EL RITO DE LA BELLEZA.
POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ).
En el exterior nos recibe un sobrio silencio. Un silencio que seduce. Hay paz y emoción, preludio del dolor de la penitencia, de la belleza de las cosas, de la plenitud de la vida y de la muerte. Admiración ante la repetición del rito de la belleza. Tras caminar algunos pasos, a la izquierda, el nazareno del cirio de tinieblas, percibe la exacta visión de la grandeza que encierra el paso del Santísimo Cristo Yacente. Ascética arquitectura, madera, plata y un cuerpo tendido cual yacente morado lirio, tan muerto que todo a su alrededor convoca y llama a la muerte.