EL PROFESOR Y MINISTRO REPUBLICANO FRANCISCO BARNÉS SALINAS (II). ENCUENTROS EN ÁVILA CON SU HIJO ADOPTIVO,
Mar 23 2025

POR JESÚS MARÍA SANCHIDRIÁN GALLEGO, CRONISTA OFICIAL DE ÁVILA.

Francisco Barnés, en el centro con barba, rodeado de profesores y alumnos del Instituto Escuela de Madrid donde ocupaba la cátedra de Historia desde 1920.

7. Profesor del Instituto. Escuela. Aunque Ávila seguía siendo el hogar al que solía volver con frecuencia la familia Barnés, el nuevo puesto de Don Francisco en el Instituto-Escuela de Madrid hizo que aquella se instalara allí, ocupando entonces el piso 4º izda. del nº 5 de la Calle Luchana, en el barrio de Chamberí, por un alquiler anual de 1200 pesetas, según se recoge en la hoja del padrón de diciembre de 1920.

Figuran inscritos Francisco Barnés Salinas (Algeciras, 11/06/1877), su esposa Dorotea González de la Calle (Madrid, 9/02/1877), y los hijos de ambos Francisco José (Madrid, 22/02/1902), Urbano (Pamplona, 23/08/1903), Dorotea (Pamplona, 21/12/1904), Adela (Ávila, 9/04/1908), Petra (Madrid, 14/01/1910), Ángela (Ávila, 28/10/1912) y Juan José (Madrid, 24/05/1915). Faltan los hijos fallecidos, Domingo (1903-1920) y Pedro (†1920). Todos ellos criados y educados en Ávila. A partir del curso 1920-1921, Francisco Barnés se convierte en el flamante catedrático de Geografía e Historia del Instituto Escuela, centro creado unos años antes por la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) «como un experimento pedagógico para extender a la enseñanza secundaria oficial los principios educativos fundamentales de la Institución Libre de Enseñanza y de la pedagogía europea más avanzada de su época.

El otro gran objetivo que se propuso fue formar a los profesores que después debían difundir el modelo educativo resultante al resto de los centros de enseñanza secundaria», escribió Elvira Ontañón (Circunstancia, 14/2007). El nuevo destino de Barnés se encontraba en el centro escolar habilitado para varones en el pabellón 5 de la Residencia de Estudiantes en los Altos del Hipódromo o «Colina del viento», mientras que la sección femenina seguía en el Instituto Internacional Americano de la calle Miguel Ángel, fundado y dirigido por la misionera y educadora protestante Alice Gordon Gulick en 1903, donde la experiencia educativa institucionista había iniciado su andadura en 1918.

Años después, en 1930, Francisco Barnés adquiere en propiedad la plaza de profesor del Instituto Escuela de Madrid que venía desempeñando desde 1921, pues su plaza aún seguía estando en Ávila (DAV, 25/04/1930). En 1923, Barnés viaja a Alemania, donde permanece tres meses estudiando la metodología de la enseñanza de Historia, Geografía y Arte en la secundaria alemana, para lo que había sido pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), entidad creada en 1907 en el marco de la Institución Libre de Enseñanza (ILE), presidida por Santiago Ramón y Cajal.

El compromiso con los ideales institucionistas de Giner de los Ríos le acompañará siempre. Ávila, la ciudad monumental, sigue siendo un destino habitual en los programas educativos de alumnos y profesores que siguen los nuevos métodos pedagógicos institucionistas que sigue Barnés como complemento de la asignatura que imparte: «Hoy han pasado el día en esta ciudad visitando los principales monumentos artísticos, varios profesores y alumnos de uno de los colegios de la Institución libre de enseñanza de Madrid.

Entre los profesores figura el antiguo catedrático de este Instituto querido amigo nuestro, D. Francisco Barnés. Figuran entre los excursionistas gran número de señoritas» (DAV, 3/5/1923).

La misma excursión se repite en años sucesivos con nuevos grupo de alumnos dirigidos por Barnés (DAV, 2/06/1924; 9 y 15/04/1929; 18 y 25/03/1930). En la misma línea, otros destinos de las excursiones los encontramos en «La Normal en acción», el diario de una excursión de los alumnos de la Escuela Normal de Maestros de Cuenca por diferentes ciudades castellanas, en la que tuvieron el privilegio de ser guiados por Toledo de la mano de Francisco Barnés (Revista de Escuelas Normales, 51/1928).

