POR SILVESTRE DE LA CALLE GARCÍA, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE GUIJO DE SANTA BÁRBARA (CÁCERES)
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Para la reproducción de toda especie ganadera, se necesita disponer de buenas hembras fértiles que deberán ser cubiertas por un semental, de su misma especie o no, o bien ser inseminadas.
Se suele pensar que para que una explotación ganadera, en el caso que hoy nos ocupa de ganado bovino, funcione correctamente, es importante contar con buenas vacas reproductoras pero también es importante que el toro o toros utilizados como sementales sean inmejorables.
DIFERENCIAS ENTRE MACHOS BOVINOS ADULTOS.
El Diccionario de la Real Academia define TORO como macho bovino adulto.
Ciertamente esto es correcto pero no del todo puesto que encontramos machos bovinos adultos que no pueden denominarse toros, pudiendo distinguir tres tipos de machos bovinos adultos.
Se conoce como TORO al macho bovino adulto y entero destinado a la reproducción o a la lidia.
Los toros reproductores pueden utilizarse en monta natural o destinarse a la recogida de semen para inseminar a las vacas.
Con el nombre de BUEY se denomina al macho bovino adulto castrado después de la pubertad. Tradicionalmente eran utilizados para el trabajo si bien hoy en día es cada vez más raro su uso, reservándose a fiestas y romerías donde tiran de carretas o para la recreación de oficios tradicionales.
Sin embargo, actualmente su principal producción es la carne de gran calidad.
Los CABESTROS o MANSOS son machos bovinos adultos castrados antes de la pubertad. Al tener bajos niveles de testosterona, no se desarrollan como un toro normal y presentan un aspecto más femenino o «avacado» con alargamiento de las partes distales del cuerpo (cabeza, cuernos, extremidades y cola). Se utilizan para el manejo de ganado bovino de lidia y/o extensivo.
En este artículo, nos centraremos en hablar del toro semental, rey y señor de la ganadería y componente fundamental junto con las vacas para la reproducción.
DESAROLLO DEL TORO: DE TERNERNERO A SEMENTAL.
Desde que un ternero nace hasta que se convierte en un poderoso semental, tienen que pasar bastantes meses e incluso años, debiendo pasar por diferentes momentos de selección en los que la mayoría de los terneros serán desechados, llegando sólo alguno de ellos al final del camino.
Los terneros vienen al mundo tras 9 meses de gestación. Teóricamente, la mitad de los terneros deberían ser machos y la otra mitad hembras, aunque esto es muy relativo.
Nada más nacer el ternero y teniendo cierto cuidado si la madre es un poco arisca, el ganadero comprueba el sexo del ternero y comprueba que esté totalmente sano.
Todos los terneros y terneras, salvo en el caso de los nacidos de vacas lecheras especializadas, permanecerán con la madre durante un periodo mínimo de 4 meses para alimentarse de leche materna si bien en ocasiones puede complementarse su alimentación con pienso especial para terneros e incluso paja y heno aunque si el pasto es abundante, podrán complementar su alimentación con él sin necesidad de recibir otro alimento.
Entre los 4 y los 9 meses dependiendo de la raza y del sistema de manejo, tiene lugar el destete.
Normalmente, los terneros se destetan antes que las terneras pues a los 6 meses ya comienzan a mostrar interés sexual por las hembras y pueden cubrir a sus hermanas y dejarlas preñadas con el siguiente perjuicio para las jóvenes hembras.
Si son bastante grandes, pueden llegar a cubrir a su propia madre si esta no está preñada, aunque esto último es bastante inusual.
Cuando se realiza el destete, se seleccionan para vida los mejores terneros y el resto son vendidos a cebaderos o directamente a mataderos aunque muchas veces son cebados en la propia explotación.
Los terneros escogidos para vida, no se engordan en el cebadero sino que son separados de las vacas y mantenidos en alguna cuadra, cerca o pradera donde son alimentados convenientemente.
En el caso de los terneros de aquellas razas seleccionadas o que disponen de Asociación de Criadores y Libro Genealógico, se lleva un control riguroso de todos los animales nacidos y llegado el destete, los terneros que reúnan mejores cualidades, son llevados a Centros de Testaje donde se valoran sus características.
