POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Me van a perdonar que «les ponga en situación» mediante un breve prólogo, prefacio, introducción u obertura, de contenido científico-físico-histórico.
En 1876, Goldstein descubre los rayos catódicos (no los confundan con los Reyes Católicos, que tanto montaban el uno como la otra, según decía el lema de su escudo), siendo J.J. Thomson, en 1897, quien determina y cuantifica su masa y el valor de su carga eléctrica negativa (pequeñísimas).
A tales partículas se las dio el nombre de ELECTRONES.
Según el modelo atómico de Rutherford se los supone situados en la corteza (parte exterior) de los átomos.
Seguimos en esa época.
En 1887 Hertz y años después Hallwachs (1888) y Lenard (1889) descubren que al iluminar un metal con un cierto tipo de luz (visible, ultravioleta, X), este emite electrones.
Se conoce este fenómeno como EFECTO FOTOELÉCTRICO.
Seguimos el rollo.
A finales del siglo XIX, Stefan, Boltzman y Wien estudian la radiación que emiten los «cuerpos negros» (cuerpos que absorben toda la energía radiante que reciben, pero pueden emitirla en forma de radiación térmica (calor); y es Planck, en 1900, quien, para explicar esos estudios, propone la teoría que «la energía no se emite de forma continua sino en pequeñísimas porciones (quanta) que, para el caso de la luz (energía radiante) se llaman FOTONES.
¿Me siguen o ya abandonan?
Pues hete aquí que Einstein, en 1902, «chupa rueda» de Planck, y explica el porqué del efecto fotoeléctrico: Si un fotón llega con suficiente energía a un átomo puede «arrancar» de su corteza alguno de sus electrones.
Algo así como si un muchacho le da un puñetazo en la cara a otro y «le arranca un diente».
Es decir: el fotón (onda electromagnética) se comporta como si fuera una partícula. ¡Raro, raro, raro…!
El problema lo resolvió en 1923 el francés Príncipe Louis Víctor de Broglie (descendiente «por la mano izquierda» de Napoleón), proponiendo que la energía radiante, según los casos, puede ser ONDA Y PARTÍCULA y que las partículas materiales, como los electrones, también son portadores de ONDAS.
¡Qué cosas!
Por fin llegamos a casa, a lo nuestro de a diario.
En 1935 el médico gijonés Dr. Justo del Campo editó un folleto muy curioso titulado «LA FRUTA PROHIBIDA», en el que, para justificar el poder nutritivo de la manzana, lo atribuye a la radiación solar que recibe.
Según el autor «dicha radiación solar es un conjunto de corpúsculos ultramicroscópicos, de ELECTRONES, verdaderos portadores de energía, y por lo tanto de vida…».
El buen médico se armó un lío con lo de la dualidad onda-corpúsculo de De Broglie y «parió» un disparate de los que hacen época.
Le disculparemos si admitimos con el físico-filósofo Jean E. Charon que «L’elettrone e portatore di uno spazio spirituale («Lo spirito questo sconosciuto». Armenia Editore. Milano 1979).
Don Justo, en su folleto, nos regala este PASTEL DE MANZANA:
Cocer en agua 10 manz nas, peladas y cortadas en rebanadas, con 120 g de mantequilla, 90 g de pasas de Corinto y 125 g de azúcar. Reservar.
Aparte, hágase una pasta con125 g de leche, 8 yemas de huevo, 60 g de azúcar, ralladura de limón y 125 g de almendrados (o bizcocho) molidos.
En un molde engrasado se dispone una capa de pasta de manzana, encima otra de huevo… y así sucesivamente.
Hornear durante media hora. Enfriar, desmoldar y servir, adornando al gusto.