También el Barco de Ávila, localidad donde, junto con el abogado Martínez Conde, Francisco Barnés fraguó la reorganización del partido republicano, fue el destino de la excursión científico pedagógico de veintidós alumnos del Instituto Escuela de Madrid, acompañado del profesor Barnés, buen «conocedor de esta región, donde cuenta con bastantes alumnos y amigos». Fueron recibidos por las autoridades locales y otros empleados y cargos públicos, y obsequiados con licores y dulces, partiendo luego hacia Béjar (DAV, 3/06/1930).

Ya en tiempos de la república, y en plena campaña electoral, los alumnos de Instituto Escuela hacen sendas visitas los monumentos de Ávila para orgullo de su profesor Francisco Barnés (DAV, 9 y 23/05/1931). Igualmente, también visitan Ávila los alumnos de la asignatura Historia del Arte de la Universidad Central acompañados por del Rector D. Elías Tormo (DAV, 2/11/1929), autor de una breve guía titulada Cartilla excursionista de Ávila (1917) y director también de la sección de Arte del Instituto de Estudios Históricos con el que colaboraba Barnés.

Francisco Barnés desarrolló también una importante labor de formación del profesorado, uno de los grandes objetivos del Instituto-Escuela. Con él se formaron como profesores los historiadores del Arte José Camón Aznar, Juan de Mata Carriazo, Enrique Lafuente Ferrari y Mª Elena Gómez Moreno, entre otros historiadores y geógrafos.

De la labor docente de Barnés en el Instituto Escuela hasta 1936, son especialmente relevantes los testimonios de sus alumnos. Por ejemplo del profesor Manuel Terán, el catedrático de medicina Julio Botella Llusía, su hija Ángela Barnés, el antropólogo Julio Caro Baroja, y el abulense de Villatoro, el abogado Emilio Torres Gallego. De esta etapa, concluye la profesora Encarnación Martínez Alfaro: «Francisco Barnés desarrolló una importantísima labor formativa en el Instituto-Escuela, de la que ha quedado una honda huella en la memoria de sus alumnos.

No menos importante fue también la difusión que llevó a cabo entre los profesores aspirantes de las novedades cinticas y de las innovaciones metodológicas en los campos de la Geografía, la Historia y la Historia del Arte. Por todo ello, e independientemente de la valoración que pudiera hacerse de su gestión política, su figura merece ser recordada y ocupar un puesto destacado en la historia de la educación española» (Participación educativa, extra/2011)

8. Ávila en el Horizonte.

Llegado el verano, la familia Barnés regresa a Ávila para pasar los meses estivales, anuncia El Diario en la sección de ecos de sociedad (DAV, 27/06/1922; 6/06/1923), así como que «su bella hija [Dorotea?], ha obtenido previos brillantes exámenes en la Normal de Maestras, las notas de sobresaliente y matrículas de honor» (DAV, 9/06/1923). Un buen testimonio de estas estancias veraniegas nos las cuenta Carmen Zulueta, cuya llegada con la familia se reseña en los ecos de sociedad (DAV, 20/06/1923):

«El lugar elegido fue Ávila, una ciudad bonita pero que no invita para nada al veraneo. Allí los paseos con mi padre [Luis de Zulueta, futuro ministro de Estado] se convirtieron en rutas organizadas en grupo con toda la familia y con los Barnés, que también veraneaban allí. Lentamente, los niños delante, después los adultos jóvenes (recuerdo a Adela Barnés y su novio, Germán García), detrás los padres (Doña Dorotea y Don Francisco), mis padres [Luis Z. y Amparo Cebrián], mi abuela y tal vez alguien más que se había sumado. Esos paseos no eran los que a mí me gustaban.

Caminábamos a la Peña de la Cruz, una roca que tenía en lo alto una cruz. Allí Angelita Barnés, la atrevida, que aunque andaba con alpargatas como los demás niños se subía por las rocas como una cabra de monte, trepaba hasta lo más alto de la Peña y tocaba con las manos la cruz.

