vertical, bancos en lectura horizontal como partes del mismo).
Una pregunta que le puede surgir a todo lector es ¿por qué se atribuye a Morato si no hay contrato de obra? Tenemos para ello que recurrir a los profundos y especializados estudios que sobre Francisco Morato realizó Francisco Tejada Vizuete[4] (1940-2014+) y de la mano de esa siempre adecuada y respetuosa metodología, poder establecer un parámetro de hipótesis, deducción y conclusión final.
La condición para que una tesis pueda ser considerada como científica es que proceda de una teoría, que a su vez provenga de una observación, y que esta teoría sea potencialmente refutable. En otras palabras, que tenga suficientes predicciones observables que puedan ser contrarrestadas y, eventualmente, rechazadas. Por tanto, es la refutabilidad la clave que permite decir que una teoría o una tesis es científica o no. Es obviamente todo ello válido en el campo de las ciencias sociales y por tal en el terreno histórico[5].
La metodología seguida por Francisco Tejada Vizuete[6] cuando en 1986 y dentro de las II Jornadas de Historia de Montijo expone su tesis sobre la Capilla Mayor en el templo parroquial de San Pedro Apóstol, basa su hipótesis al citar la autoría del retablo en Morato[7]. En el estudio de F. Tejada Vizuete fijamos nuestra atención para aclarar dos aspectos. Primero, es este autor la referencia historiográfica que nos permite a lo largo de las diferentes partes sobre el estudio del retablo mayor del templo parroquial de San Pedro guiarnos para acercarnos a la autoría y fábrica del mencionado retablo, así como a los posibles círculos de artistas (pintores, doradores, ensambladores, etc.), que nos pueden acercar a una idea de aquellos que trabajaron en hechura del conjunto retablístico ahora estudiamos.
Morato de Mérida a Montijo: Zafra-Mérida-Montijo
Deseamos que el presente estudio, sea siempre o en favor de sacar del anonimato, por lo que respecta a la autoría, a un buen número de obras en unos casos o deshacer, en otros, las falsas atribuciones a las que, frecuentemente, nos tienen acostumbrados la historiografía local o supralocal…[8] y el doctor Tejada Vizuete lo hizo con maestría cuando en el año 1986 vino a Montijo a hablarnos de la Capilla Mayor de la iglesia de San Pedro de Montijo y su retablo dentro del contexto artístico bajo-extremeño de la época como ya aparece referido en las citas bibliográficas y corresponde al mismo el reconocimiento de ser el primer investigador en haber aportado y abierto este interesante camino de estudio.
En los años iniciales del siglo XVII Mérida gozaba de un esplendor artístico que concentraba en su quehacer maestros como el pintor Cristóbal Gutiérrez y el ensamblador y escultor Francisco Morato quienes trabajan habitualmente juntos. Igualmente hay trabajos de Morato con el pintor Pedro Gutiérrez Bejarano. Prueba de ello es por ejemplo la obra encargada a Morato en Puebla de la Calzada en el año 1617 por un precio de 1.000 reales[9]. En La Nava de Santiago hay otro retablo prácticamente de la misma hechura moratiense. Morato se mueve en un círculo artístico que la acompañan maestros del pincel como los ya mencionados Cristóbal Gutiérrez, Pedro Gutiérrez Bejarano, Francisco Gómez o Gonzalo Sánchez Picaldo[10], no siendo obviamente los únicos y sobre los que abre la rica sospecha de poder haber participado en el retablo montijano pues lo que se puede sin duda afirmar, en palabras de la doctora Carmen Vega es que, tablas y lienzos del retablo de San Pedro tiene la mano de varios autores y no de un único artista aunque sus firmas no han aparecido en el proceso de limpieza realizado con motivo de su restauración.
Pero seguimos siempre la hipótesis de trabajo, la elaboración de caminos amplios y abiertos a la investigación como veremos posteriormente en la interpretación y significado iconográfico del que trataremos en la segunda parte de este estudio y que nos han conducido a nuevas formas de ver la didáctica del retablo.
De Francisco Morato podríamos ampliamente hablar en cuanto a su producción artística. Tejada Vizuete lo cita ya para obras realizadas en la colegiata de Zafra y como es reclamado en Mérida para realizar las armas de los Austrias en el entonces recién reconstruido puente romano[11].
Pero centrándonos en el retablo de la parroquial de San Pedro es cierto que pocas veces puede encontrarse uno con un silencio tan enorme en torno a las autorías, maestros o talleres que trabajaron en él máxime, siendo una fábrica de tales dimensiones. Reiteramos que estas palabras de F. Tejada Vizuete han sido corroboradas por la doctora Carmen Vega.
Pudiera ciertamente ser, porque documentalmente los libros de fábrica de la parroquia para esas fechas no existen en la actualidad y concretan la vida parroquial para el siglo XVIII pues el primer en conservarse tiene un corte cronológico entre los años 1794-1851[12]. De haber existido los libros de cuentas de la parroquial con fechas anteriores, pues no olvidemos que la parroquia tiene referencias documentales a finales del siglo XV, es posible que todo lo vinculado a la contratación y hechura del retablo mayor hubiera aparecido.
A lo anterior unimos el cese de las visitas de la Orden de Santiago a partir de los años iniciales del siglo XVII (1605-1606), lo que nos cierra una amplia y minuciosa descripción que venía preservando desde el último tercio del siglo XV (1494 precisamente con las primeras referencias documentales sobre el templo montijano) una preciada descripción de la vida eclesiástica, social-económica y administrativa de Montijo.