Al cumplir 14-15 meses, se recoge semen de los mejores para poder inseminar a las vacas en el futuro y en la mayoría de los casos, el ganadero se lleva el ternero, ya un añojo, para utilizarlo como semental o para vendérselo a otro ganadero.
A partir de los 15 meses, y aunque el animal no sea completamente adulto, ya podemos considerarlo como un joven semental que seguirá creciendo como mínimo hasta los 3 años, aunque en las razas menos seleccionadas o primitivas, el crecimiento máximo no se alcanza hasta los 5 años.
MANEJO DEL SEMENTAL.
Los sementales deben recibir un esmerado manejo tanto en lo relativo a la alimentación como al alojamiento para garantizar que estén perfectamente sanos cuando cubran a las vacas.
Aunque sean animales muy dóciles, su comportamiento puede cambiar totalmente cuando se encuentran con las vacas, especialmente si alguna de ellas está en celo.
Por ello, se les debe acostumbrar desde el primer momento al trato con las personas para evitar cualquier accidente.
En las explotaciones intensivas, especialmente en aquellas dedicadas a la producción lechera, y en algunas extensivas o semiextensivas, los toros permanecen siempre separados de las vacas siendo estas conducidas al lugar donde se encuentra el semental cuando están celo, lo cual ocurre cada 21 días si no están preñadas.
Cuando el semental haya cubierto a la vaca por lo menos 2 veces, se retira la vaca y se deja nuevamente al semental solo aunque si se cree oportuno, puede dejarse a la vaca con el toro durante 1 ó 2 días.
Después de cada cubrición, conviene que el toro descanse 2 ó 3 días para que pueda comer tranquilamente y recuperar fuerzas.
En las explotaciones extensivas, se suele establecer una época de cubrición con el fin de que la época de paridera tenga lugar en el momento más idóneo para la crianza de los terneros y su posterior comercialización.
Dicha época de paridera estará condicionada por el manejo variando si se realiza estabulación invernal, trashumancia de largo recorrido, trasterminancia, muda o subida a puertos….
En estas explotaciones, el toro o toros permanecen separados de las vacas y llegado el momento, se sueltan con ellas al campo.
La temporada de cubrición deberá durar como mínimo 2 meses con el fin de que las vacas tengan al menos dos celos en dicho periodo siendo así más fácil garantizar la fecundación.
No obstante, lo ideal es que la temporada de cubrición dure entre 2 y 6 meses pero no más con el fin de dar al menos 2 meses de descanso al toro siendo lo ideal 6 meses de descanso y 6 de cubrición.
En tales circunstancias, lo ideal es realizar lotes de 30-50 vacas por semental adulto pudiendo introducir también introducir también uno más joven.
Nunca se deben tener dos sementales de la misma edad por lote de vacas ya que pasarían el tiempo peleando para ahuyentar al otro cuando haya una vaca en celo, además de poder ocasionarse lesiones y accidentes.
La temporada o época de cubrición comenzará 9 meses antes de la fecha prevista de comienzo de la paridera y terminará, del mismo modo 9 meses antes de la fecha de finalización de la citada paridera.
De esa forma, el ganadero concentrará los partos en el momento más conveniente para sus intereses.
Los sementales jóvenes son bastante inexpertos y a veces tratan de cubrir a las vacas cuando éstas no están en celo lo que provoca en las vacas una reacción hostil, huyendo del toro o ahuyentándolo a topetazos.
Sin embargo, los toros adultos saben cómo actuar. Comienzan olisqueando el aire y los lugares donde han orinado las vacas, detectando así las posibles candidatas para ser cubiertas.
Seguidamente, el toro se acercará a las vacas receptivas y las olfateará pero sin atreverse a cubrirlas hasta no estar totalmente seguro de que están en celo. Es sorprendente ver al más grande y bravo de los toros comportarse mansamente ante las vacas.
Este cortejo puede durar varios días en los que el toro apenas come.
Cuando la vaca esté lista, se quedará muy quieta cuando el toro se acerque a ella y apartará ligeramente la cola, pero aún así el toro no la cubrirá inminentemente sino que apoyara su cabeza sobre la parte trasera de la vaca para comprobar que no le rechaza.
Tras todo esto, se producirá la cópula que, al igual que en todos los herbívoros es sumamente rápida, pudiendo repetirse varias veces mientras que la vaca siga estando en celo.