Era mi admiración porque yo en materia de deportes no servía para nada» (Caminos de España y América, 2004, p.42)

«El veraneo de Ávila fue mejor de lo que habíamos pensado. Todavía ahora, a mi avanzada edad, recuerdo con nostalgia aquellos días de mi infancia en que nos paseábamos con los Barnés por los polvorientos caminos de las afueras y en que nos sentábamos en un banco mirando el sol poniente desde paseo del Rastro… Llegamos a conocer Ávila como nuestras manos y, junto con Angelita Barnés o con mi hermano Biti, recorríamos todos los barrios antiguos, subíamos a la muralla y charlábamos sin parar de todo» (Mi vida en España, 1916-1936, 2011).

Por otra parte, no falta la presencia de Barnés en Ávila en distintos eventos que tienen lugar. Así, entre el numeroso público que asistió al homenaje que la ciudad le brindó a Claudio Sánchez Albornoz con motivo de su nombramiento como hijo Adoptivo, siendo alcalde José Tomé (DAV, 26/08,1924).

Asistieron al acto Francisco Barnés, padre, y sus hijos los hermanos Dorotea, Francisco y Urbano (DAV, 26/08/1924). En agradecimiento al homenaje tributado, don Claudio invita en su casa a autoridades, familiares y amigos y, sobre todo, estudiantes universitarios, entre los que figuran: Francisco Barnés y señora, y los hijos y hermanos Dorotea, Francisco, Urbano y Adela (DAV, 2/09/1924), dada la estrecha relación que existía entre ambas familias. Nuevas reseñas de sociedad anuncian que con el objeto de pasar el verano en Ávila se encuentran entre nosotros las señoritas de Barnés (DAV, 6/07/1925), igual que el nombre de Dorotea Barnés figura entre las acertantes de los pasatiempos que publica el periódico (DAV, 8/09/1926).

También se informa que Francisco Barnés vivió el incendio de una casa en la calle San Juan de la Cruz al comienzo de sus vacaciones veraniegas en Ávila (DAV, 31/07/1929), de las que regresa a Madrid mes y medio después (DAV, 21/09/1929). Al tiempo que en 1930 Ávila recibe un verano más a la familia Barnés (DAV, 11 y 31/07/1930).

Llamativa es la reseña dedicada a Dorotea Barnés: «Procedente de Nueva York, llegará uno de estos días a Cádiz, después de terminados con el mayor aprovechamiento los estudios de ampliación de primero y segundo curso en las Universidades Americanas de Smith College y de Yale (New Haven), la cultísima señorita Dorotea Barnés, doctora en Ciencias Químicas, hija del eminente catedrático del Instituto Escuela de Madrid, D. Francisco Barnes, actual diputado a Cortes por nuestra provincia, quien, por tal motivo, se encuentra en la capital gaditana con su distinguida señora. Al dar la bienvenida a tan estudiosa señorita, con efusiva felicitación por los brillantes resultados de su carrera, hacemos presente a los señores de Barnés nuestra cor­dial enhorabuena por el feliz regreso de su querida hija al hogar paterno» (DAV. 9/07/1931).

En 1929, el hijo mayor, Francisco Barnés González, ejerce en Madrid como tocólogo asistiendo al nacimiento feliz de un niño, lo que anuncia El Diario (DAV; 2/11/1929). Urbano, también médico y ginecólogo, es profesor clínico de la Facultad de Medicina de Madrid (La Época, 7/07/1932). La muerte de la señora Aragüena hizo que el matrimonio Barnés acudiera al funeral celebrado en Ávila (2/02/1931).

Igual que se reseña su regreso a Madrid con motivo del fallecimiento de una sobrina (DAV, 16/05/1931). La sección de ecos de sociedad del periódico sigue anunciando idas y venidas de Barnes, lo que se produce con mayor protagonismo cuando es elegido diputado a Cortes (DAV, 3/08/1931; 29/09/1931; y 14/03/1932). Noticias todas que prueban los estrechos lazos que mantenía con Ávila. «Mis hijos que se casen y mis hijas que estudien», decía Francisco Barnés, lo que facilitó el hecho de que todas y cada una de las hermanas obtuvieran un título universitario. Dorotea y Adela hicieron Químicas, Petra se licenció en Farmacia y Ángela se especializó en Filología Árabe por consejo de Ortega y Gasset, siendo todas premios extraordinarios de sus carreras (El Heraldo de Madrid, 1/10/1932). La guerra civil acabó con sus prometedoras carreras en España.

