POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Regresa el saludo de la mañana en la casa de la incansable luchadora contra el sufrimiento. La que alivia el peso de nuestras cruces. La que derrota nuestras distancias y cansancios. La apasionada locura que tanto nos quiere. Vuelven las palmeras, el trinar de pájaros, el arrullo de tórtolas y la luz repleta en un recitar de laudes de esperanzas. (Fotografías tomadas del Facebook de Ramón Lozano Rodas).
Las anteriores palmeras (fotografía 4), tuvieron que ser eliminadas a causa del picudo rojo (fotografía 5). Un escarabajo identificable por su llamativo pico alargado y su color rojo. Las larvas que dejan en la copa de las palmeras son las responsables de los graves daños que producen. Aquellas palmeras fueron plantadas a finales de los años cuarenta del siglo pasado. Las de ahora, marcarán como fecha de su plantación el recuerdo del coronavirus que tanto dolor, sufrimiento y muerte está produciendo.