POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Si San Fermín levantara la cabeza…, pero fue decapitado; a lo sumo podría echarla a rodar por la calle Estafeta. Ahora las crónicas de los encierros, además de contabilizar las cornadas que dan los toros a los corredores, dan parte de las otras cornadas, los abusos sexuales a las corredoras; de tal manera que en el relato de los hechos se cuenta que un gringo joven fue corneado en el muslo izquierdo, de pronóstico grave; un canadiense, herido por asta en la región perianal; a un francés le reventó el bazo la pezuña de un “bos taurus”; una joven gallega sufrió politraumatismos por tocamientos en el tren inferior, una canaria violada en un portal de Tejería por tres mozos sueltos, una adolescente escocesa ensartada entre la espada y la pared, y a una madrileña taparon la boca y destaparon lo demás. A los toros, de Cebada Gago, los encerraron; el resto de cabestros anda suelto.
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