POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Entonces, la que muestra la fotografía, estaba situada en la carretera de la Estación, edificio proyectado por el arquitecto Fernando Echeverría Barrios, del Instituto Nacional de Previsión, que también realizó el proyecto de la Plaza de Abastos, edificios construidos por el maestro de obras Joaquín Izquierdo González (Foto Visam). Fernando Echevarría tuvo que exiliarse en Santiago de Chile tras la guerra civil de 1936. La Casa Cuartel fue inaugurada en 1932. En la Memoria del Barógrafo de un lustro (año 1929, Dictadura de Primo de Rivera) se informa que se habían subastado las obras de un Cuartel para la Guardia Civil, con un presupuesto de 128.680,48 pesetas y de una Plaza de Abastos, en 194.123 pesetas.
Vuela ahora la crónica hacia el 19 de enero de 1874, fecha en la que es designado el concejal Bartolomé Rodríguez Bautista, era alcalde Miguel Molina Caballero, para mantener una entrevista con el Comandante General del distrito militar de la ciudad de Badajoz, con el objetivo de que se constituya un puesto de la Guardia Civil: “Vistas las circunstancias azarosas porque atraviesa el país, y el desasosiego de estos vecinos tan hondamente perturbado por los enemigos del orden, que visto también la escasa fuerza con que cuenta este municipio para mantenerlo, dado que no dispone más de seis municipales, y de diez hombres pagados del bolsillo de los vecinos acomodados, cuyo número considera insignificante para el caso de una sorpresa en cualquier sentido”. Habían pasado treinta años de la fundación del Benemérito Instituto por el duque de Ahumada, don Francisco Javier Girón y Ezpeleta.
Tuvo que transcurrir un tiempo para llegar al 15 de mayo de 1887, siendo alcalde el conservador Antonio Mateo Pinilla, cuando el Ayuntamiento alquilaba la casa de la calle Alameda, hoy Reina María Cristina, propiedad de Manuel Piñero Salguero, para instalarse en ella la fuerza del Guardia Civil de Caballería (lugar conocido en documentos de comienzos del XVIII por Casasola). El alquiler era de cincuenta pesetas. Pagándose veinticinco pesetas por el Ayuntamiento y las otras veinticinco por la Guardia Civil.
Posteriormente, la Casa Cuartel se trasladó a la casa palacio de los Condes, desaparecida y ocupada por bloques de viviendas en la plaza de Cervantes. Estando en la casa palacio la fuerza estaba formada por el cabo, Leonardo Álvarez Sevilla, natural de Sevilla, de treinta y tres años. Junto con los números Justo Cerros Espada, de cuarenta y siete años, natural de Talaván (Cáceres) y Esteban Gil Cides, de Alburquerque, de veintinueve años. Compartían la seguridad y el orden con los carabineros y policías municipales, según referencian los documentos. A los detenidos, administraba justicia el juez municipal, Diego Castillejo Gragera, y en su caso al Juez del Partido Judicial de Mérida. La actual Casa Cuartel que tiene Montijo está en la calle Virgen de Barbaño, se edificó en los años sesenta del siglo pasado.
El 25 de abril de 1915 (contaba el diario badajocense Correo de la Mañana), dos ciudadanos montijanos: Luis Pinilla Pinilla, presbítero, y Juan María González de Therreros, alcalde, hicieron la donación de entregar la Bandera Nacional. Los actos comenzaron con una misa concelebrada por los sacerdotes Luis Pinilla Pinilla, Diego Bautista Guzmán y Nicolás Rubio Hervás. La fuerza del puesto de la Guardia Civil dio guardia de honor, amenizando una orquesta de aficionados de esta población, dirigida por Francisco González Piñero.
Tras la misa se procedió a la entrega en la puerta de la Casa Cuartel (antigua casa del Conde), donde se izó la bandera, siendo padrinos Obdulia Tejada de Pinilla y Juan María González. Asistieron los niños y niñas de las Escuelas públicas, acompañadas por sus maestras María Cortés, Clara González, Tomasa Fernández y el maestro Ramón López Gallego, entonaron varias canciones e himnos.
Después los señores teniente de la Guardia Civil, Ramón Núñez de Vargas y el sacerdote Andrés Trigueros, pronunciaron elocuentes discursos y se dieron vivas al Rey y al benemérito Cuerpo de la Guardia Civil.
El 7 de diciembre de 2005, el Papa Benedicto XVI, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo en la tierra y cabeza visible de la Iglesia Católica, se puso el tricornio de la Guardia Civil sobre su cabeza -otro tanto ha hecho el Papa Francisco- mientras que la sociedad hace un día sí y al otro también, lo contrario, quitarse el sombrero ante el servicio que la Guardia Civil presta a ella.
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