POR CARMEN RUIZ-TILVE CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO
A lo largo de un dilatado tiempo, en Oviedo hubo pocas escuelas, públicas unas, privadas otras. Las primeras tardaron en tener edificios adecuados, instaladas en lugares siempre impropios y provisionales. Las privadas ocuparon en un principio bajos y galerías en casas de Oviedo, a cargo de maestros e incluso a veces regidas por personas sin titulación, como aquel «maestro Ciruela, que no sabía leer y ponía escuela». Y hay que decir en su defensa que sabían lo necesario para enseñar a muchos que de otra forma hubieran quedado poco más que analfabetos.
Desde últimos del siglo XIX se fueron edificando escuelas públicas en la ciudad, como la de la calle de la Luna y el colegio de la calle de Quintana, una graduada modélica, que se bautizó con el nombre del rector Canella, protector de la primera enseñanza, que tuvo final desgraciado, pasado por la labor de doña Piqueta, que dejó el solar en beneficio de un edificio privado, con los bajos, que habían sido sede de la Policía Municipal, dedicados a oficinas también municipales. Allí cerca, en el Fontán, estuvo una escuela pública al lado de lo que había sido primer colegio de los Jesuitas, en lo que fue San Matías y ahora es mercado Diecinueve de octubre. Allí estuvo la primera escuela de niñas de Oviedo, que había estado antes en el antiguo Hospital de San Juan. Fundada en 1860 por el alcalde señor Cónsul, agrupaba como único espacio al centenar de niñas y niños de 3 a7 años que allí acudían, en número sensiblemente menor que el de los niños de Oviedo. Tenían a fin de siglo material de Montesinos y Froebel y su maestro durante muchos años fue don Urbano Olay, que cobraba 1.900 pesetas al año; la maestra, cuyo nombre desconocemos, cobraba 825 pesetas. La Escuela del Postigo, cuyo edificio sigue, hace años que no es escuela, ha cambiado de dedicación.
Con el siglo XX se abrieron en Oviedo varios colegios privados, generalmente religiosos, como el de las Dominicas, con edificio propio de 1925, en la calle de Fermín Canella, donde sigue.
En la posguerra Oviedo se llenó de colegios con enseñanza separada para niños y niñas, como si en las casas los hermanos y las hermanas ni se cruzaran en el pasillo. A la vez colegios privados dieron trabajo a muchos profesores e incluso maestros apartados por ideología enseñaban en la mesa del comedor de su casa, en historia que ya contamos aquí alguna vez.
En este último tiempo, por fortuna, la ciudad se fue llenando de escuelas públicas y bien dotadas, al tiempo que se multiplicaron los centros privados, que, en general, dejaron sus edificios en la ciudad, excepto las Dominicas y la Milagrosa, y salieron incluso del concejo, con lo que, mañana y tarde, las calles se llenan de autocares y las aceras, de familias que depositan o recogen su valiosa mercancía escolar, pertrechados de carteras, mochilas y carros para los libros, porque el saber sí ocupa lugar.
Fuente: http://www.lne.es/oviedo/