POR ANTONIO SANCHEZ MOLLEDO, CRONISTA OFICIAL DE MALANQUILLA (ZARAGOZA)
Recibo la triste noticia del fallecimiento de mi primo Raúl Sánchez, alcalde Malanquilla desde 1991 a 2015 a causa de COVID, esta negra nube que todo lo tiñe de negro.
Inesperada, a pesar de su avanzada edad y triste como todas las que nos dicen que alguien querido nos deja para siempre. Sin embargo en la muerte de Raúl mis sentimientos, además de los lazos de sangre que nos unían, queda el recuerdo de un gran hombre y un gran alcalde.
Inteligente, intuitivo y con total dedicación a Malanquilla en sus 24 años de mandato, deja tras de sí un legado importantísimo que habla de su buen hacer y de su vocación de servicio público.
A él, a su impulso en las diferentes corporaciones que lideró, se deben logros como la recuperación de la fuente romana y su entorno, la rehabilitación de la nevera y la ermita de Santa María, los trabajos de restauración del molino de viento que culminaron con su ansiada inauguración oficial en 2010 y la bandera de Malanquilla, hoy felizmente aprobada, cuyo diseño me encargó.
Raúl supo rodearse de lo mejor en cada etapa. De hecho, al actual alcalde, Ernesto Marín, colaboró con él a lo largo de varias legislaturas.
Mi primo supo siempre estar a la altura y tratar con todos para hablar de todo. Fue un magnífico componedor, un gran hombre que sirvió a su pueblo lo mejor que pudo y supo.
No voy a negar que tuvimos algunos desencuentros, aunque siempre, se impusieron los lazos familiares. Hace un par de años, en verano, fijamos reunirnos en una comida fraternal por si aún quedaran algunas rencillas o rencores no disueltos y el resultado fue el esperado. Nos abrazamos fuertemente, algo tan esperado hoy y quedamos en repetir el encuentro.
Raúl como persona deja tras de sí una huella imborrable. En el ámbito familiar siempre estuvo presente en los acontecimientos destacados. No importaba la distancia. Lo primero era lo primero.
Recibió golpes duros en la vida como la muerte de su hijo Enrique y últimamente la larga enfermedad de su esposa Balbina, pero ahí estaba él, dispuesto a sobreponerse a todas las adversidades.
Querido Raúl, en el día que nos dejas para siempre, sólo puedo tener palabras de cariño y reconocimiento. Malanquilla no te olvidará y los que te tratamos y conocimos tampoco.
Mi más sentido pésame a su esposa y a sus hijos Raúl, concejal del ayuntamiento de Malanquilla y Mari Carmen, hermanos y al resto de la familia y amigos . Descansa en paz.