9. Actitud pública y politica.

En Madrid, Francisco Barnés rápidamente se integra en los círculos culturales y sociopolíticos, haciéndolo en primer lugar en el Ateneo, donde entra a formar parte de la sección de Pedagogía junto a Clara Campoamor (El Sol, 24/06/1922). Como conferenciante interviene en diversos foros, como la Casa del Pueblo de Madrid, donde lo hace con el título «El arte en la educación del niño», donde concluyó: «Es un deber primordial de Pedagogía el desarrollar en el niño el sentimiento artístico, en revelarle la existencia de cam­pos donde los más puros ideales tengan un ambiente de estética» (El Imparcial, 19/11/1926).

De la misma manera, participa en el curso organizado por la Federación de la Edificación de UGT. Francisco Barnés, diserta sobre el tema «El romanticismo y las crisis políticas de su tiempo», ilustrando la conferencia con proyecciones (El Liberal, 27/01/1927).

Y también lo hace en la Casa del Pueblo, invitado por la Asociación del Arte de Imprimir, en una velada organizada por los tipógrafos madrileños (La Libertad, 07/11/1928). El tema de su conferencia fue «Algunas consideraciones sobre la historia de la Asociación del Arte de Imprimir» (El Heraldo de Madrid, 15/11/1928). Así mismo, como no podía ser de otra manera, Francisco Barnés estuvo presente en la presentación en la Academia de la Historia de Madrid de la película Ávila y América, dirigida por el sacerdote José Mª Sánchez Bermejo, archivero y bibliotecario del Ayuntamiento y la Diputación de Ávila. En la concurrencia de autoridades académicas y políticas asistieron el Duque de Alba, el marqués de San Juan de Piedras Albas, los señores Mélida, Menéndez Pidal, Manuel Gómez Moreno, Ballesteros, Claudio Sánchez Albornoz, Abelardo Merino, Luis Zulueta, Isidro Benito Domínguez, Manuel Silvela, etc. (DAV, 10/11/1928).

Igualmente, participa en el homenaje a Pi y Margal en el aniversario de su muerte presidiendo el acto organizado por el Ateneo de Madrid. Intervinieron en el evento el cronista de Madrid Pedro Repide y diferentes representantes de los partidos políticos republicano y socialista, entre ellos Claudio Sánchez Albornoz (El Liberal, 1/12/1931).

En 1929, Barnés participa en la fundación del Partido Republicano Radical Socialista, procedente de disuelta Alianza Republicana. Proclamada la II República el 14 de abril de 1931, los partidos se reagrupan de cara a las elecciones constituyentes del 28 de junio. Para dicha convocatoria, Barnés concurre como candidato a Cortes por la provincia de Ávila formando parte de la coalición Conjunción Republicano-Socialista.

Entre los actos de la campaña electoral de entonces, el 17 de mayo de 1931 tiene lugar el mitin de la conjunción celebrado en la plaza de toros de Ávila. Fueron los oradores Felipe García Muro, Palmerino San Román, Francisco Agustín, Luis Sierra Bermejo, Claudio Sánchez Albornoz, y el propio Francisco Barnés, quien «habla del Ejército y la Guardia civil, combatiendo su organización actual, que no se aviene con su verdadera finalidad. Dice que el pueblo necesita instruirse y hay que darle muchos libros, puesto que la cultura es imprescindible para el progreso y termina, después de elogiar a los que fueron sus discípulos, que han tomado parte en el acto, con un viva a la República» (DAV, 18/05/1931).

La candidatura republicana para diputados a Cortes por Ávila quedó entonces formada por: José Palmerino San Román, por la derecha republicana; Francisco Agustín, por la Acción republicana; Francisco Barnés, por el partido radical socialista; y Santiago Torres Alonso, por el partido republicano radical (DAV, 5/06/1931).

El ideario de Barnés lo encontramos en el mitin republicano socialista que tuvo lugar en el Teatro Principal en junio de 1931 en el que manifiesta: «Implantada la República hay que derrocar todos los intereses creados al amparo de la Monarquía.

