POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Solía comentar en mis clases, si estaba de buen humor, que la Biblia es un verdadero tratado de Física.
Así , por ejemplo, ya en el Génesis viene enunciado el Segundo Principio de la Termodinámica bajo el severo castigo que Yahvé impuso a Adán: «¡Ganarás el pan con el sudor de tu frente», le dijo. Eso es lo mismo que afirmar esta ley: «En toda transformación energética siempre hay una pérdida de energía en forma de calor».
Y, ¿saben ustedes que la primera vez donde consta la utilización de una máquina (dispositivo para hacer posible o más cómoda la realización de un trabajo) es cuando se cuenta que Caín mató a su hermano Abel golpeándole con la quijada de un asno?
Ahora están de moda los PATINETES; aquellos artefactos que cuando yo era «nenu» fabricábamos de modo artesanal y en estos tiempos se promocionan como «eléctricos».
¿Es un PATINETE una máquina?
¡Claro que sí!
Y si es eléctrico utiliza un motor capaz de transformar energía eléctrica en energía mecánica. Con pérdidas en calor, por supuesto.
Se trata, por tanto, de un VEHÍCULO A MOTOR, sujeto a las leyes de circulación que hayan sido dictadas al respecto. Y como no soy abogado dejo el asunto en manos de juristas.
Y si consume energía eléctrica, esa energía hay que producirla a partir de otras energías (hidráulica, térmica, nuclear, fotovoltaica…) que en mayor o menor grado son CONTAMINANTES y perjudiciales para el medio ambiente contribuyendo al progresivo CAMBIO CLIMÁTICO.
Esta muy claro: ¡PATINETES, NO!
Pero, ¡ay Señor!, la Ciencia acaba de descubrir que los rumiantes, y muy especialmente los destinados a la producción de carne , también contribuyen al deterioro ambiental y al CAMBIO CLIMÁTICO a causa de los gases que emiten sus desechos (el » cuchu»), el agua que consumen, y la masiva producción de piensos que exige su alimentación.
¡HAY QUE LIMITAR EL CONSUMO DE CARNE! , nos dicen los científicos, para luchar contra el EFECTO INVERNADERO.
¡Madre del Amor Hermoso!
Tengo que suprimir de inmediato mi excursión estival a Taramundi (no, no iba a ir en patinete) para disfrutar con esos chuletones que asa a la parrilla CONSUELO RODRÏGUEZ en su Restaurante-Hotel Taramundi.
¿Y yo que también pensaba ir a SAHAGÚN a disfrutar con un asado de lechazo al horno?
¿Y a Cangas de Onís para gozar con un guiso de cabrito como el que prepara Ramón Celorio en LOS ARCOS?
¡Aparta, Señor, la tentación de mi mente!
Aunque, pensándolo mejor, seguiré el consejo de un viejo y sabio moralista: «La mejor forma de vencer una tentación es caer en ella. Después, ya te arrepentirás».
Lo tengo muy claro: PATINETES, NO; CARNES DE ASTURIAS, SÍ.
Aunque tenga que ganar el pan con el sudor de mi frente, tal como dictan el castigo divino y el Segundo Principio de la Termodinámica.
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