POR MIGUEL ROMERO SÁIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA Y CAÑETE (CUENCA)
Esos jóvenes –orgullo de nuestra ciudad- fueron los protagonistas de una tarde musical donde el virtuosismo alcanzó notas sobresalientes. Una Joven Orquesta de Cuenca (JOC), cuyos componentes abren un abanico entre los 11 y los 30 años de edad, creada por un grupo de estudiantes en el año 1991 con la intención de que pudiera servir de plataforma musical para la formación, experiencia y puesta en práctica de sus conocimientos, además de fomentar la música clásica y la convivencia juvenil.
Todos proceden del Conservatorio Profesional de nuestra ciudad, virtuosos con y sin premios, cuya ilusión les define y les potencia el deseo de agradar y crecer en su formación, renovándose en cada momento, invitando a entender la música como esa faceta de la vida en la que nos sentimos realizados como personas. Desde su creación siguen constantemente en esa línea de crecimiento personal y vocacional, participando en festivales locales, provinciales, regionales, nacionales e internacionales, destacando y dejando el pabellón conquense en alturas inimaginables, obteniendo galardones y aplausos constantes: HIYF, Festival International de Harrogate, Reino Unido (2013), el Festival Orchestre Giovanili de Florencia (2014), o el IX Festival Internacional de Coros y Orquestas de Praga (2018) al que acudieron en representación de España. En julio del 2019 visitaron Cracovia (Polonia) donde ofrecieron un concierto en la famosa Plaza de María Magdalena.
Este viernes 10, a las 20:00 horas, nos ofrecieron una muestra más de su virtuosismo y preparación en ese IV Concierto de Marchas procesionales; nos hicieron sentir –al auditorio completo de un Teatro “José Luis Perales” de Cuenca- con obras de estreno para diferentes hermandades, cuyas obras fueron interpretadas por los propios compositores de las mismas, entre aplausos, obsequios, medallas y flores.
Perfecto el concierto, maestría en su director, belleza e ilusión en los rostros de sus componentes, ataviados con la elegancia que le marca la juventud que atesoran, la buena presencia y el toque decorativo de sus trajes y vestidos, propuesta de un solemne acto donde cada nota ha de brillar ante el silencio respetuoso de un público intenso y volcado a su audición.
Pero no hay duda, que en su magnífica puesta en escena, destacó por la nostalgia y el sentimiento –como no podía ser menos- la parte dedicada a conmemorar el recuerdo de Herminio Carrillo padre e hijo, fallecidos en el pasado año, músicos eternos, hombres que supieron definir la música como esa parte esencial de su vida, dando a Cuenca todo lo que supieron condensar entre formación, conocimiento y virtudes, siendo esa parte que emocionó al público presente, que nos hizo definir esa razón del sentimiento que nos define como seres humanos.
Una respuesta ante un público volcado, un deseo de condensar entre sus notas musicales, el que desde “el cielo” sigan acompañando a la Joven orquesta, como deben de seguir acompañando a la formación musical “Pulso y Púa”, la que allí quiso dejar su reconocimiento y homenaje particular, participando al lado de la JOC, expresando cuál es el sentir de cada uno de sus componentes, los que compartieron con Herminio padre, la creación y el desarrollo de un grupo de amigos, en los que la música llenaba esa parte del corazón que nos hace diferentes.
Pero, al lado de ese bonito detalle, se respiraba en todo el ambiente, un agradable y sencillo recordatorio de lo que ambos músicos, uno nacido en Villares del Saz (el padre) y otro en Cuenca (el hijo) habían aportado a nuestra ciudad y provincia. ¿Qué localidad de la provincia, en fiestas patronales o eventos culturales, no había contado con la presencia de Tiruraina, marcando entre la dulzaina y el tamboril, los acordes voluntariosos y adaptados a su tradición, celebración u oficio?
Su viuda, Consuelo fue recibida entre esos aplausos que salen directos del corazón, por hacerle ver cuál es el valor de las personas que son queridas por sus valores y por sus virtudes. Ella, recibió el reconocimiento, las palabras del presentador, las voces de Pulso y Púa, la música de la Joven Orquesta y ella, sin aliento y fuerza para responder, dejo en el aire estas palabras –escritas para ese momento y apenas dichas por carecer de la fuerza necesaria para ello:
“Buenas tardes a todos y todas:
Disculpen si mis palabras tiemblan por mi estado de ánimo, pero quería estar aquí para agradecer a la Joven Orquesta, a Pulso y Púa, y a todos los que componéis el mundo de la música, este bonito gesto hacia mi esposo Herminio y hacia mi hijo Herminiete –seguro estoy que desde allá arriba lo estarán viendo-, haciendo sentir con este concierto lo mucho que la música les dio a cada uno de ellos y a mí sin duda, y lo que ellos supieron ofrecer por Cuenca y su provincia en todo lo que significa tradición y folclore musical.
Ellos ya no están con nosotros, pero su recuerdo, su huella y su generosidad ahí queda y desde mi corazón, ahora muy lastimado, el agradecimiento siempre estará vivo para las muestras de afecto y cariño que mucha gente me ha ofrecido y a la que quisiera corresponder con mis palabras y mi presencia.
Gracias y gracias, de todo corazón”.
Vaya pues, para los músicos de Cuenca, los componentes de esa Joven Orquesta y los que, desde dentro y fuera, han sabido valorar la apuesta que Herminio Carrillo, maestro y “buena persona” hizo a lo largo de toda una vida dilatada, dedicada a los demás, niños y mayores, por generosidad y afecto; y la corta vida que su hijo pudo afrontar, siguiendo los pasos agigantados de su padre, y dejando entre sus buenas maneras, lo que debemos sentir cuando la música ocupa esa parte esencial de nuestras vidas. Dos ejemplos imperecederos de la bondad y la generosidad. Así los recordamos y así quedarán en la huella de Cuenca.