Queda historiográficamente atestiguado según hemos mencionado ya las aportaciones F. Tejada Vizuete, que el retablo fue realizado en Mérida justo cuando se encuentra avecindado en esta ciudad Francisco Morato tras unos años de estancia en Zafra, para ser en la capital emeritense donde el 13 de enero del año 1623, Francisco Martín de Llanos, escribano de La Nava cierra contrato con Morato en torno a la realización de tres sagrarios. Uno para la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo por valor de 1.000 reales de vellón y los otros dos por 1.200 reales para las parroquias de Valdefuentes y Torremocha[13], lo que nos llama poderosamente la atención puesto que debieron de tratarse de obras de suma calidad si tenemos en cuenta que en el año 1617 por 1.000 reales realiza el retablo de Nuestra Señora del Rosario para Puebla de la Calzada.
Hoy en día, el sagrario realizado para Montijo que se encuentra desaparecido, bien pudo ser el remate para el retablo mayor para ser en aquellos momentos instalado en el ancho central del banco del retablo (hablaremos en el siguiente artículo de las partes y denominaciones en un retablo).
Vinculación “moratiense” al Retablo Mayor de San Pedro Apóstol
Más de un historiador del arte ha hecho referencia a la arquitectura e iconografía sobre el retablo de San Pedro, al que dedicaremos por completo un segundo estudio que se va a publicar igualmente en este medio.
Partimos de que, al observarlo, se encuadra en los modelos del clasicismo del Seiscientos, aunque utiliza una cierta libertad en la composición como mencionamos por ejemplo en el díptico que la parroquia publicó en 1999[14] donde se hacía mención a unos órdenes en las columnas invertidas.
Se abre la puerta al segundo de nuestros artículos destinados a la explicación histórico, artísticas, iconográfica y de dirección en su hechura que nos ayuda a entender la hipotética posibilidad de quienes pudieron trabajar y quienes al mismo tiempo no pudieran ser los autores de las pinturas artículo bajo el título Iconografía y didáctica del Retablo Mayor de San Pedro en el siglo XVII: de los evangelistas a los santos padres de la Iglesia.
Personalmente he podido realizar un seguimiento de este retablo mayor de San Pedro desde que el año 1996 en los trabajos realizados como personal becado en el Archivo Histórico Provincial de Badajoz, donde pude manejar las actas de la orden santiaguista que me llevaron a entender toda la fábrica en su conjunto de la parroquial montijana, así como una búsqueda documental en varios archivos (eclesiásticos y civiles) que serán finalmente, junto a la bibliografía convenientemente citados.
[1] Digo una parte porque, gracias a Dios, hoy existe otro templo parroquial para acoger así la totalidad de los cristianos montijanos, San Gregorio Ostiense, quien por cierto cumple este año 50 años, 1974-2024.
[2] El retablo se comenzó a utilizarse en Occidente en el siglo XIII y se convirtió en un género artístico independiente que se extendió por Europa. Los retablos pueden incluir pinturas, esculturas u otros tipos de obras que normalmente representan a un personaje o hecho religioso.
[3] Con todo el consabido riesgo que significa la palabra “suposición” en el campo de la investigación histórica.
[4] Francisco Tejada Vizuete fue canónigo y miembro de la Real Academia de las Letras y las Artes de Extremadura. Nacido en la localidad de Granja de Torrehermosa en 1940, se doctoró en Filosofía y Letras llegándose a ser profesor emérito en el Centro Superior de Estudios Teológicos, director del Museo Catedralicio, Delegado de Enseñanza y Misiones y Delegado Episcopal para el Patrimonio Cultural de la archidiócesis de Mérida-Badajoz. Falleció en el año 2014 siendo productor de una amplísima bibliografía que nos enriquece especialmente hoy en día a quienes seguimos algunos de sus campos de estudio. Nota del Autor.
[5] E. Suárez Íñiguez, La filosofía de la ciencia de Karl Popper, 11-13.
[6] F. Tejada Vizuete, La capilla mayor de la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo y su retablo, en el contexto histórico bajo-extremeño de la época, 48-50.
[7] P. Iglesias Aunión, Presencia santiaguista en la repoblación emeritense: adehesamiento, maestrazgo en Montijo y mayordomía en torno a Santa María de Barbaño, 123-125.
[8] Cf. F. Tejada Vizuete, Retablos barrocos de la Baja Extremadura, 137.
[9] R. Hernández Nieves, Retablística en la Baja Extremadura. Siglos XVI-XVIII, 165. Igualmente, en F. Tejada Vizuete, La capilla mayor de la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo y su retablo, en el contexto histórico bajo-extremeño de la época, 49.
[10] F. Marcos Álvarez, Nuevos datos sobre escultores y pintores extremeños en el siglo XVI, 34-43. Ver también R. Hernández Nieves, Nuevos datos sobre el retablo mayor de Salvatierra de los Barros (Badajoz) y sus autores, 411.
[11] F. Tejada Vizuete, La capilla mayor de la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo y su retablo, en el contexto histórico bajo-extremeño de la época, 47.
[12] P. Iglesias Aunión, Historia de la Comarca de Lácara. De la crisis del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea (1761-1970), 353.
[13] F. Tejada Vizuete, La capilla mayor de la iglesia de San Pedro Apóstol de Montijo y su retablo, en el contexto histórico bajo-extremeño de la época, 49.
[14] P. Iglesias Aunión, El templo parroquial de San Pedro Apóstol. Edita: Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Montijo, 1999. Igualmente es citado en P. Iglesias Aunión, Presencia santiaguista en la repoblación emeritense: adehesamiento, maestrazgo en Montijo y mayordomía en torno a Santa María de Barbaño, 123-125.