POR MIGUEL CABALLERO PÉREZ, CRONISTA OFICIAL DE LÁCHAR (GRANADA).
De los profesores que tuvieron los aspirantes a diplomáticos en 1933 en la Escuela diplomática de Madrid el más conocido para Francisco García Lorca era Antonio Luna García .Habían estudiado juntos Derecho en la universidad de Granada entre 1918 y 1922, durante esos estudios habían coincidido con nuestro poeta Federico García Lorca. Sus calificaciones académicas, como las de Francisco, fueron excelentes, las del poeta no tanto.
Antonio Luna fue profesor de Derecho Internacional Público en la Escuela Diplomática donde Francisco, su antiguo compañero y amigo estaría en la única promoción diplomática republicana en 1933. Había sido nombrado Catedrático de la Universidad Central de Madrid el 7 de diciembre de 1932 . Puede que esta amistad facilitara las cosas a Francisco en dicha escuela, ya que obtuvo el número diez entre los veintisiete aprobados para realizar el curso y el cinco entre los veintidós de la promoción al finalizar el mismo.
Una patente muestra de la cercanía y amistad entre Luna y Francisco es la siguiente:
En el expediente matrimonial abierto para la celebración del matrimonio de Antonio Luna García y María de los Dolores Aguado Martín Montijano, el 24 de mayo de 1928 aparece también como testigo Francisco García Lorca que curiosamente le asigna el sacerdote de ocupación “del comercio”. En ese año, Antonio Luna, se encontraba realizando el servicio militar con el grado de Sargento en el Regimiento de Artillería de Costa número 3 de Cartagena. En la celebración de su matrimonio el 31 de mayo de 1928 en la parroquia de Nuestra Señora de las Angustias, aparece también como testigo Manuel de Falla y Matheu, al que conoció también en la tertulia del Rinconcillo donde solía acudir el ilustre D. Manuel. Como curiosidad añadiremos que el sacerdote que ofició la boda sería el célebre y conocido párroco, padre Arcoya. El padre José Fernández Arcoya era uno de los más afamados sacerdotes de Granada por sus sermones.
Otro dato interesante que refuerza la cercanía entre Antonio Luna y los García Lorca, es que el médico familiar de Antonio, era Manuel Fernández- Montesinos Lustau, cuñado de Francisco y Federico García Lorca, como lo demuestra un certificado de enfermedad expedido por el citado médico a favor de Antonio Luna, en 1923.
Pero llegados a este punto conviene aclarar algunos extremos que sí tienen rigor histórico y que permiten aclarar que entre los hermanos García Lorca y los Luna García no existía ningún tipo de desavenencia sino todo lo contrario.
La falsa implicación de un tío de Antonio Luna en el asesinato de Federico García Lorca
Estos datos expuestos anteriormente aclaran un tema controvertido en su día que intentó crear un falso debate y sería la publicación en el diario La Razón de una supuesta carta enviada por Manuel Luna Pérez, tío carnal de Antonio Luna, a Melchor Fernández Almagro, miembro también de la tertulia del Rinconcillo. Está supuesta carta que se comenta por si sola por su histriónico contenido – a la que no se le hizo un estudio grafologico ni científico al objeto de poder determinar su autor y la antigüedad de la misma y por tanto su autenticidad- tiene fecha del día 6 de mayo de 1939 y en ella entre otras cosas este Manuel Luna se responsabiliza del asesinato del poeta García Lorca en los siguientes términos:
“En Granada me he distinguido bastante. Fui de los que asistieron, en una mañana de agosto, al fusilamiento, en el cementerio, ante las fosas abiertas, de setenta rojos, todos ellos bandidos, asesinos, criminales, violadores, incendiarios…
Y gocé mucho, muchísimo, porque se lo merecían. Entre ellos estaban el presidente de la Diputación roja Virgilio Castilla, el ex gobernador rojo de Alicante Vicente Almagro, el alcalde rojo de Granada Montesinos (un médico), el ingeniero de caminos y ex diputado constituyente Santacruz, el ex alcalde de Granada Fajardo, el diputado Corro y otros más, médicos, catedráticos, abogados, ingenieros, procuradores, etc. Hicimos una buena limpia.
Algunos días después cogimos al canalla de García Lorca –el peor de todos– y lo fusilamos en la vega al lado de una acequia ¡qué cara ponía! Abrazaba los brazos al cielo. Pedía clemencia. ¡Cómo nos reíamos viendo sus gestos y sus muecas! Pertenecí a la ronda depuradora de Ruíz Alonso. Pero como le digo, tuve que irme por asuntos particulares a Zaragoza y después a Oviedo. En ambas poblaciones también ayudé a la depuración. En Oviedo pasé un rato agradable viendo fusilar a Leopoldo Alas Argüelles, el hijo del repugnante Clarín…”
Esta supuesta carta compuesta de cinco folios dirigida por Manuel Luna a Melchor Fernández Almagro, ha sido citada en algunas ocasiones como prueba irrefutable de la implicación de Manuel Luna en el asesinato de Lorca. Una parte de ella se reprodujo en la exposición sobre la celebración del nacimiento del poeta, celebrada en la Casa de los Tiros de Granada en 1998, fue expuesta por los comisarios de dicha exposición Eduardo Quesada Dorador y Yolanda Romero Gómez. El director de la Casa de los Tiros, Francisco González de la Oliva se desvinculó de aquello, manifestando que en el archivo de Fernández Almagro custodiado en el mismo edificio, no existe ni ha existido nunca la carta en cuestión, que le fue entregada a dichos comisarios por una persona ajena a tal edificio, por lo que lo más probable es la carta auténtica no haya existido nunca, probablemente solo era una falsificación.