La Hacienda está desquiciada, descuidada la cultura y el ejército con hipertrofia. Elogia la labor del ministro de la Guerra [Azaña] por su reforma que al ser aceptada por el ejército puede decirse que con ello se ha proclamado nuevamente la República» (DAV, 22/06/1931). También intervinieron en el acto Luis Sierra, Felipe García Muro, Francisco Agustín, Claudio Sánchez Albornoz y Manuel Azaña.

En estas fechas, Barnés tercia sobre la polémica por el derribo de los restos del antiguo Alcázar que había sido demolido parcialmente un año antes (Mundo Gráfico, 20/08/1930), aprovechando su relación política con el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Marcelino Domingo, de su mismo partido, dando cuenta al presidente de la Comisión gestora del Ayuntamiento, el Sr. Melero, que el ministro había «firmado la orden resolviendo el asunto del paredón de Ávila en la forma solicitada, por lo que podía derribarse por antiestético, debiendo respetar la puerta y matacán del siglo XVI que existe adosada al mismo, bien acoplándolo a aquel sitio, bien trasladándola a otro lugar donde pueda admirarse» (DAV, 28/05/1931).

Sobre ello, al año siguiente, el alcalde Martínez Linares informa de la conversación mantenida al efecto con Barnés «describiendo ligeramente como habrá de hacerse la sustitución del paredón del alcázar que se está derribando, que habrá de con un lienzo de muralla con almenas haciendo luego con el resto del monumento» (DAV, 15/03/1932).

10. Diputado por Ávila.

Celebradas las elecciones generales de 1931, en la capital se obtuvieron los siguientes resultados: Francisco Barnés, 1.315 votos; Claudio S. Albornoz, 1.314 votos; Francisco Agustín, 1.217; Felipe García Muro, 1.173; Robustiano Pérez Arroyo, 1.116; Ángel Torres, 857; Nicasio Velayos, 727; José Palmerino San Román, 707; José María Martín Sampedro, 500; Antonio Bermejo de la Rica, 427; José Picón Meilhon, 419; Francisco de la Peña, 348; y Pedro Cifuentes, 321 (DAV, 30/06/1931). Finalmente, en el escrutinio general de toda la provincia fueron proclamados diputados: Claudio Sánchez Albornoz, 22.564 votos; Ángel Torres, 21.845; Francisco Barnés, 18.645; Nicasio Velayos, 18.215; y Francisco Agustín, 18.087 (DAV, 2/07/1931).

El mejor retrato de Francisco Barnés estrenándose como parlamentario lo hizo para la revista Mundo Gráfico José Sánchez Rojas, discípulo pródigo de Unamuno y articulista prolijo sobre Santa Teresa de Ávila: «Francisco Barnés -diputado a Cortes radical socialista por la provincia de Ávila y vicepresidente de nuestras Cortes republicanas- es, por su atuendo, por su templanza de maneras, por su barbita gris y puntiaguda, un diputado francés que ha leído a Marx en las soledades de un Liceo de provincias.

Pero no os fiéis de las apariencias. Barnés es radicalmente español, y bien español; en Ávila, durante muchos años, bajo los pórticos del Mercado, en la tertulia del café de Pepillo las noches de verano, en las mismas barbas góticas de la portada catedralicia o ante los hombros románicos de San Vicente, predicó —suavemente, eso sí— la buena nueva. El buen Nicasio Velayos, desplazado hoy un tantico de sus legítimas fuentes liberales por los republicanos de aluvión, tenía siempre en el catedrático don Paco Barnés su mejor aliado. Y este don Paco, que jamás soñó en la política militante, es hoy el que manda, después de Besteiro, en nuestras Cortes Constituyentes, y este varón ejemplar que jamás se descompuso en la vida, se sienta hogaño a la vera de unos energúmenos, que se encrespan por un quítame allá esas pajas así que advierten un guiño malicioso en las filas de la vieja guardia radical.

Francisco Barnés: un despacho, siempre silencioso y a media luz, lleno de buenos libros; olorosos habanos a la mano; un sillón y las delicias de una charla confidencial y cordialísima. ¿Quién no recuerda aquella casita, viniendo de la estación, junto al Seminario? Francisco Barnés; lecturas de José Somoza al atardecer; resuena el eco de las lamentaciones del afinador y del componedor de paraguas y de platos sobre la calle enchinarrada; las campanas voltean a vísperas jubilosas y atropelladas.

