POR ANTONIO SÁNCHEZ DEL BARRIO, CRONISTA OFICIAL DE MEDINA DEL CAMPO (VALLADOLID)
«¿Pero tú no crees que las fiestas de Valladolid nos están comiendo?, estoy convencido de que lo mejor es cambiar las fechas de San Antolín»; «Bueno, igual se tiene que dar una vuelta al calendario, puede que trasladar las fiestas a finales de agosto y finalizar el 2 de septiembre nos venga bien»; «¡De ninguna manera, las fiestas tienen que celebrarse del 1 al 8 de septiembre, faltaría más!». Sí, estas son algunas de las frases más típicas que la población está acostumbrada a escuchar, en Medina del Campo, en estos últimos años. Una sensación, para muchos, de necesidad de cambio de nuestras tradicionales fechas de celebración de las Ferias y Fiestas de San Antolín y un enervamiento, para otros tantos, que no están muy por la labor de formar parte de un cambio trascendental en la historia.
Y es curioso, este año más que nunca, debatir sobre las fechas de las Ferias y Fiestas de San Antolín. Justamente este año, como muy bien anunciaba Antonio Sánchez del Barrio como cronista oficial de la villa y presidente de la Fundación Museo de las Ferias, se cumple el 150 aniversario del nombramiento de San Antolín como patrón de la localidad. No fue anteayer, fue exactamente en una sesión plenaria el 16 de agosto de 1873 cuando se fijaron los días 2, 3, 4, 5 y 6 de septiembre como momentos de celebración y algarabía. «¡Vaya, pues no son del 1 al 8 como decís tantas veces que es ‘tradicional’!» pensarán muchos. Pues bien, sólo hubo que esperar cinco años, es decir, a 1878, para acordar ese periodo de ocho días inamovibles que conocemos en la actualidad.
Para muchas personas foráneas, esto puede suponerles un mero dato puntual. Sin embargo, para aquellos amantes de esta tierra, para quienes tienen un vínculo irrompible con esta localidad y tienen sensibilidad con sus raíces, entienden que no son meras efemérides, sino mucha ‘tela que cortar’. Si bien es cierto, el vínculo de San Antolín que Medina del Campo se traslada a tiempos mucho más pretéritos que 1873. En tiempos antiguos, esta celebración seguía siendo la intrínseca de la localidad, aunque en calidad de voto de villa. Por lo que, sin duda, ese 16 de agosto de hace 150 años marcaba la incorporación de todo un pueblo en el derecho de festejar.
Hombres, mujeres y niños que en su día lucharon para que el pueblo llano pudiera también gozar de festejos y empezar a forjar una serie de tradiciones que perduran hasta nuestros días. Un total de 8 días perfectamente fijados para afianzar y blindar una memoria colectiva, que ha bebido y sigue bebiendo de las experiencias más bonitas que puedan darse en un pueblo: el contacto con los seres queridos, el formar parte de una asociación o peña, el correr cada uno de los encierros, o el tomar alguna que otra limonada porque… ¡Estamos de fiesta!
Así es, una memoria colectiva que lo único que hace es ahuyentar a las modas. Una memoria colectiva basada en hechos y experiencias que va forjando una identidad o sentimiento de pertenencia que echa raíces en cualquiera de los corazones vinculados a Medina del Campo… ¿alguien se imagina, después de todo lo que lucharon ellos, explicarles a aquellos antepasados nuestros de 1873 que queremos cambiarlo todo de golpe y porrazo?, que no queremos que las fiestas sean del 1 al 8; que mejor cambiamos el recorrido del encierro; o que en vez de la comparsa de Gigantes y Cabezudos vamos a incorporar unos magníficos robots luminosos.
No sé, puede que haya cosas que vayan variando muy poquito a poco, pero los cimientos, ¿acaso alguien no ha pensado que si se tocan se desmorona el edificio? no sé, es posible que muchos medinenses tengan en cuenta otros aspectos para defender esa postura de mover las Ferias y Fiestas de San Antolín pero hay otros tantos que no guardamos valor suficiente para pensar tal cosa, sabiendo del esfuerzo que supuso.
Y es que el sentimiento de pertenencia no entiende de modas. Valladolid que haga lo que quiera. Que mueva sus fiestas tantas veces como le venga en gana. Pero aquí, en Medina del Campo, dibujamos y escribimos nuestra historia con los rostros de personas. Con nombres y apellidos que dieron todo de sí para poder contar con unas Ferias y Fiestas excelentes. En nuestra mano está ahora entenderlo o no. Ojalá tener una ventana al pasado. Ser testigos de aquellas sesiones plenarias y de la defensa de los nuestros por instaurar el periodo del 1 al 8 de septiembre como festivo. Quizá sería la forma de palpar de cerca lo que realmente es sentir un pueblo.