POR JOSÉ LUIS ARAGÓN PANÉS, CRONISTA OFICIAL DE CHICLANA DE LA FRONTERA (CÁDIZ).
De clara inteligencia, voluntad constante, rectitud en sus acciones. hombre generoso, magnánimo, hombre benéfico con los más necesitados… Son algunas palabras testimoniales de personas que le conocieron. No era, como se suele decir, un hombre de realidad vulgar, de igual manera que no lo fue su compromiso frente a la enfermedad –como médico– en el restablecimiento del bienestar físico-psíquico-social de sus pacientes, y en el progreso –como servidor público durante sus años de alcalde– de la sociedad en la que vivió.
Pero ¿qué queda en la memoria colectiva de nuestra ciudad, de este hombre conocido en Chiclana y en los campos de Conil como «el médico de los pobres» y alcalde en dos ocasiones durante el periodo histórico de la Segunda República España?
Ante esta pregunta que hoy nos hacemos, hemos de decir que su figura humana está en el inconsciente colectivo –ese que se transmite de generación en generación– que va dejando una huella para quienes se adentran en su historia, en su trayectoria vital, en su dimensión humana: sus gestos, hechos, buen hacer profesional, y sus buenas acciones filantrópicas que realizó durante nueve años entre los vecinos de nuestra ciudad. En numerosas ocasiones atendía de manera gratuita a sus enfermos al observar las difíciles circunstancias por la que atravesaba el grupo familiar cuando en el lecho del dolor se hallaba de uno de sus miembros–.
Así, de esta manera, y con sus buenas prácticas, consiguió ser querido y respetado –de ahí el «don», el dulce «don» que siempre ha llevado por delante su figura, que no solo se lo dio el título, sino el cariño del pueblo–. También queda el recuerdo de cuanto hizo como alcalde en su acción pública por las clases más desfavorecidas, en defensa de los jornaleros y de la legalidad republicana.
Don Javier de la Cruz Cortijo, nació en Villanueva de la Serena (Badajoz) el 6 de octubre de 1900. Tras finalizar sus estudios de bachillerato, llegó a nuestra provincia para estudiar Medicina y Cirugía en la Facultad de Medicina de Cádiz. En 1927 se avecindó en Chiclana junto con su esposa, Ana María Butrón Vera, en la calle Segismundo Moret –actual número 13–. Fruto del matrimonio nacieron tres hijos varones: Lucas, Juan y Bernardino.
Tras el golpe de Estado de 1936, sabiendo que su vida corría peligro, se refugió en el convento de las Madres Agustinas Recoletas para pasar más tarde, ayudado de vecinos y amigos, por los campos de la finca de Campano y ocultarse en el Barrio Nuevo de Conil. En el término municipal de Conil permaneció encubierto durante ochos años, hasta su grave enfermedad. Sus amigos, ante el temor de fallecer lejos de su familia y sin asistencia médica, lo trasladaron a Cádiz, al domicilio familiar de su esposa.
Breve vida, largo su recuerdo. También largo el silencio sobre su persona durante la dictadura, pero nunca olvidado. El 23 de agosto de 2010 fue nombrado Hijo Adoptivo de Chiclana de la Frontera a título póstumo. Han pasado catorce años. Muchas personas –hoy todas fallecidas– que fueron testigos directo de sus acciones dieron testimonio de ellas en el expediente. Testimonios escritos que han quedado archivados, así como la documentación diplomática y los periódicos de la época para que su nombre no se olvide en esta ciudad.
Mañana 27 de septiembre se cumplirán ochenta años del fallecimiento de don Javier en Cádiz –calle Obispo Calvo y Valero, 41-bajo– cuando estaba cercano a cumplir 44 años de edad. Mañana, a las doce en punto, se descubrirá un busto modelado con su efigie, por el escultor chiclanero José Manuel Sierra Galera –director y gerente de GresSierra–, en la raqueta ajardinada que se encuentra al lado del IES y FP Pablo Picasso y frente al IES Hércules, en la glorieta que lleva su nombre. Porque esa es la función del pedestal, soporte de la memoria: dar visibilidad a hombres y mujeres que fueron protagonistas imprescindibles en la sociedad, en nuestra sociedad.
Decía José Martínez Ruiz, Azorín, que por el mundo pasamos las personas, pasan las cosas, los hechos (…) y lo que hoy llena con su prestigio, será desconocido en el transcurso de breves años, cuando otras personas de otras mentalidades, y de otros ideales nos sucedan. Ciertas son estas palabras, «del pequeño filósofo» de Monóvar. Sin embargo, hay excepciones y es nuestro caso, pues aunque el paso de ese caminante que se llama tiempo, que no cesa ni se detiene, que tiende al olvido nos arrolle, hemos de decir que la figura de don Javier perdurará en el recuerdo de la ciudadanía de Chiclana como un hombre bueno digno de la memoria de esta ciudad, para que las nuevas generaciones, puedan preguntarse quién es ese señor que mira hacia las aulas donde alumnos y alumnas de la ciudad «fabrican» un futuro mejor.
Bibliografía:
ARAGÓN PANÉS, J. L. (2012): «Javier de la Cruz Cortijo, alcalde de Chiclana». En «La destrucción de la democracia: Vida y muerte de los alcaldes del Frente Popular en la provincia de Cádiz». (VV. AA.) Vol. 1. Consejería de Gobernación y Justicia. Junta de Andalucía. Diputación Provincial de Cádiz. Imp. Artes Gráficas Servigraf S. L. Sevilla.