Barnés: el reposo de Ávila en su espíritu de Jacobino, disimulado por el ambiente; la plática meditada y sabrosa; el paseo, al anochecer, por el claustro de Santo Tomás, mientras se van fundiendo los matices del valle de Amblés en un tono verdinegro y gris.

Barnés, discípulo de Giner de los Ríos, es de esa raza de hombres austeros y limpios, que trae a la República la ejecutoria de una vida humilde y de un estudio tenaz y silencioso. Acaso en la Cámara se aburre un poco añorando sus libros, sus zapatillas y su sillón del despacho provinciano… Pero pronto se rehace, y es capaz de estar votando toda la noche y de contemplar a los vascorromanos con el mismo interés con que un botánico clava las alas de las mariposas en sus cartones de estudio» (Mundo Gráfico, 14/10/1931).

11. ALGUNAS INICIATIVAS PARA ÁVILA.

En los primeros días de su nueva responsabilidad como diputado, Barnés acompaña a la comitiva ciudadana que visita a Azaña para reclamar contra el cierre de la Academia de Intendencia, lo que hace con especial vehemencia y ardor (DAV, 8/07/1931), si bien las quejas no fueron atendidas en esta audiencia.

En este mismo mes, constituidas la Cortes, Francisco Barnés es nombrado vicepresidente y presidente Julián Besteiro (DAV, 28/07/1931).

En otra ocasión, El Diario reseña que el alcalde Sr. Martínez Linares [de su mismo partido] ha recibido esta tarde dos telegramas. Uno, de los señores Sánchez Albornoz y Barnés, dice:

«Conseguida de Dirección Bellas Artes consignación 46.000 pesetas para la restauraclón murallas y 48.000 para continuación de las obras San Pedro».

El otro, de la Dirección de Correos, señala: «Me es grato participar a V. que mañana viernes llegará a la ciudad el arquitecto Sr. Otamendi al objeto de escoger terrenos para ubicar el Colegio de huérfanos del cuerpo de Correos» (DAV, 23/07/1931), el cual antes se había solicitado instalar dicho Colegio en el palacio de Polentinos que acabada de dejar vacante la Academia e Intendencia.

En estas fechas, la prensa madrileña se hace eco de lo que titula «La crisis en la zona serrana de Ávila» (Ahora, 20/08/1931): «En el Ministerio de la Gobernación estuvo una Comisión de Navas del Marqués y de Ávila, a la que acompañaba el diputado por aquella provincia, señor Barnes.

Este manifestó a los informadores que habían ido a exponer al ministro el problema de lo que se pudiera llamar ‘el hambre castellana’, o sea la situación en que se encuentra toda esa zona de la Sierra, donde todos sor pobres entre pobres, en una verdadera paramera, y sufriendo, en cuanto se acerca el invierno, los rigores de un clima crudísimo.

—En Ávila—dijo—, a pesar del presupuesto extraordinario, no podrá sostenerse la situación más allá del mes de octubre, y en las Navas del Marqués, sin recursos municipales, está en pie el problema planteado por la quiebra de la Resinera y la paralización de Lezama, que han dejado en paro forzoso a más de 400 obreros. Aun hay otra zona—añadió—, la de El Tiemblo, en donde la suspensión de las obras de los Saltos del Alberche ha dejado sin trabajo a unos 2.000 obreros.

El ministro, agregó el señor Barnes—ha escuchado con gran atención las demandas de estos sufridos castellanos, y nos ha rogado que busquemos una fórmula de solución para someterla a su estudio».

De la misma manera, Barnés se preocupa por la gestión municipal y acompaña al alcalde Martínez Linares y el concejal Eustasio Meneses y otras personalidades «para conseguir la debida autorización a fin de invertir 74.000 pesetas concedidas por el Gobierno para el paro obrero de nuestra ciudad en el arreglo y pavimentación de calles distintas a las que venían consignadas para ello para con ello poder dar ocupación a mayor número de obreros congratulándose del resultado satisfactorio de las gestiones» (DAV, 18/12/1931).

Poco después, el alcalde informa a la Corporación que «debido a las gestiones llevadas a cabo por nuestro representante en Cortes señor Barnés, se han conseguido 20.000 pesetas más, como aumento a la asignación anteriormente concedida para las obras de pavimentación de la carretera de San Vicente [Avda. de Madrid] manifestando a la vez que de no haberlo conseguido hubiera habido necesidad de paralizar dichas obras por estar a punto de agotarse la consignación primera» (DAV, 5/02/1932).

