POR BERNARDO GARRIGÓS SIRVENT, CRONISTA OFICIAL DE XIXONA (ALICANTE).
El Sábado Santo corresponde al sábado de la semana de primer plenilunio de primavera. Es un día de luto, de silencio y no hay celebraciones eucarísticas. En la iglesia católica se conmemora la Soledad de María después de llevar a Cristo al sepulcro. Una vez ha anochecido o en la madrugada del domingo tenía lugar la principal celebración cristiana del año: la Vigilia Pascual.
El papa Pío XII realizó una reforma litúrgica de la Semana Santa en 1955 que afectó a las celebraciones del sábado, que hasta la fecha recibía el nombre de Sábado de Gloria, puesto que la celebración de la Resurrección (la Vigilia Pascual) se celebraba ya en la mañana del sábado. Con esta reforma se trasladó este acto eucarístico a la noche, por lo que el Sábado Santo quedó más como un día de espera para la gran celebración que tendría lugar horas más tarde.
En Xixona la celebración del Sábado de Gloria resultaba especial para los más jóvenes, puesto que tras la liturgia salían a la calle y anunciaban la resurrección de Jesús de una forma bastante llamativa. Para ello era imprescindible disponer de una especie de mazas pequeñas de madera con la que golpeaban las puertas de las casas que estaban cerradas , puesto que sus moradores todavía guardaban luto y desconocían la buena nueva de la resurrección del Salvador.
Esta tradición fue recogida por Amalia Miquel en su libro María Dolores Miquel en la historia de Xixona publicado en 1978 y decía así: «Cuando se acercaba Semana Santa, Emilio el Simal aceptaba encargos de «mazetes»; era el compromiso del amigo o del cliente, porque todos los niños de Jijona tenían su martillito chiquito de madera, en forma de barrilito, y que se utilizaba el Sábado de Gloria.
Niñas, niños y mayorcitos; la señal se daba a las diez de la mañana: cuando en la iglesia volteaban las campanas por la resurrección del Señor, con les «mazetes» se golpeaba en las puertas de las casas, ventanas o balcones. Más de media hora se oía el repiqueteo ruidoso y repetido en todas las calles del pueblo. Una lluvia de aleluyas caía jugueteando entre estampas y recortes de colores. Alguna familia derrochaba confeti y serpentinas. Era una bella escena de color e ilusión para los ojos de los niños y que anunciaban la fiesta de la Resurección«.
Esta tradición también fue recogido por Antonio Monerris Hernández en su extraordinario libro Antiguas costumbres jijonencas, quien nos decía: «La gente menuda, con sus mazas de madera golpeaba fuertemente las aceras y las puertas de las casas con las consiguientes protestas de las mujeres en los umbrales de las mismas«.
Respecto a esta peculiar celebración Marco Ros apuntaba que: «En la plaça on está el Mercat estava el Calvari, amb les estacions. Hi havia una gran porta metálica de color blau per entrar i en ixa porta aporretxavem les macetes de fusta, que efectivament fea el tio Simal, que també tenia la fustería en la Plaça on hui es l’Artxiu. És un record molt emblemàtic després d’un dies de vigilia de mort«.
Recuerdo que mi padre me contaba que además del golpeo de puertas y ventanas con las mazas los jóvenes demostraban su alegría por la resurrección del Salvador con auténticas batallas campales en las calles con cohetes borrachos. Esta tradición también fue recogida por Antonio Monerris en su librito Antiguas costumbres jijonencas y nos decía lo siguiente: » y en el centro urbano, la incesante lluvia de cohetes por doquier, duraba casi dos horas, que hasta dificultaba el tránsito por las rúas a las féminas que se dirigían a los hornos al objeto de cocer las «toñas» para la inminente Pascua. Corriente era el caso de que un ciudadano, manifestara que encendía un cohete, con el fuego del primer cigarro fumado después de la Cuaresma, ya que no había fumado durante los cuarenta días, en virtud de remota promesa«.
No renuncio a copiar literalmente la descripción que hace Amalia Miquel sobre Emilio el Simal en este mismo libro: «El tío Emilio trabajaba siempre; a veces, haciendo saltar virutas de una madera al pasar el cepillo de mano; otras, encolando unos marcos, cepillando una puerta o bien dibujando algún diseño de muebles encargo para unos novios. Su hijo Emilio empezaba entonces a practicar el aprendizaje del oficio y siempre, al entrar o salir, esta familia de noble trabajo de carpintería artesana me hablaba o saludaba cariñosamente«.
Gracias a las palabras de Amalia Miquel y de Antonio Monerris hemos podido recordar una tradición que se perdió definitivamente con la reforma litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II.
BIBLIOGRAFÍA
MIQUEL ALCARAZ, Amalia, María Dolores Miquel en la historia de Jijona, Jijona, Amape-Alicante, 1978, págs. 40-41.
MONERRIS HERNÁNDEZ, Antonio, Antigua costumbres jijonencas, Jijona, Asociación de San Bartolomé y San Sebastián y Caja de Ahorros Provincial de Alicante, 1985.
FUENTE: https://bgarrigos07.wordpress.com/2021/04/13/el-sabado-de-gloria/