POR LUIS MIGUEL PÉREZ ADÁN, CRONISTA OFICIAL DE CARTAGENA (MURCIA)
El pasado miércoles asistimos a un reencuentro, entre el submarino Peral y un mural, realizado por los pintores Enrique Gabriel Navarro y Ramón Alonso Luzzy, que acompañó a este durante cerca de 40 años a la entrada del paseo del muelle Alfonso XII, junto a nuestro entrañable puerto.
Ambos elementos, formando un conjunto, integraban parte de un coqueto jardín que se dispuso en el año 1965 y que se convirtió en un icono representativo de Cartagena, pues su emplazamiento en tan estratégico lugar lo convirtió en postal y su representación como símbolo de esta ciudad está repartido por miles de instantáneas como fondo de aquellos miles y miles de reclutas y visitantes que junto a él se retrataban para dejar huella de su presencia en Cartagena.
El submarino Peral ya es parte de la esencia cartagenera, por su inventor hijo de esta tierra, en donde reposan sus restos en el mausoleo del cementerio de los Remedios; por su museo, en donde ahora como pieza museística y a salvo se encuentra el prototipo, así como por su esperada casa museo próxima a su inauguración. Pero faltaba algo, el mural.
La obra fue realizada por Navarro y Luzzy en 1965, cuando se inauguró ese emplazamiento. Está compuesta por 462 azulejos de unos 14 centímetros cada uno de ellos, pintados a mano y cocidos a fuego. Cerraban la parte de popa del submarino en la zona ajardinada, constituida por dos bloques a los lados y uno central en donde se evocaban escenas navales de representaciones de barcos y dos marineros con timón y ancla y en el centro un escudo de la ciudad que hoy se encuentra desaparecido.
Para la inauguración de este monumento en 1965 no se escatimaron medios, el traslado del sumergible desde su anterior emplazamiento en la Base de Submarinos, dentro del Arsenal Militar, se realizó cortando el casco en tres partes y una vez colocadas en su nuevo emplazamiento fueron soldadas. La realidad es que todo esto fue posible por el empeño del Consistorio cartagenero con su alcalde al frente, Federico Trillo-Figueroa. Finalmente la Armada concedió esta cesión y se inauguró el domingo 12 de diciembre del referido año.
Inauguración en 1965
Asistieron al acto el ministro de Marina, almirante Nieto Antúnez, el capitán general del Departamento, almirante Ruiz González, y una gran concentración de altas instancias militares y civiles, cuerpo consular y una representación de toda la sociedad cartagenera del momento.
Especial relevancia tuvo la presencia de la familia Peral, con su único hijo vivo entonces, Antonio Isaac Peral, acompañado de numerosos nietos del inventor cartagenero que mostraron su complacencia con todo este homenaje llegando a señalar: «Cartagena se ha portado como un padre con su hijo».
Se pronunciaron diversos discursos ensalzadores, una misa, actos protocolarios, se mostró el referido mosaico y concluyo la ceremonia con un desfiles militar.
Lástima que durante el año 2002 el Peral fuera reubicado en otro lugar del muelle y posteriormente en el 2012 pasara a su actual emplazamiento, algo que fue necesario por razones de conservación y preservación.
Pero para el recuerdo de miles de visitantes y cartageneros el submarino Peral y su mural eran la puerta al paseo del Muelle, cuando los domingos de invierno se instalaba allí la feria –mejor dicho, los caballitos– con todo tipo de atracciones, tómbolas y casetas con distintos juegos de azar y habilidades, sus sonidos de sirenas, su música estridente, su ‘¡siempre toca, sino un pito, una pelota!’ y la ilusión de los niños y niñas por subir a la noria o a los coches de choque.
Sus restaurantes, al principio y frente a nuestro submarino, el Mare Nostrum, con su terrazas y mesas, su escaparate lleno de crustáceos vivos, sus tortillas de patatas que liquidaban en un instante los marineros franco de ría del CIM, para terminar en el otro extremo del paseo con ‘Félix el marrano’, un barracón lleno de encanto, sabores, tinajas y almejas que te escupían agua del mar al pasar.
Son recuerdos de una Cartagena entrañable que se nos fue y que hoy podemos rememorar gracias a este afortunado y acertado reencuentro entre un submarino y un mural, felicitaciones a todos los que lo han hecho posible, especialmente los hijos de Navarro y Luzzy, el Museo Naval de Cartagena y la Autoridad Portuaria, otra vez juntos para siempre.
FUENTE: https://www.laverdad.es/murcia/cartagena/submarino-peral-mural-20230415092333-nt.html