Este santo español nacido en el año 1204, en Portell (Lérida), un pueblo de la antigua Corona de Aragón perteneciente a la comarca de la Segarra. Se le considera bienhechor de las embarazadas por su condición de nonato, ya que su propia madre murió en el momento del parto mientras que él se salvó milagrosamente.
Ingresó a la Congregación de los padres de la orden de nuestra Señora de la Merced, los mercedarios, que se dedicaban a rescatar católicos esclavizados que los musulmanes llevaban presos a África. Ramón fue enviado allí con gran cantidad de dinero a rescatar prisioneros, consiguió la libertad de muchos y pudo enviarlos de regreso a su patria. Cuando se le acabó el dinero, él mismo se ofreció como esclavo a cambio de varios cautivos que estaban en peligro de perder su fe y su religión. Estuvo confinado por los musulmanes en el norte de África llegando a ser un insigne predicador.
Mientras estuvo encarcelado se dedicó a evangelizar a cautivos y musulmanes, advirtiéndole que no lo hiciera; como aun dentro de la cárcel no dejó de predicar, para enmudecerlo los guardias islámicos, presos de rabia ante los continuos intentos de Ramón por convertir a todos al catolicismo sus carceleros musulmanes lo martirizaron perforando sus labios con hierro candente para colocarle un cerrojo en su boca e impedir su prédica le colocaron una correa con candado en la cara que solo le quitaban para comer. Menudo suplicio.
Fue rescatado por su orden y en 1239 retorna a España. A su regreso fue nombrado cardenal por el papa Gregorio IX, pero en 1240, estando camino a Roma, murió en la ciudad salinera de Cardona (Barcelona), por lo que no llegó a gozar de los beneficios de su nombramiento, siendo canonizado por el papa Alejandro VII en 1657. Muchos milagros le fueron atribuidos antes y después de su muerte.
Por su forma de martirio, que lo obligó a mantener la boca cerrada, se le considera protector de los cotilleos de la vida diaria y es invocado para librar de chismes, rumores, mentiras y falsos testimonios, además piden su intercesión las personas que quieren guardar secretos, por lo que es también patrono de los sacerdotes y confesores que tienen el deber de guardar el secreto de los pecados confesados.
En Torrevieja tiene una vía urbana dedicada con su nombre, la calle San Ramón, que es de las más pequeñas de Torrevieja y se sitúa en una de las zonas más céntricas e importantes de la ciudad, enmarcada entre las calles Caballero de Rodas, Rambla de Juan Mateo, Ramón Gallud y Apolo. Popularmente se la conoce como «callejón del salmonete» ya que antiguamente sus residentes eran en su mayoría pescadores y marineros.
Hace cinco años escribía el que fuera corresponsal de INFORMACIÓN, Manolo Pamies Andreu: «Hasta hace unos años las gentes de esta ciudad, que se vanaglorian de haber nacido aquí y se emperifollan pomposamente como ciudadanos de «pata negra», llegaron a editar una especie de recordatorio con la imagen de San Ramón Nonato -31 de agosto- con la leyenda: «San Ramón Nonato, os desea feliz regreso». La estampa en cuestión se distribuía entre el turismo «esclavo» o «cautivo» mayoritario en Torrevieja: el que no tiene más remedio que volver porque compró su adosado en estos lares. La frase de despedida carecía de afecto, porque en realidad nos referíamos al profundo deseo de que se fueran a su pueblo de una puñetera vez y nos dejaran tranquilos. No por la mayoría de ellos, cientos de miles, que solo buscan lo que buscamos todos en vacaciones, descansar y pasarlo bien (algunos sí se pasan de rosca), sino por un destino que sigue desbordándose cada año más, y que una ciudad que nunca ha estado preparada, ni sigue estándolo ahora, para esta avalancha».
Hoy, próximos al 31 de agosto, comerciantes, hosteleros y restauradores sacan cuentas de los beneficios de récord estos pasados meses estivales y lo que aún está por venir en septiembre. Desde aquí yo apuesto por una ciudad de Torrevieja dinámica, avanzada, animada con augurios para el negocio, el ocio y la diversión. Todo eso son beneficios para la ciudad, a partir de ahora quizás haya que lamentar la supresión de algunos puestos de trabajo, sobre todo en los sectores del comercio y la hostelería, afectando con ello el aumento de las cifras de paro. Esperamos que no.