POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE TORREVIEJA (ALICANTE).
En la elección de la directiva del Santo Hospital de Caridad de 1907 no fueron pocos quienes apoyaron la candidatura de seguidores de Chapaprieta, ‘chapistas, aun siendo el blanco de los ‘trinistas’ -seguidores de Trinitario Ruiz Valerino-, que ocupaban la alcaldía ocupada por Rafael Sala García, y mayoría de las concejalías del ayuntamiento. En in principio los ‘trinistas’ intentaron eliminar a su administrador ‘chapista’ y nombrar una nueva junta directiva entonces presidida por Pedro Samper Serrano otros seguidores de Chapaprieta, y que fue cesada por el ayuntamiento, eligiendo, sin votación de electores, una nueva junta directiva formada por partidarios ‘trinistas’. Pedro Samper había hecho mejoras de importancia en el edificio, lo habilitó de ropas, dejando 421,50 pesetas en dinero en efectivo, y unas expectativas de recaudación procedente de las casetas de la feria de ese verano que dieron un ingreso de más de dos mil pesetas.
Contra este cese y nueva designación se elevó una protesta al gobernador civil por parte de los miembros electores del hospital. El gobernador, tras analizar los hechos y llevando a cabo las gestiones pertinentes anuló la lista elegida sin el concurso de los electores y señaló nuevo día para las elecciones. Quedó establecido que el día 26 de enero, procediéndose a la elección de la junta de gobierno del Santo Hospital de Caridad, presidiendo la elección un delegado mandado por la máxima autoridad provincial, y tomando parte en ella como electores novecientos sesenta y dos torrevejenses. Ese día fueron elegidos los siguientes cargos, de nuevo la mayoría de ellos destacados seguidores ‘chapistas’: administrador, Pedro Samper Serrano; tesorero, José Dostepiany Torres; secretario, Manuel Cánovas Torregrosa; vicesecretario, Pedro Ballester Prieto; y vocales a José Inglada García, Pablo Lozano Ballester, Manuel Gómez Alonso, José Dols Mas, Manuel Blanco Dols, José Cuenca Andreu, Justo Montesinos Alcaraz y Gerónimo Torregrosa Sala.
La nueva elección confirmó el sentir de los miembros del Santo Hospital, y no respondió a la decisión del partido dominante en el ayuntamiento. El inconveniente que planteó el alcalde fue el que sus miembros eran fieles seguidores de Chapaprieta. Esto no fue tolerado por los elementos ‘trinistas’ de la población. Pero motivado por las quejas y la intervención del gobernador civil todo volvió a la una relativa normalidad. La nueva lista significó la opinión popular y no el despótico intento de controlar la institución por los motivos políticos de los seguidores de Trinitario Ruiz Valarino.
Todo ello motivó un desplante político en un acto religioso cargado de tradición y arraigo en el pueblo de Torrevieja: la procesión del día de San Vicente Ferrer. Pedro Samper, administrador del hospital habló con el alcalde para ponerse de acuerdo acerca de la celebración de la manifestación religiosa, que debía presidir dicha autoridad y que no sólo negó su permiso, sino que ordenó la prohibición del acto.
A la vista de esto, el administrador, estimando interpretar debidamente el reglamento del Hospital y el unánime sentir del pueblo, dio cuenta de lo que ocurría al gobernador civil que acordó enviar a Torrevieja un delegado para que, en el caso de insistir el alcalde en su acuerdo, procediera a su revocación y a celebrar, bajo la presidencia del delegado del gobernador. Puestos de acuerdo el delegado con el párroco, salió la procesión después de la Misa de once a la que asistió casi todo el pueblo, no obstante haberse manifestado infundadamente por un médico que en el hospital había enfermos con síntomas de viruela, sin duda para fundar en algo la negativa del alcalde.
El 27 de abril de 1908, se produjeron altercados al oponerse un grupo de gente a que la procesión del viático, que visitaba el Santo Hospital de Caridad en el día de San Vicente Ferrer para que los enfermos recibieran la comunión, llegara hasta allí por motivos de un posible contagio, al correrse la voz de que algunos enfermos con la temible enfermedad de la viruela.
Unos pocos momentos estaba en la calle la procesión, aunque en las cercanías de las puertas del templo varios hombres hicieron más de cuarenta disparos de revólver sobre el palio en un día que pude haber sido de luto. Por suerte no ocurrió desgracia alguna entre la inmensa muchedumbre que invadía toda la carrera de la procesión y calles cercanas, aunque cundió el pánico y el desorden volviendo el palio a la iglesia en medio de la mayor confusión. Los pistoleros desaparecieron no sin ser reconocidos muchos de ellos.
Esta misma noche y en el tren correo llegó el gobernador civil, el teniente coronel de la guardia civil, el juez de instrucción con fuerzas de la benemérita para que depuraran responsabilidades. En el sumario constaron sus nombres entre los que destacaban personas de cierta representación que tomaron parte en este hecho, disparando también sus armas personas que las usaban con la correspondiente licencia.
Conocido el triste hecho por el gobernador civil, se personó en Torrevieja aquella misma noche acompañado del teniente coronel de la guardia civil, disponiendo todo lo necesario para que se celebrara al día siguiente la procesión religiosa suspendida en el anterior bajo su presidencia, acompañado del jefe militar, del juez de instrucción de Orihuela, venido a Torrevieja con motivo de lo ocurrido y de otras personalidades de la población.
Se aplazó se aplazó la procesión al Santo Hospital de Caridad hasta el miércoles día 29 en el cual estuvo presente el gobernador, el teniente coronel de la Guardia Civil, el señor juez de instrucción y otras personalidades llevándose a término la procesión, esta vez, sin incidente alguno. Acudió al acto casi todo el pueblo con respeto, entusiasmo y seriedad. Las acertadas medidas adoptadas por el gobernador en el elevado cumplimiento de sus deberes las premió el pueblo con una salva de aplausos, vítores y aclamaciones a la salida del templo.
Sobre los hechos ocurridos se abrió un juicio para esclarecer las responsabilidades de las personas que habían intervenido. Con las indagaciones practicadas se incrementó la indignación de los “chapistas” al ver cómo sólo fueron detenidos unos entre los que figuraban dos, que por haber salido del Hospital a recibir al Santísimo sin otras armas que las velas con que alumbraban, siendo ultrajados, pisoteados y tiroteados. Fueron encarcelados cinco individuos y en la misma noche fueron puestos en libertad provisional. Ante esto Joaquín Chapaprieta tomó partido en el asunto y, como abogado, salió en defensa de sus seguidores.
El juez especial que instruyó el sumario por los sucesos dio, el 24 de junio de 1908, por terminado su trabajo en Torrevieja, saliendo en el tren de la noche para Valencia, no teniendo noticias del resultado de la causa. La vista de los procesamientos, dictados por el juez especial que instruyó el sumario se celebró, en Alicante, en el mes de noviembre. Chapaprieta acudió a representar a sus seguidores a la Audiencia Provincial, yendo acompañado por su padre, Vicente Chaparrita Fortepiani.