POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Ya, en la década de 1750 a 1760, para que no fueran saqueados los frutos de sus cultivos, los dueños de las fincas que tenían caseros o guardas de las huertas de mi pueblo, empleaban armas blancas y trabucos, con el fin de intimidar a quienes intentaran requisar los frutos de sus fincas.
Existe documentación del año 1757, de que «en el sitio de la Cruz» junto al «camino de la Cuna», lindante con la «Acequia Madre», los propietarios de dichas fincas Sebastián de Rueda y Chillerón, María Piero y. Francisco López; que abarcaban todas las heredades desde «el sitio de la Cruz» hasta el «Azud del río Segura» y, desde «el Salto de la Novia» hasta el camino paralelo al brazal del algarrobo que, a su vez abarcaba todos los caminos y brazales intermedios que en aquella época eran conocidos como: «calle, o camino, del Horno», «calle Real», «calle del Abrevadero» y «calle de la Almazara».
A su vez englobaban los pequeños parajes interiores qué, en principio, eran eras y qué se les denominaba «Sitios» Heredades de cultivo de regadío y, algunos de secano y de moredal, que eran conocidos con los nombres de: «sitio de los Arellanos», «sitio de la Hoya» y «sitio del Aljibe Mayor».
Pues bien, en dichos parajes se llegaron a utilizar armas «para defender las fincas de sus amos». Había leyes no escritas de qué, si en esas circunstancias hacían uso de sus armas, quedaban impunes y no serían juzgados; considerándose que actuaban en legítima defensa.
Con posterioridad, en el siglo XIX, abundaban por doquier las armas de fuego, que eran adquiridas en armerías de Murcia, ya qué, el único requisito para su compra era «ser mayor de edad y varón».Por lo que «no precisaban licencia para su uso». Ni para su adquisición.
Ya, en la segunda mitad del siglo XIX, eran frecuentes, las pistolas llamadas, vulgarmente, en la huerta «Remistos»; cuya marca verdadera era la «Remingtom».
También se encontraron rifles de la marca «Winchester» y revólveres tipo «Colt». Estas herramientas eran utilizadas para cazar y, por supuesto, para ahuyentar a quienes intentaban apropiarse de los productos de las fincas ajenas.
¡Vamos! «alguien consideró a la huerta local como la precursora del oeste americano