Rafael Bernabé Aguilar es un hombre de campo, versado, con unos cimientos muy firmes asentados sobre sus propias convicciones que, además, tiene muy claro que cada uno es libre de hacer lo que estime conveniente, cansado de no saber a dónde iban los cítricos que vendía tras cada cosecha y harto de que la mejor fruta española siempre fuera exportada al extranjero, se embarcó, en el año 1999, en la aventura de la vitivinicultura. Para ello adquirió la finca Balaguer, situada en Villena, a 100 kilómetros de distancia de su casa, y allí empezó a trabajar con las variedades foráneas conocidas como «mejorantes», porque en aquella época se pensaba, en general, que aquello era lo que el vino tenía que ser. Aquellos eran los años en los que se llevaba mucho la madera nueva y el estilo de vino moderno encasillado en la tipología «nuevo mundo». Sin embargo, todo fue cambiando y evolucionando en la forma de trabajar de Rafael Bernabé Aguilar, empezando por la eliminación de los herbicidas y los tratamientos con productos de síntesis, hasta llegar a tan sólo dos azufradas anuales de sus viñas y un abonado con estiércol cada cuatro años. En el año 2007 se dio cuenta de que con la materia prima de viñedos en los que, en sus propias palabras «no se han utilizado venenos», de suelos muy trabajados que han recuperado la vida y cuyas cepas dan, como máximo, un kilo y medio de uva, tenía que ir a volúmenes más pequeños de madera para la elaboración y más grandes para la crianza. Después empezó a trabajar con las tinajas de Juan Padilla, de Villarrobledo (Albacete), no con el ánimo de ir siguiendo modas, sino como parte de la forma de pensar que se iba apoderando de sus ideas, muy influenciado por los vinos georgianos elaborados en las tinajas conocidas como «qvevri» o «kvevri».
Con el tiempo fue perdiendo los miedos y viendo que aquellas uvas merecían la pena y se podía trabajar con ellas de otra forma, por lo que tomó una de las decisiones más trascendentales posibles en la producción de vinos: no utilizar sulfitos en ninguna etapa de la elaboración.
La mutación de estilo también vino marcada por las circunstancias, ya que dos enólogos se marcharon en dos años seguidos justo antes de la vendimia. Con la pérdida de aquellos dos enólogos, de alguna manera, se marchó también el racionalismo para dejar las puertas abiertas de par en par al empirismo. Aquello fue el paso de lo ontológico a lo epistemológico.
A 100 kilómetros de la «Finca Balaguer», en Torrevieja, se encuentra el Parque Natural de Torrevieja y La Mata. Un parque entonces acosado por el desquiciado desarrollo inmobiliario cuyo propietario es el Patrimonio del Estado y el dueño de los derechos la Conselleria de Agricultura de Valencia. Allí empezó a elaborar Rafael Bernabé sus vinos blancos en régimen de aparcería. El primero en ver la luz fue «Humedal».
Las diferencias entre los viñedos de ambas fincas -Balaguer y La Mata- son radicales, porque de los 750 metros de altura en que se encuentra los terrenos en Villena se pasa al nivel del mar de La Mata, en un territorio muy seco y singular que el mismo Rafael Bernabé definió como «el norte de Marruecos». Rafael Bernabé y Olga Navarro embotellaron «La viña de Simón» con uva meseguera, y «El Carro» con uva moscatel de La Mata; ambos realizados de forma natural, con una intervención mínima. «El Carro» fue elaborado por primera vez en 2010, con uva moscatel de Alejandría del Parque Natural de La Mata, obtenida a través de cultivo orgánico. Para su elaboración de maceró doce días el mosto con las pieles, provocando una fermentación maloláctica con sus levaduras autóctonas, con alrededor de 15º, realizada en barrica de roble francés nuevo con capacidad de 500 litros. Tras un envejecimiento de entre 4 y 6 meses, el 50% del vino continuó en barrica de 500 litros y 50% en acero, sin adición de sulfuroso. Como resultado dio un vino de color amarillo pajizo, a nariz de intensidad media, notas amieladas con un punto de flor blanca, pura hierbabuena con algunos matices salinos y sabroso en boca, con un sutil toque salado. Un vino blanco excelente.
FUENTE: https://www.informacion.es/opinion/2023/10/22/vino-de-la-mata-beryna-torrevieja-93646542.html