POR ÁNGEL RÍOS MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE BLANCA (MURCIA)
Por los motivos que sean, Cárlos Cano y Núñez (1846-1922) no habla del Valle de Ricote, sino solamente del Valle. La verdad es que el término “Valle de Ricote” no se usaba en aquellos años, debido a su sonido y antigua literatura negativa. Entonces Cano habla del Valle, porque en sus primeros años estuvo más de una vez en Blanca (con sus abuelos), donde las huertas expedían el aroma de flor de azahar, de limón y naranja. El nombre procede del árabe hispánico az-zahár, y este del árabe clásico az-zahr (que significa ‘flor blanca’). En el siglo XIX, en Blanca se recolectaban las flores de limones y naranjas que serían exportadas. Eran unos de los ingredientes para el perfume y la colonia (eau de cologne). Cárlos Cano introduce todos estos recuerdos de su juventud en su poesía.
Cesan su canto
las tiernas aves,
y se guarecen
entre el follage:
duerme la brisa
que poco antes
sobre las flores
iba á posarse.
La luna llena
comienza a alzarse
y ostenta hermosa
disco brillante.
Grande silencio
reina en el valle,
y ni un suspiro
osa turbarle.
¡Qué hermosa noche!
tal vez amantes,
se juran ciegos
nunca olvidarse.
Quizá en los brazos
de tierna madre,
duerme algun hijo
en este instante,
y en dulces sueños,
su pecho late,
sin que le opriman
rudos pesares.
Noche serena,
nada hay que iguale,
ese silencio
tan admirable:
yo te bendigo
que en mis azahares,
busqué tus sombras
por consolarme.
Todo en ti es bello
todo en tí es grande;
tus misteriosos
mudos lenguajes,
al hombre enseñan
á consolarse:
yo, cantor triste
que vago errante
tan solo puedo,
noche ensalzarte:
yo le venero
y en donde me halle,
mi pobre lira
sabrá cantarle,
porque tú siempre
me consolaste,
y en mis congojas
y en mis pesares,
solo tus sombras
pudieron darme,
dulce esperanza
que me alentase.
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