POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Tengo por costumbre cada vez que se cumple un número redondo de estas columnas hacer un poco de recuerdo de lo que para mí significan, son un hito significativo en mi vida de Cronista, aunque me imagino que para los lectores pueda resultar algo más indiferente, porque además ellos no ven ese número que yo les doy, no deja de ser un número de régimen interno que en el periódico de papel no aparece. Pero, para este Cronista es muy revelador, porque también estas líneas semanales son un reto. Ya ven, cuando comencé esta aventura, poco después de nombrarme Cronista, me pareció que sería una experiencia más temporal, más anecdótica, unas cuantas columnas, lo cual era un reto, de cualquier forma, porque mis colaboraciones eran más bien esporádicas y esto tenía un tiempo tasado y periodicidad semanal. Pero no fue así, han tomado continuidad y al cabo de los años son ya como algo consustancial de mi existencia y de mi ocupación.
Setecientas columnas… ya me dicen algunos amigos que tengo cuerda para rato, y sin embargo he sentido en algunos momentos que la cuerda se acababa, que se me terminaba el repertorio, o los temas. No fue así porque esta pequeña ciudad tiene temas para no acabar, y además porque quedan tantas cosas que decir, temas arevalenses con pinceladas de historia, de semblantes de arevalenses o personas vinculadas a esta tierra que nos han dado tantos valores, o acontecimientos más que significativos.
No voy a extenderme más en esas sensaciones y retos personales, porque precisamente en este número tan redondo va un tema que en la vida no se me habría ocurrido que podríamos vivir. Es un reto para todos, pero estoy seguro que lo venceremos entre todos… ya es popular ese “resistiré” que es como el lema que anima a la gente enclaustrada en esta cuarentena pesada y maldita, pero necesaria. Quién les iba a decir al Dúo Dinámico, a su edad y después de tantos años y éxitos musicales que serían número uno otra vez. Varias canciones, unas viejas y otras nuevas, son como himnos de la solidaridad durante estos días de encierro.
Un enclaustramiento de muchos tiempos para entretenerse, ordenas cosas y papeles, escribir, leer, ver Tv… pensar y meditar sobre tantas cosas que estamos viviendo bien personalmente o por los medios. Porque en estas circunstancias aflora la sensibilidad, miramos de otra forma a quienes tenemos al lado, a la distancia reglamentaria y eso, a la sociedad con sus comportamientos, voluntariados y las distintas formas de solidaridad, y poder comprobar que, a pesar de algunos insolidarios, insensatos y antisociales, predomina abrumadoramente la gente buena. Y eso ensancha el alma.
Por cierto, embebido en estas líneas se me han pasado las 8 de la tarde, la hora de los aplausos para decir que agradecemos a los sanitarios y a cuantos están ahí para ayudarnos… en la soledad de mi barrio. Fíjense que el otro día tuve la agobiante sensación de soledad, porque salí a mi balcón en la preciosa e histórica Plaza de la Villa de mi ciudad y me vi solo en mis aplausos… somos pocos vecinos y en esa circunstancia lo advertí y sentí más fuertemente que nunca. Otras veces oyes otros como un eco…
Son momentos para actuar coherente y disciplinadamente, recapacitar sobre tantas cosas y ver como es nuestro comportamiento habitual, que seguramente a veces dejará algo que desear, son momentos en que tenemos que reencauzar muchos comportamientos y valorar los de otros, que muchas veces no valoramos la labor de quienes están ahí, cerca, al lado, cumpliendo un bien social.
Salí a mi balcón de la plaza bonita y coincidí con un vehículo de Protección Civil de mi ciudad, con dos amigos, que estaban desinfectando todo el entorno, y también la UME, y tuve nuevas sensaciones, de agradecimiento y valoración por el esfuerzo de otros.
Hoy estoy aún más convencido, esta unión es la fuerza que nos traerá nuevos días y nuevos momentos de convivencia y vida en comunidad, lo mejor de nosotros mismos…