POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
La pastelería adelantó ayer su cierre definitivo tras agotar existencias por la avalancha de murcianos que querían degustar los célebres pasteles de carne.
Se acabaron los dos golpes célebres del enorme cuchillo que quebraba en cuatro humeantes trozos los pasteles contra el mostrador de aluminio. Se acabaron los papeles como improvisados manteles diminutos sobre la barra. Se acabaron las olivas ‘partías’ de Cieza, indispensable acompañamiento junto a la cerveza, que casi volaba de un lado a otro de la pastelería. Se acabaron aquellos gritos de «¡Dos calieeeentes y dos especiaaaales, marchando!». Y se acabó, en fin, el trasiego de parroquianos al local legendario, parada obligada de cuantos quisieran, a golpe de crujiente bocado, superar con gozo el examen de murcianía. La pastelería Zaher, ayer a las 13.30 horas, cerraba sus puertas. Para siempre.
Tal fue la avalancha de clientes y amigos que, apenas superado el mediodía, ya no había género para vender. No pocos se quedaron con las ganas. «Casi ni nos queda cerveza. Media ciudad ha venido a despedirse de nosotros», bromeaba José Gil, popular camarero del bar. Así que decidieron adelantar el cierre, entre abrazos y despedidas, del establecimiento que fundara Pepe Barba, quien hará más de cuatro décadas lo traspasó a dos socios, Andrés Zamora y Francisco Hernández. De las dos primeras sílabas de sus apellidos proviene el término Zaher.
La jubilación del dueño, quien le había prometido a su padre que no cerraría la pastelería hasta que llegara este momento, pone doce empleados en la calle. Pese a ello, aseguran que le están agradecidos.
Algunos abrirán nuevos locales donde, como también aclaran, mantendrán la receta original que tanta fama ha dado a estos pasteles. Otros cierran acuerdos con pastelerías de la ciudad para incorporarse a sus plantillas. «Esta ha sido una auténtica universidad del pastel de carne y, tras licenciarnos, comenzaremos de nuevo», señalaba uno de los camareros. Entretanto, decenas de clientes daban cuenta de los últimos pasteles que servirá esta histórica pastelería. Y aprovechaban para llevarse otros tantos que ofrecer a sus familiares. Porque ayer se convirtió el pastel de Barba, que así siempre se llamó, en un codiciado regalo para muchos murcianos.
Fuente: http://www.laverdad.es/