POR JUAN FRANCISCO RIVERO DOMÍNGUEZ, CRONISTA OFICIAL DE LAS BROZAS (CÁCERES)
Mi buen amigo Lope Morales Arias, presidente de la Federación Taurina de Jaén, me envía una amplia documentación sobre el Toro de San Marcos. En la ciudad y provincia de Jaén estuve en el verano de 1973 haciendo mis primeras prácticas de periodismo, año en que murió Pablo Ruiz Picasso y me enteré cuando salió la noticia en un boletín del teletipo mientras disfrutaba del “fresco” en un balcón de la Carrera de Jesús, número 3, junto a la catedral y el Ayuntamiento de la ciudad jaenera; en esta calle se encontraba el periódico que se imprimía en una rotoplana de finales del siglo XIX que había sido donde se había impreso el famoso periódico “Pueblo” que dirigía Emilio Romero, y con el que años más tarde me tomaría una rica paella en el puerto de Ibiza, invitado por Abel Matutes. ¡Ah los recuerdos juveniles de toda una vida!.
Pues bien Lope Morales, impartió recientemente una conferencia sobre el tema de los toros. No podía dejar de tratar el Toro de San Marcos, que tanta historia tuvo en nuestra villa. El me pidió ayuda y rápidamente le envié documentación sobre el Toro de San Marcos en Brozas. Con el tiempo, él me correspondió con el envío de unas fotocopias del libro de Luis Zapata de Chaves, natural de Llerena (Badajoz) (1526 . Valladolid 1595), titulado “Miscelánea de curiosos casos”, editado por la Compañía Iberoamericana de Publicaciones, con sede en Madrid y delegaciones en Barcelona y Buenos Aires.
Tras contar varios casos de corridas de toros en tiempos del emperador Carlos V, por Valladolid, Salamanca o Talavera de la Reina, se centra en Brozas. Esto dice de nuestro pueblo, con el estilo de escritura del siglo XVI (en la imagen copia del libro original archivado en la Biblioteca Nacional):
“Pensé atrás decir este caso que diré, y olvidóseme, como cuando del coso se escapa algún toro para correrse otra vez, y este cuento es de lo que pasa los días de San Marcos cada año, en un lugar que se llama Las Broças, tierra de Alcántara».
«En aquel lugar teniendo alguno espantable y temeroso toro, y que de fiero no se pueden con el averiguar, dásele a la Iglesia. Llegando el día de San Marcos, a la víspera de él, donde no le para hombre que vea, y llegado en su asnillo ante el embajador de San Marcos, le dice: “Marco, amigo, ven conmigo a las Broças, que de parte de San Marcos te llamo para su fiesta”. El toro luego deja sus pastos, y manso váse delante de él; entra a las vísperas a la Iglesia como un cordero manso, y pónenle en los cuernos rosas y guirnaldas las mujeres; y sin hacer mal a nadie, sálese acabadas las vísperas al campo allí cerca. Otro día va en la procesión suelto entre la gente, y pasa un arco del claustro, tan estrecho que ha menester para pasar ladear los cuernos, y esto sin que se lo diga nadie, y toda la misa se está de pie delante de las gradas del altar mayor, y acabada de alzar la hostia postrera y de consumir alguna vez, sálese de la Iglesia a todo correr, como muchacho de la escuela, y base por esos montes y jarales, volviendo a su bravura natural”.
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