POR CÉSAR SALVO, CRONISTA OFICIAL DE VILLAR DEL ARZOBISPO (VALENCIA)
Cuando todavía no se ha apagado el ensordecedor murmullo -de los ecos de bocinas y cláxo¬nes de los coches- proveniente de Madrid y de Barcelona y después de una plácida tarde, cae la noche sobre El Villar entre ruidos de cacerolas y bandejas de plata en la calle Núñez de Balboa de la capital de España, con gritos demandando “Libertad”. ¡Què volen aquesta gent?! Me viene a la memoria esta canción de la María del Mar Bonet de 1968, compuesta con el poema de ese título del poeta Lluís Serrahima; una canción que estuvo prohibida por Franco y por eso nos la aprendimos todos los antifranquistas. Hablaba de cuando la policía iba a buscar estudiantes revolucionarios a sus casas, a gente comprometida con la consecución de las libertades políticas en pleno franquismo, para detenerlos o para hacerles huir por la ventana (como en este caso) y que se maten en el salto, tanto era el miedo a ser detenido. En fin, ¿Qué quiere toda esta gente que clama Libertad?, me pregunto. ¿Libertad para contagiar o de ser contagia¬do?, ¿libertad para acabar con un estado de derecho?… El Mundo al revés. Me parece, como poco, un despropósito descomunal.
Un helicóptero de la policía ha estado sobrevolando nuestro espacio aéreo durante tres días, camino de La Yesa, donde un atracador armado intentó realizar un robo y huyó con un coche requisado a punta de pistola hacia Ahillas: joven, con barba y camiseta blanca; le llaman “el Rambo de Requena”. En el camino tuvo un accidente, abandonó el coche y huyó a pie, por eso lo buscan por los montes. La noticia hoy es que el lunes próximo entramos en la Fase 2. Un poco más de desahogo: los restaurantes con un aforo de 1/3, podrá colocarse el mercadillo con todos los puestos, lo que supondrá ocupar toda la calle de las Cruces hasta las Jonas. Por cierto, y viene a colación, se ha notado ya un incremento importante de personas que han llegado para quedarse y también de forasteros, y entre todos han vuelto a inundar las calles de coches aparcados encima de aceras y circulando por las calles… echo de menos el confina¬miento que no veías un alma ni un coche. También se reabrirán espacios como cines o teatros con 1/3 del aforo y monumentos y salas de exposiciones, controlando el aforo; en el pueblo no tiene objeto esa medida, pero si a quienes quieran viajar a la capital. En las iglesias el aforo podrá ser de hasta el 50%.
Se han abierto las terrazas y algunos comercios, el Ayuntamiento funciona a un tercio del personal y el pueblo vuelve a verse vivo, el mercadillo de los viernes, con más puestos que la semana anterior y colas de casi una hora, pero lo llevamos bien. Estamos casi en la nueva normalidad, pero tampoco han cambiado tanto los cosas. En la Comunidad Valenciana, como en la mitad de España seguimos en Fase 1, pero en El Villar ya poco importa, porque vamos a entrar en la fase 2 el próximo lunes. Ahora a seguir la normativa de la desescalada: no hacer grandes grupos de gente, evitar el contacto directo, uso de mascarilla obligatoria y mantener distancia de seguridad de dos metros. En un pueblo como el nuestro es muy llevadero… lo que ya no es tanto es la avalancha de gente que nos espera en las semanas venideras. Este fin de semana y de mes es sólo un ejemplo de los que se nos puede venir encima. Y, como por desgracia, seguimos queriendo vivir como “antes” (que palabra tan extraña ahora), pues no dejamos el coche quieto y no paramos de dar vueltas por las calles a ver quién es el listo que puede aparcar cerca del meollo de la calle de las Cruces, que –por otra parte- está cerrada al tráfico desde el viernes. En fin, una locura, una tarea pendiente que ningún ayuntamiento se atreve a acometer definitivamente, regular el tráfico con dirección única y unos lugares de aparcamiento obligatorios. Porque, aunque es cierto que se ha impuesto en algunas calles el sentido único, no han resuelto del problema salvo una parte pequeña. Y siempre tratando de disuadir a las personas de dejar el coche en casa o donde esté aparcado y caminar un poquito que todo está muy cerca. Recuerdo ahora la campaña que lanzó el Ayuntamiento el 2005: <b¡Anda, no cojas el coche!, el poco efecto que tuvo… ¿Es razonable que los coches invadan las aceras como lo hacen? Se supone que la acera es suelo público reservado a los viandantes… Bueno, andaremos y veremos. Por cierto, todavía no hay fecha para mantener esa reunión esperada con el Ayuntamiento para hablar del FUTURO DE NUESTRO PUEBLO. Es una exigencia vital saber Qué queremos ser. Pero si algo hemos aprendido con la pandemia es a tener paciencia… como se decía antes: “Más que Job”.
Mientras tanto siguen a buen ritmo las obras de un edificio que debería haber construido el Ayuntamiento (o sea, el pueblo) hace mucho tiempo, pero que nunca pudo ser por la renuencia eclesiástica devolver un bien que no era suyo, para ceder finalmente a una fórmula inventada por la preclara acción social de la Caja Rural de Villar, por otra parte, claramente muy favorable a los intereses de la Parroquia, como no podía ser de otra manera, pues tras 50 años la propiedad retornará a las arcas de una entidad privada que basa su filosofía en acaparar bienes; y es que está en nuestro ancestro, porque el pueblo entero fue propiedad de la Iglesia hasta la Desamortización de Mendizábal. Decía que el Patronato debió adquirirlo Ayuntamiento y así contrarrestar el hecho de la edifi¬cación del Patronato Parroquial en los años 40, llevado a cabo en un solar del Ayuntamiento que fue ocupado por la justicia de guerra de los ganadores y construido con el esfuerzo y las aportaciones de las gentes villarencas, para luego ser usurpada su propiedad con disimulo en los años 70. En fin, vivir para ver.
Aunque se prosigue con la baja tasa de mortalidad de estos meses pasados, hoy sábado 30 de mayo (San Fernando) ha fallecido José Mínguez, el hijo de José Marroquín, muy joven todavía, de un infarto me han dicho, al parecer hace poco ya sufrió uno y el de ahora ha acabado; le conocía, le apreciaba, les daría el pésame a la familia, pero un bando del Ayuntamiento nos advierte de que no se puede ir a funerales públicos.
ÚLTIMA HORA: Al parecer hay 8 infectados en Madrid que fueron a la cacerolada del barrio de Salamanca. Lo decía al principio: ¡LIBERTAD DE CONTAGIO! Pues ahí lo tienes. Por cierto, estoy observando ya unos días y por las calles del pueblo, cantidades relevantes de guantes y mascarillas tirados y no en el lugar que deberían. Habrá que estar vigilantes y a las personas que veamos llevar a cabo una acción tan incívica decirles que así se puede contaminar gente.
Y mañana, lunes, a la Fase 2.