Pasado el celo, la vaca no volverá a permitir que el semental se acerque con intenciones a ella y sólo lo aceptará si a los 21 días vuelve a entrar en celo al no haber quedado preñada.
Terminada la temporada de cubrición, el toro será separado de las vacas pudiendo estar tranquilamente con otros toros, ya que al no haber vacas en celo, no se pelearán.
Durante este periodo los toros deberán alimentarse convenientemente para recuperar el peso y masa muscular perdidos durante las cubriciones pero vigilando que no engorden en exceso pues podría ser perjudicial para ellos.
Aunque los toros pueden permanecer durante el periodo de descanso al aire libre, conviene que dispongan de algún cobertizo para resguardarse de las inclemencias meteorológicas e incluso estabularse en naves y cuadras para poder atenderlos mejor.
Un toro semental estará en activo durante muchos años si se maneja convenientemente no siendo raro que supere los 8-10 años o más.
Todo dependerá de la salud del animal y de su peso puesto que los toros excesivamente pesados, deben ser retirados por precaución al poder causar lesiones a las vacas durante la monta.
En ganaderías pequeñas donde sólo haya un toro, se retirará cuando se tengan varias hijas suyas en edad reproductiva para evitar problemas de consanguinidad.
Llegado el momento oportuno, el ganadero lo venderá para sacrificio o para vida a otro ganadero.
SISTEMAS DE CRÍA.
Existen dos sistemas de cría fundamentales a la hora de utilizar los sementales. El uso de uno u otro y de sus diversas variantes irá en función del criterio del ganadero, pudiendo usarse los dos al mismo tiempo si se dispone de dos o más lotes de vacas reproductoras o bien utilizarse un sólo sistema, pudiendo también emplearse alternativamente ambos cuando se mantiene solamente un lote de vacas.
La cría en pureza.
Consiste en la cubrición de las vacas con toros de su misma raza con el fin de mantener la pureza genética.
Se lleva a cabo en el caso de razas seleccionadas y de alta producción, ya sea de carne o de leche, y en el caso de razas autóctonas, especialmente de aquellas en peligro de extinción, con el fin de conservarlas.
Los ganaderos que llevan a cabo este sistema, se aseguran de conocer perfectamente la ascendencia del toro, lo cual es fácil actualmente cuando las razas cuenta con Asociación de Criadores y Libro Genealógico. De esta forma se evitan los problemas de consanguinidad.
En ganaderías grandes, se pueden dejar como sementales animales nacidos en la propia explotación, pero en las ganaderías con pocas reproductoras es mejor adquirir sementales de otras ganaderías no emparentadas.
El cruzamiento.
Hablamos de cruzamiento cuando las vacas son cubiertas por un toro de una raza diferente a la suya pudiendo pertenecer a razas taurinas o cebuínas.
No debemos confundir cruzamiento con hibridación puesto que esto último consiste en el apareamiento de diferentes especies, algo que se realiza habitualmente con los bovinos de otras partes del mundo utilizando como sementales machos de bisonte europeo, bisonte americano, yak doméstico, gayal, gaur, banteng o bovino de Bali.
En función del destino de las crías nacidas a la hora de realizar cruzamientos entre ganado bovino, podemos hablar de dos tipos fundamentales: cruzamiento simple o industrial y cruzamiento de doble estado o doble vía.
El cruzamiento simple o industrial es aquel realizado entre dos razas diferentes y en el que toda la descendencia es destinada al sacrificio para la producción de carne por lo que podemos referirnos a él como un cruzamiento potenciador de la producción de carne.
Las hembras utilizadas en este cruce pueden ser de razas autóctonas o integradas y extranjeras puras aunque también pueden utilizarse hembras cruzadas.
Cuando se trata de razas puras, las hembras son utilizadas para cruzamiento porque no cumplen plenamente con el prototipo racial, porque su producción no es elevada (caso de muchas razas lecheras) o simplemente porque el ganadero no quieren dejar terneras para reposición o venderlas para vida a otros criadores.
Los toros utilizados pueden pertenecer a algunas razas autóctonas españolas que durante las últimas décadas han sido intensamente mejoradas partiendo de bovinos de triple aptitud (trabajo-carne-leche) para mejorar sus potencialidades carniceras y sus cualidades reproductivas. Se trata de las razas Pirenaica, Rubia Gallega y sobre todo Asturiana de los Valles.
