POR ANTONIO SÁNCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA).
El auténtico valor del patrimonio se adquiere cuando es reconocido como tal por la sociedad en la que se inserta. Partiendo de esta premisa que se da en Malanquilla, la siguiente cuestión que hay que abordar es la de su puesta en valor mediante el estudio y el conocimiento público. Sólo a partir de ahí o mejor dicho, después de ello, es posible llegar a una tercera fase que podríamos encuadrar dentro de lo que se viene llamando la gestión del patrimonio como recurso turístico, en cuanto que generador de riqueza.
La España vaciada, en grave riesgo de despoblación, no sólo se ciñe a unos pueblecitos de Aragón, sino que abarca grandes extensiones de España, por lo que el problema adquiere proporciones catastróficas para el mundo rural. Afortunadamente en nuestros tiempos son muchas las iniciativas que se vienen sucediendo para regenerar estos núcleos de población al borde de la desaparición.
El turismo es una de las principales fuentes de ingresos en la economía española, que aporta un 12% al Producto Interior Bruto (PIB). El 37% de las cifras anuales del sector turístico se derivan del turismo cultural.
Por su parte, la Organización Mundial del Trabajo define este tipo de turismo como la posibilidad que las personas tienen de adentrarse en la historia natural, el patrimonio humano y cultural, las artes y la filosofía, y las instituciones de otros países o regiones.
En España el 80% de esta riqueza diversa se encuentra diseminada en el medio rural. En Aragón el 85 % de los Bienes de Interés Cultural (BIC), están en municipios con menos de 10.000 vecinos, mientras que el sólo el 11% se encuentra en las tres capitales de provincia, es decir, 2154 BIC pueden convertirse en instrumentos para combatir la despoblación y atraer a una demanda creciente de visitantes a los que mueve la cultura, la historia, la literatura y también otro patrimonio, el natural, que es el paisaje.
De acuerdo con estos datos que aporta la Fundación Tarazona Monumental, ejemplo de conservación, puesta en valor y en el uso de esos recursos, en el marco de una jornada de trabajo celebrada recientemente en Tarazona, sobre la España vaciada y su patrimonio cultural como medio para fijar población en el medio rural, se impone un modelo de gestión del patrimonio innovador, inteligente y sostenible que, además de salvaguardar los monumentos, sirva de estímulo para revertir la despoblación que afecta a tantos municipios.
La gestión turística del patrimonio cultural podría definirse, según María Velasco González (Cuadernos de Turismo, 23,(2009),pp. 237-253, Universidad de Murcia), como la aplicación de conocimientos específicos para la conversión de bienes de patrimonio cultural en recursos turísticos.
Los conocimientos pueden provenir de disciplinas vinculadas a diversos campos de la gestión empresarial o de otras, tomando como referencia la realidad específica del turismo (como la gestión de destinos, la planificación turística, la gestión de organizaciones turísticas o la promoción turística). Pero por encima de los conocimientos técnicos debe primar la preservación de este patrimonio cultural en cuanto que herencia de quienes nos precedieron, porque únicamente de esta manera podremos relacionar el bien dentro de un contexto global moderno e innovador.
La nueva visión viene a considerar a los elementos que integran el patrimonio cultural como elementos generadores de turismo y, por lo mismo, de riqueza. Y no me refiero sólo a bienes tangibles sino a los intangibles también, dentro de los cuales podríamos encuadrar a las fiestas singulares o el folklore, que crean y potencian un valor de identidad y que contribuyen a visitar otros recursos en los que no había pensado el turista. Los recursos turísticos deben ser gestionados de manera eficiente, seria y rigurosa, lejos de la percepción voluntarista y emocional que tradicionalmente ha venido prevaleciendo.
En Malanquilla esto es lo que se pretende con la creación del Sendero turístico del agua, de la nieve y del viento, aprobado por el ayuntamiento y en construcción actualmente.
Como ya hemos indicado en otras ocasiones, se trata de unir y poner en valor los distintos monumentos históricos y paisajísticos que se encuentran alrededor de la población, fundamentalmente, aunque también se incluye la iglesia de La Asunción, en el centro del pueblo.
Al hilo de lo comentado más arriba, los monumentos que integran este sendero son tenidos como tales por la sociedad en la que se insertan. Se han realizado pormenorizados estudios, ocupándonos también de su divulgación para conocimiento público. La propia iglesia parroquial del siglo XVI, con magníficos retablos de influencias castellanas, la ermita del Stmo. Cristo del Humilladero, del siglo XVII, la nevera o pozo de hielo recien declarada BIC por la Diputación General de Aragón, la ermita de Santa María del siglo XII, el molino de viento más famoso de Aragón, la fuente romana del siglo I, con su cisterna, en el lugar donde nace el manantial que la alimenta, los restos del primitivo castillo, en el barrio del mismo nombre, conforman un circuito de tres kilómetros que permitirá al visitante disfrutar del pasado histórico de Malanquilla y de admirar la riqueza paisajística del entorno, descubriendo el cordel de la Pedriza, que según la legislación de la Mesta, es una vía pastoril para los ganados trashumantes de 45 varas de ancho.
Ha llegado el momento, en la tercera fase, de contemplarlos como generadores de recursos turísticos mediante una gestión moderna y eficaz, de acuerdo con lo expuesto en este artículo. De ello puede depender la supervivencia de un pueblo que no se resigna a ver jugar una partida decisiva sin tomar parte activa en ella.