El 9 de abril de 1932, el Director General de Bellas Artes, Ricardo Orueta, comunica a Barnés que ha atendido su petición para derribar el casucho junto a la puerta de San Vicente aumentando la cantidad solicitada hasta cuarenta mil pesetas, añadiendo que «quiere a Ávila como el primero», lo que es agradecido por el Alcalde José Martínez Linares.

Al mismo tiempo, también se aprueban obras urgentes en la cubierta de la catedral, siendo todas ellas licitadas según proyectos de Emilio Moya Lledós (“Gaceta de Madrid”, 23/11 y 14/12/1932).

Igualmente, a petición del deán de la catedral Bernabé de Juan, Barnés intermedia ante Orueta para que se atiendan los gastos de la Comisión Provincial de Monumentos, de la que fue un activo miembro y amigo de Gómez Moreno, a quien proporcionó una falera de Ulaca, informa María Mariné.

También intercede ante el Director General de Primera Enseñanza para el «envío de más de cien mesas-bancos para las distintas escuelas nacionales de Ávila», por lo que el alcalde propone se les den las gracias «por el interés demostrado en dotar a nuestras escuelas de nuevo material pedagógico» (DAV, 2/06/1932).

En 1932, es noticia que de regreso de Salamanca, vista Ávila el Ministro de Marina José Giral Pereira, cuñado de Francisco Barnés y boticario que fue de Mingorría en su juventud. Acompañan al Ministro el rector de la Universidad Central y diputado Claudio Sánchez Albornoz y el secretario del Presidente Azaña (DAV, 21/03/1932).

Como vicepresidente de las Cortes, Barnés participa en la inauguración del cursillo de perfeccionamiento del Magisterio organizado por la Asociación del Magisterio Abulense UNITAS, presidido por Quiliano Blanco. Barnés «alienta al Magisterio provincial para que multiplique estos actos que despiertan las inquietudes por las cosas de la Escuela y evitan el anquilosamiento intelectual al que empujan los medios rurales y provinciales» (DAV, 30/05/1932).

De la misma manera, Francisco Barnés participa en el Certamen pedagógico convocado por UNITAS dirigido a los maestros de Ávila y provincia patrocinando el premio «La escuela rural en relación con los problemas que le plantea el medio» dotado con una obra de arte (DAV, 18 y 27/07/1932).

En la entrega de premios también estuvieron los diputados abulenses, Sánchez Albornoz, Francisco Agustín y Ángel Torres. Una nueva participación de Barnés se produce en la Semana pedagógica escolar organizada por UNITAS de Ávila en abril de 1933, en la que intervino con la conferencia titulada «Cuestiones de arte local» (DAV, 1/04/1933).

Siguiendo con su actividad política, Barnés interviene en el mitin que tiene lugar en el Teatro Principal junto a Joaquín Pérez Madrigal, Antonio Jaén y el ministro de Justicia Álvaro de Albornoz (DAV, 17 y 20/06/1932).

A continuación, se celebró un banquete en el antiguo Hotel Vasco, que estuvo situado en la actual calle del Ferrocarril nº 3. Después, los asistentes visitaron algunos monumentos guiados por Barnés.

Finalmente, Barnés también fue miembro de la Comisión gestora el Patronato de las Misiones Pedagógicas, institución que desarrolló numerosas actividades en la provincia de Ávila en el periodo 1931-1933.

Su director era Manuel Bartolomé de Cossío, pedagogo que se graduó de bachiller en Ávila, mientras que otros miembros fueron Antonio Machado, Pedro Salinas y Amparo Cebrián de Zulueta, quien con su marido Luis Zulueta veraneaba en Ávila, entre otros. (BOE, 13/08/1931; DAV, 13/08/1931).

[En el siguiente capítulo III: Francisco Barnés ministro de Instrucción Pública y exiliado en México]

FUENTEhttps://www.facebook.com/100000584023499/posts/pfbid02eQ7k1tywxQXBMz376H8AYaqxTHsVohRj6dVkA6dbNGkRibH56D2odzRvbcXcn8gXl/

JM. Sanchidrián Gallego. Diario de Ávila, 23 de marzo de 2025.

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