Sin embargo, lo más habitual es utilizar toros de razas especializadas de origen extranjero, algunas de ellas consideradas como integradas en Catálogo de Razas de Ganado de España por llevar décadas criándose en nuestro país y por haber demostrado que están perfectamente adaptadas a nuestros sistemas de cría y a nuestros ecosistemas (Blonda de Aquitania, Charolesa, Fleckvieh, Frisona, Limusina y Parda) y otras introducidas hace menos tiempo o mantenidas por un menor número de criadores como la Angus, la Azul Belga o la Salers entre otras muchas.
Al no destinarse a la cría en pureza, nunca se utilizan para cruzamiento los mejores toros aunque tampoco son dejados para sementales los peores terneros. Se utilizan toros con cualidades aceptables si bien en grandes ganaderías llegan a utilizarse buenos toros pero no sobresalientes puesto que tales animales se reservan para la cría en pureza y la inseminación artificial.
Se valoran distintas cualidades a la hora de elegir un toro pero fundamental la morfología y la facilidad de parto de las hembras de su raza.
En hembras de primer parto, lo ideal es realizar cría en pureza para asegurar la facilidad de parto ya que el animal no ha alcanzado su pleno desarrollo pudiendo cruzarse después con toros de diferentes razas según el criterio y gustos del ganadero.
Si esto no es posible, la opción más acertada es utilizar sementales de raza Limusina para cubrir a las novillas dada la facilidad de parto que presenta esta raza.
Como dijimos anteriormente, todos los terneros y terneras de este cruce son destinados al sacrificio para la producción de carne inmediatamente después del destete o tras un periodo previo de cebo o engorde en cebaderos que pueden ser industriales o encontrarse en la propia explotación.
El cruzamiento de doble estado o doble vía, es más complejo de realizar pero fue muy común en épocas pasadas y aún se sigue haciendo actualmente aunque la mayoría de los ganaderos prefieren el cruzamiento simple por su facilidad de realización y resultados más que probados y plenamente satisfactorios.
Este cruzamiento consiste en cruzar dos o tres razas diferentes en dos fases distintas.
En la primera fase, se procede exactamente igual que en el cruzamiento simple pero las hembras nacidas no son destinadas al sacrificio sino que son recriadas como futuras reproductoras. A estas hembras se las da el nombre técnico de F1.
Tradicionalmente, este cruzamiento se realizaba empleando vacas autóctonas y sementales de razas lecheras como la Frisona o la antigua Parda Alpina (hoy separada en las razas Parda y Parda de Montaña) y con algunas otras razas lecheras o de doble aptitud como la Normanda. Con ello se conseguían unas hembras denominadas popularmente como «vacas mixtas» que eran rústicas como más rústicas que la raza paterna y más lecheras que la raza materna. Sin duda alguna, todo un logro ganadero.
Las vacas mixtas podían destinarse al ordeño pero su principal aptitud era la crianza de terneros y, dada su buena producción lechera, podían criar a su ternero y a otro adoptado o «arrimado» que se hubiese quedado huérfano o que fuese hijo de una vaca lechera especializada.
A menudo, estas vacas eran cubiertas de un toro de la misma raza paterna aunque lo más habitual era cruzarlas con toros de razas cárnicas especializadas como la Charolesa o la Limusina. Los terneros de las vacas mixtas crecían con rapidez dada la producción lechera de la madre y tenían una carne de gran calidad y una canal bien conformada.
Salvo en aquellas zonas donde la explotación de ganado lechero tiene cierta importancia, este cruce es actualmente poco común.
Actualmente, suele realizarse este cruzamiento con razas de aptitud cárnica, pudiendo emplearse solamente dos razas: la maternal y la paternal.
En la primera fase, la raza maternal es cruzada con un semental de los descritos al hablar del cruzamiento simple (autóctono mejorado, integrado o extranjero) destinando a sacrificio los terneros y recriando las terneras como futuras reproductoras (F1) para cruzarlas con sementales de la misma raza que su padre o de otra diferente.
