EN EL 445 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE DON JUAN DE AUSTRIA (JEROMIN) EN NAMUR
POR JUAN ANTONIO ALONSO RESALT, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE LEGANÉS (MADRID)
Cuantas veces hemos escuchado que uno de los personajes mas importantes de la historia de España del siglo XVI Don Juan de Austria vivió unos años en la aldea de Leganés, pasando como un simple chiquillo al que todos llamaban Jerónimo Piramo (Jeromín) y vivía en la casa de un músico del Emperador Carlos Francisco Massy y su mujer Ana Medina , en un edificio que la tradición llamanba Patio Callejo.
Jeromin se crio en la aldea de Leganés y más tarde llegó a ser una gran figura del ejercito, de la historia y de sus propia historia personal, Hijo del Emperador Carlos V y de una bella damisela alemana Barbara Bloomberg, llego a ser un hombre de Estado.
El 1 de octubre de 1578 murió don Juan de Austria, una de las figuras más destacadas de la historia de España. Un personaje elevado a la categoría de leyenda, reconocido como el héroe de Lepanto, sus hazañas eran famosas en toda Europa y la historia de su vida resultó conmovedora, pues nació como hijo bastardo del emperador Carlos V y con su pericia militar alcanzó el mayor de los prestigios en la Cristiandad. Sin embargo, murió de manera inesperada y debido a causas poco honorables. Por si fuera poco, su cuerpo fue trasladado a España cortado en tres trozos y metidos en sacos.
Con todo, los cronistas de la época hablaron de la muerte de don Juan de Austria con tintes de pasión piadosa sin que ello les impidiera entrar en detalles escabrosos sobre las últimas horas de tan ilustre personaje.
Recuperar el control de los Países Bajos
Juan de Austria pasó a mejor vida en territorio flamenco. En 1566 comenzó la revuelta de los Países Bajos, por entonces bajo dominio español y, precisamente, las Diecisiete Provincias se enfrentaron al soberano de España, Felipe II, con el objetivo de independizarse. El proceso fue largo y duro en un contexto de crisis económica para el imperio español. En 1576, Felipe II pensó que la situación en Flandes la arreglaría uno de sus mejores hombres, su hermano de padre, don Juan de Austria:
“Confío en vos, hermano mío, que desde que os informéis del estado de los negocios en los Países Bajos dedicaréis vuestra fuerza y vuestra vida a un negocio tan importante para el honor de Dios y el bienestar de su religión. Y como están en peligro, no hay sacrificio que deba evitarse para salvarlos”.
Casi dos años tardó en llegar don Juan de Austria a su puesto como nuevo gobernador en los Países Bajos. A sus 30 años gozaba de un prestigio internacional tras su gran victoria en la batalla de Lepanto, al mando de la Liga Santa contra los otomanos. A principios de 1578 logró una victoria importante en los Países Bajos. Junto a Alejandro Farnesio vencieron en la batalla de Gembloux, recuperando el control de los Países Bajos del Sur. Pero unos meses después, la salud de don Juan de Austria no auguraba buenas noticias para los intereses españoles. Según el cronista Baltasar Porreño, en septiembre de 1578:
“Le dio a Su Alteza el mal de la muerte: no se sabe si se ocasionó de una enfermedad secreta que tenía de almorranas, si de la contagión del aire, si del trabajo en el ejército o de veneno”.
¿De qué murió don Juan de Austria?
Efectivamente, se sospechaba de la posibilidad de envenenamiento. Por entonces la medicina podía describir síntomas y efectos mostrados por el paciente, pero tenía más dificultades para detectar la enfermedad y, sobre todo, para tratarla. Además del veneno, se nombraron otras causas de muerte como epilepsia, disentería, fiebre tifoidea y hubo quien dijo que Juan de Austria murió de amor. Sin embargo, Dionisio Daza Chacón, que fue cirujano de cámara de don Juan de Austria, habló de una negligencia médica, una mala operación de hemorroides:
«El remedio de tratar las almorranas con sanguijuelas es más seguro que el rajarlas ni abrirlas con lanceta, porque de rajarlas algunas veces se vienen a hacer llagas muy corrosivas, y de abrirlas con lanceta lo más común es quedar con fístula y alguna vez es causa de repentina muerte; como acaeció al serenísimo Don Juan de Austria, el cual, después de tantas victorias […] vino a morir miserablemente a manos de médicos y cirujanos, porque consultaron y muy mal darle una lancetada en una almorrana”.
Don Juan de Austria vio venir su final. Nombró a Alejandro Farnesio como su sucesor en el puesto y explicó que no dejaba testamento porque:
“Nada poseía en el mundo que no fuese de su hermano y señor, el Rey y que a éste, por tanto, tocaba disponer de todo”.
Macabro traslado a España
Solo pidió ser enterrado junto a su padre, el emperador Carlos V, en el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Tras unas exequias fue enterrado en Namur, capital de los Países Bajos españoles. Cinco meses después, Felipe II y Alejandro Farnesio ordenaron que se trasladara a España el cuerpo de don Juan de Austria. La operación fue confiada a Gabriel Niño, caballerizo mayor de don Juan. Una tarea delicada, pues debía atravesar territorios en guerra y a don Juan no le faltaban enemigos precisamente. Por lo que se procuró un macabro sistema para que no se supiera qué estaban trasladando ni de quién eran los restos:
«Cuando el cuerpo, después de extraídas las vísceras, fue embalsamado y seco, fue dividido por las articulaciones y encerrado en sacos de viaje de cuero”.
El cuerpo fue perfumado, pues fue desenterrado y cortado cinco meses después de su muerte y recorrió el camino más corto entre Namur y Madrid de marzo a mayo de 1579. En la abadía de Párraces, 60 kilómetros al norte de El Escorial, se recompuso el cuerpo, sujetando los miembros con ligaduras de hierro y con hilos de bronce. Desde allí se organizó un cortejo fúnebre hasta el lugar donde descansan sus restos hasta hoy: el Panteón de Infantes de San Lorenzo de El Escorial, en la 5ª cámara.
El bellísimo sepulcro de don Juan de Austria fue una obra del siglo XIX esculpida en mármol de Carrara por el italiano Giuseppe Galleoti en base a unos dibujos de Ponciano Ponzano. La estatua a tamaño real muestra al protagonista con vestimenta de guerra y una espada, pero los guanteletes descansan a ambos lados de sus pies en vez de colocados en sus manos porque no murió en combate. Una particularidad que no impidió que don Juan de Austria dejara este mundo para convertirse en leyenda de la historia de España.
Referencias:
Benassar, Baltasar 2000. Don Juan de Austria. Un héroe para un imperio. Temas de Hoy.
Uceda Requena, J. 2021. Eso no estaba en mi libro de historia de los Austrias. Almuzara.
Vaca de Osma, J. A. 1999. Don Juan de Austria. Espasa. Artículo extraído de la página: «muy interesante».