Con estos datos vemos muy improbable que su tío Manuel Luna Pérez, perito al parecer de profesión, participara en aquel asesinato y que sus palabras, si fueron escritas por el y no fuera la carta una falsificación, son más bien propias de fanfarrón, con afán de protagonismo o de posicionarse ante el régimen franquista como furibundo antirrepublicano.
La tertulia del Rinconcillo y sus antecedentes
Retomando lo narrado al principio, los dos, junto a Federico García Lorca, pertenecieron a la tertulia “El Rinconcillo”, creada en el café Alameda situado en la Plaza del Campillo, sobre 1915. Estaba integrada por unos veinte jóvenes con inquietud intelectual. Entre ellos había, futuros diplomáticos, profesores, y periodistas que crearon la revista Andalucía.
Probablemente esta tertulia del Rinconcillo compuesta de intelectuales y artistas tendrían como inspiración y antecedente en Granada la célebre tertulia formada a mediados del siglo XIX conocida como La cuerda granadina, y siendo nudos de esa cuerda entre otros Pedro Antonio de Alarcón (a) “alcofre” una deformación de su apellido, el tenor italiano Ronconi (a) “ropones” llamado así entre ellos por la cantidad de abrigos que llevaba encima, Pablo Notbeck (a) “el ruso” arquitecto de San Petterbusgo que vivió unos años en Granada estudiando la arquitectura árabe para trasladar el modelo a alguno de los palacios de dicha ciudad monumental, vendría acompañado por el pintor ruso Sorokin, Mariano Vázquez músico, José de Castro y Serrano escritor,(a) Novedades, etc.. la tertulia se llamó como hemos dicho, «La cuerda granadina”, bautizada así por una señora granadina, espectadora de un teatro que al ver a aquel grupo de artistas, (pintores, escritores, un arquitecto, pintores, etc.) entrar cogidos todos de la mano a la función teatral exclamó: “ahí va la cuerda granaina” como nos relata en sus crónicas el político, notario e historiador granadino Natalio Rivas.
Una de sus bromas más conocidas por la tertulia del Rinconcillo – que se reunía con frecuencia en el café Alameda situado en la Plaza del Campillo, en la taberna del Polinario en la Alhambra y que era propiedad del padre del guitarrista Ángel Barrios– influida por el surrealismo en auge de esa época, era la invención de un personaje, poeta y literato, llamado “Isidoro Capdepón” Fernández, al que en algunos periódicos locales los periodistas Rinconillistas, insertaban supuestos viajes a España, supuestas entrevistas, pedir para él el premio Nobel de literatura, etc. Entre aquellos “rinonillistas”, estarían, Fernando de los Ríos, Falla, Fernández Almagro, Miguel Pizarro, Manuel Ángeles Ortiz, Gonzalez de la Serna, Hermenegildo Lanz, Ruiz Carnero, Juan Cristóbal, Gallego Burin, etc..
Sería Antonio Luna quien le diera diera al célebre literato Isidoro Capdepón una personalidad jurídica y en un interesante documento que se conserva en su expediente universitario en el archivo universitario de la universidad de Granada, que es el examen final de la licenciatura de derecho se pide que alumno haga un modelo de documento de préstamo entre particulares, transcribimos el texto a continuación por su interés:
“En la ciudad de Granada a 30 de enero de 1923, Don Isidoro Capdepón y Fernández, mayor de edad, de profesión literato, con domicilio en la ciudad de Chimborazo región de la Pampa (República Argentina), manifestó que habiéndose celebrado el día 8 de diciembre de 1922 un contrato de préstamo entre don Francisco Barba, acreedor y Carlos Tal… deudor, ambos mayores de edad y vecinos de Baeza, por la cantidad de 50.000 pesetas pagaderas el año de 1925 y con un interés de un 5%, por escritura pública otorgada ante el Notario de Baeza don Jaime Aligátor, convergen contrato que garantizo y fió con responsabilidad solidaria para que en el caso de que don Carlos deje de devolver en un tiempo la cantidad prestada e intereses de ella, y para que conste expido la siguiente escritura privada en la ciudad de Granada a 30 de enero de 1923.
Firmado: Isidoro Capdepón Fernández”
¡Hasta el propio Luna participó en la interminable broma de aquella inolvidable tertulia!.
Antonio Luna García, nació en Granada el 30 de Abril de 1901 y falleció en Madrid el 9 de mayo de 1967 siendo enterrado en el cementerio de La Almudena, ocupaba el cargo de embajador de España en Viena. Fue catedrático en las universidades de La Laguna, Salamanca, Granada y Madrid, jurista en la ONU, diplomático, promotor de negocios como las estaciones de invierno de Navacerrada en Madrid y Sierra Nevada en Granada, juez en Guadix y Tetuán. Persona brillantísima que realizó estudios en el extranjero, como Bolonia y Friburgo, recibió multitud de premios y reconocimientos internacionales y a su sepelio asistieron algunos ministros franquistas del ala más moderada, como Fraga Iribarne, Castiella y Lora Tamayo. Un año después en 1968 volvería su amigo Francisco García Lorca a España, unos años antes, en 1951, lo habían hecho toda la familia del poeta y muy probablemente Antonio Luna tendría mucho que ver en ese regreso, merced a su influencia y poder en esos años de franquismo.