Este tipo de cruzamiento es común en las grandes dehesas y zonas de cría de ganado bovino extensivo donde las vacas locales son cruzadas con sementales de razas como la Asturiana de los Valles, la Rubia Gallega, Charolesa, la Limusina o la Fleckvieh de carne para ser sus hijos cruzadas con toros de las mismas razas.
Es cierto que, los toros Fleckvieh de carne por ser una estirpe surgida a partir de una raza lechera, suele emplearse en la primera etapa del cruce y en una situación parecida nos encontraríamos los sementales de raza Parda de Montaña surgidos mediante la selección cárnica de sementales de raza Parda lechera. Las hijas cruzadas de estos toros son cubiertas de Limusín o Charolés con resultados verdaderamente excelentes.
Para realizar los cruzamientos, es necesario mantener en la explotación 2 ó más lotes diferentes de vacas.
En el caso del cruzamiento simple, se deberá mantener al menos un lote de cría en pureza para obtener hembras puras necesarias para la reposición de dicho lote y del lote o lotes de cruzamiento donde se introducirá un toro de raza especializada por lote. Dicho toro será adquirido fuera de la explotación aunque si la misma es muy grande, se puede llegar a mantener un pequeño lote de cría en pureza perteneciente a la raza elegida para producir los sementales necesarios aunque esto supone un trabajo extra y complica el proceso.
No obstante, si la explotación es muy pequeña, se puede realizar el cruzamiento simple de una manera bastante sencilla.
Con se puede mantener un lote de vacas y cubrir con un semental de la misma raza a las mejores hembras e inseminar al resto con semen de toros de aptitud cárnica e incluso se puede inseminar a todas las vacas con semen del semental de su raza para obtener hembras de reposición e inseminar al resto con semen de toros de la raza cárnica elegida.
En el caso de los cruzamientos de doble vía, se procede de manera similar pero manteniendo como mínimo tres lotes de vacas.
Uno de ellos dedicado a la cría en pureza, otro destinado al cruzamiento para la obtención de hembras F1 y otro lote integrado exclusivamente por hembras F1 aunque si se cruzan las hembras F1 con toros de la misma raza que su padre, pueden estar en el mismo lote que sus madres.
Si se trata de una explotación grande, puede tenerse un pequeño lote para la obtención de sementales para el cruzamiento como dijimos al hablar del cruzamiento simple.
Se puede también hacer uso de la inseminación artificial en uno o en todos los lotes.
Hoy en día, cuando se realiza monta natural, lo habitual es hacerlo con toro propio ya que la mayoría de las ganaderías bovinas españolas cuentan con un número de vacas que hace rentable el mantenimiento de un semental.
Si se tienen menos de 10-12 vacas y no se dispone de mucho pasto o recursos alimentarios propios, mantener un semental supone un gran gasto pero a partir de esa cifra, lo más cómodo es disponer de toro propio para facilitar el manejo aunque siempre se puede recurrir a la inseminación artificial como ya dijimos.
Sin embargo, en épocas pasadas y excepción de las ganaderías ubicadas en las grandes dehesas del suroeste peninsular que contaban con varias decenas de cabezas y también en algunas zonas de montaña con gran cantidad de pastos naturales disponibles, los ganaderos españoles contaban con un número inferior a 5-6 vacas reproductoras por explotación siendo muchas las familias que sólo tenían una pareja o yunta de vacas para el trabajo y/o la producción de leche para el abastecimiento familiar.
Estos ganaderos tenían que recurrir a diversas soluciones para que sus vacas quedasen preñadas. La más sencilla pero a la vez menos indicada por ocasionar problemas de consaguinidad, era cubrir a las vacas con un ternero nacido en la propia explotación y que se mantuviese en la misma hasta los 12-18 meses con el fin de venderlo ya cebado. De esta forma, el ternero cubría a su madre, abuela, tías, hermanas, primas…algo que era absolutamente negativo a la hora de seleccionar las razas.
Para evitar esto, muchos Concejos y Juntas Vecinales, precursores de los actuales Ayuntamientos, mantenían sementales de diversas especies (toros, caballos, burros, carneros, machos cabríos, cerdos…) para que cubriesen a las hembras de todos los vecinos.
En tales casos, la elección de los sementales estaba rigurosamente regulada por las ordenanzas concejiles.
Por ejemplo en las ordenanzas de 1726 del Concejo de Cabrales (Asturias) en el capítulo 11 se dice que el 25 de abril de cada año debían reunirse en el Corral del Concejo todos los novillos del pueblo para ser registrados por el veedor, los celadores y dos personas bien conocedoras de la raza del lugar. Los de peor calidad, se castraban ese mismo día y el resto podían subir libremente a Portadura, debiendo bajar el primer día festivo de septiembre para ser escogidos los mejores para engendran, quedando prohibida desde entonces su castración durante un año bajo pena de multa de 4 ducados y debiendo entregar un animal tan bueno como el castrado. Si no se bajaban los novillos, cada ganadero debía pagar 10 reales de multa por animal.
Las ordenanzas del Conceyu de Casu se parecían mucho a las de Cabrales, escogiéndose los añojos en Orllé el día 8 de septiembre y en El Campu en el mes de octubre en el llamado «día de los toros».
En Castilla estos toros eran denominados toros del concejo.
Eran cuidados por turno por todos los propietarios de vacas que hacían uso de ellos y normalmente se disponía de una cuadra o casilla con su correspondiente corral para encerrar al toro y llevar a las vacas para que las cubriera.
En muchos pueblos estos toros pastaban en terrenos comunales junto al resto del ganado, acompañando a la vacada formada por todas las vacas del pueblo pero en otras ocasiones, se le reservaba un prado propio en el que podían pastar las vacas del ganadero que por turno estuviese cuidando al toro.
Normalmente, había que pagar una pequeña cantidad por el servicio del toro y de esa forma, al venderlo se podía comprar otro toro joven con el importe obtenido de la venta y lo que hubiesen pagado los ganaderos.
En algunos pueblos existían también las denominadas paradas de sementales que podían ser públicas y depender del Estado, la Diputación provincial o el Ayuntamiento o particulares.
En dichos establecimientos se mantenían sementales, de diversas especies en ocasiones, cedidos en ocasiones por Organismos Oficiales.
Fueron muy populares durante el siglo XIX y hasta bien entrado el siglo XX llegando a constituir un serio problema para las razas autóctonas puesto que la mayoría de los sementales eran de razas extranjeras y de una calidad inmejorable mientras que los de razas autóctonas eran mediocres, ya que el Estado perseguía a toda costa la mejora de la cabaña bovina nacional primero con idea de conseguir ganado de aptitud lechera y después de aptitud cárnica.
Muchas veces estas paradas estaban a cargo de veterinarios o de ganaderos que seguían su consejo y el de las Autoridades competentes, explicando a los ganaderos que acudían con sus vacas las ventajas del cruzamiento con los excelentes toros de razas selectas importadas del extranjero pues era la mejor forma de aumentar los ingresos de la explotación y de mejorar su ganado en pocos años.
Les aconsejaban también que olvidaran la cría en pureza de las improductivas razas autóctonas siendo recomendable la venta o la castración de los machos puros.
Esto hizo que muchas razas desaparecieran por completo y que otras muchas estuviesen al borde de la extinción.
Aún así muchos ganaderos y ganaderas se mantuvieron fieles a las viejas autóctonas y gracias a ellos podemos disponer hoy de un auténtico tesoro aunque esto les costó muchos dolores de cabeza llegando a esconder los toros en áreas inhóspitas donde era imposible que los toros seleccionados se adaptasen.
También era muy común asociarse entre varios ganaderos, generalmente de una misma familia para comprar y mantener un toro entre todos o bien acudir con las vacas al toro de algún familiar, amigo o vecino que podía prestar el toro o cobrar una pequeña cantidad de dinero por los servicios prestados con el fin de poder mantener al toro.
Era muy común ver a los ganaderos llevando a la vaca en celo camino de la finca en la que se encontraba el toro. Para controlar mejor al animal dado que al estar en celo tenía un comportamiento bastante arisco, se le ataba o se le colocaba una anilla en el hocico.
Actualmente, todo esto ha quedado atrás y, como ya dijimos, si no se dispone de semental propio, se recurre a la inseminación artificial pero eso queda un tanto fuera de la temática de este artículo puesto que, aunque para realizarla es necesario extraer el semen de un toro, no es una práctica que pueda realizarse fácilmente en la mayoría de las explotaciones.
A MODO DE EPÍLOGO.
Como hemos podido ver en este largo pero interesante artículo, el toro semental tiene una gran importancia dentro de la ganadería y aunque hoy existan nuevos sistemas reproductivos basados en el uso de tratamientos de fertilidad y de la inseminación artificial debiendo por ello alabar el trabajo realizado por veterinarios, genetistas, técnicos y ganaderos, en ocasiones está bien volver la vista atrás y ver el trabajo realizado por nuestros antepasados que eran perfectamente conscientes de la importancia que tenía para ellos EL TORO SEMENTAL.
DEDICATORIA.
Quiero dedicar este artículo a una jovencísima ganadera de Cantabria, concretamente del pueblo de Caloca (Pesaguero) en el valle de Liébana. Se trata de Carla Vejo que representa la cuarta generación de una familia de famosos y renombrados ganaderos.
Carla es muy consciente de la importancia que tienen para la buena marcha de la ganadería los sementales que, en su caso, pertenecen a las razas Tudanca y Casina.
La familia Vejo mantiene un ganado inmejorable que, a juicio de la gran ganadera y colaboradora de este blog Teresa Callejo Fernández (1980-2022) a la que siempre llevaré en mi corazón, «es lo mejor de lo mejor en Casino y en Tudanco».
Carlos Fidel Vejo, actual titular de la ganadería, es un gran colaborador de EL CUADERNO DE SILVESTRE estando siempre dispuesto a enviar fotografías de su excelente ganado y a aportar sus muchos conocimientos de manera totalmente desinteresada y con el único fin de dar a conocer estas maravillosas razas.
AGRADECIMIENTOS.
Quiero agradecer a todos los ganaderos y fotógrafos que han hecho posible la realización de este artículo sobre EL TORO SEMENTAL.
De una manera especial, quiero agradecer al joven ganadero extremeño Alexis Ávila Pulido por proponerme que escribiese este artículo pues como buen vaquero que es, es plenamente consciente de la importancia que tiene un toro en una ganadería. Por ello, hace unos días me propuso que escribiese un artículo sobre toros para conocer más sobre el tema.
Pese a su juventud, Alexis de 29 años y su hermano David que va cumplir 12 años, son dos grandes apasionados de todo lo que tenga que ver con la ganadería y fieles seguidores del blog, leyendo todos los artículos y enviando siempre fotografías de sus vacas, ovejas, gallinas, palomas…y aportando además numerosas ideas para la realización nuevos artículos.
NOTA FINAL DEL AUTOR.
Este artículo tiene un significado especial para mí puesto que soy nieto, bisnieto, tataranieto…de vaqueros, pudiendo demostrar con documentos escritos que mis antepasados ya tenían vacas en Guijo de Santa Bárbara (Cáceres), mi pueblo, en 1828 cuando mi antepasado Santiago de la Calle Castañares (1760-1840) vendió una vaca a la Cofradía de Santa Bárbara por 465 reales para sacrificarla y repartir su carne entre los cofrades con motivo de la fiesta patronal de Santa Bárbara a razón de 4 libras para cada cofrade.
Aunque mis antepasados siempre tuvieron toros propios cuidadosamente seleccionados, cuando yo nací en 1988 mis abuelos maternos Juan García García (1927-2012) y Marcelina de la Calle Vicente (1930-2009) tenían ya muy pocas vacas lecheras y no les resultaba rentable mantener un semental por lo que cuando las vacas estaban en celo o «toriondas» como decimos aquí, se las llevaba al toro de algún familiar o vecino del pueblo.
Recuerdo haber acompañado muchas veces a mi abuelo para llevar las vacas al toro, colocándolas la anilla en el hocico. Algunos ganaderos cobraban por los servicios prestados por el toro, mientras que otros no lo hacían y mi abuelo les regalaba una cántara de calostros cuando parían las vacas.
Por todo ello, creo que algo de toros entiendo además de por los estudios sobre el tema que he realizado desde entonces.
– Sánchez Belda, A. La raza bovina Avileña-Negra Ibérica. (1983) Ministerio de Agricultura.
– Sánchez Belda, A. Razas bovinas españolas. (1984) Ministerio de Agricultura.
– Sánchez Belda, A. Razas ganaderas españolas bovinas. Colección FEAGAS (2000) Ministerio de Agricultura.