ENTREVISTA CON ENRIQUE DE AGUINAGA, CREADOR DEL MÁSTER DE PERIODISMO ABC-UCM EN 1989
Los libros y las cajas llenas de papeles hacen de muros de carga. Más de medio siglo de profesión, y de vida, se almacena en las paredes de la casa de Enrique de Aguinaga (Valverde del Fresno, Cáceres, 1923). Guarda con un orden aglomerado las cientos de páginas que ha ido estudiando o leyendo a lo largo de su carrera. Por su ventanas asoma la sierra de Madrid. Aguinaga vive en La Ciudad de los Periodistas, que se construyó en los setenta para dar cobijo a este gremio y que, aunque con menos plumillas, hoy sigue siendo el hogar de los veteranos.
Cronista de la villa de Madrid, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y un frustrado arquitecto, de ahí la polémica que mantuvo con Moncho Alpuente en las páginas de El País sobre urbanismo, Aguinaga sigue vinculado a la profesión con más de 90 años.
El baño, la cocina, el salón, el cuarto de los documentos y su habitación le sirven de almacén, aunque sabe que tiene todo guardado, «en algún sitio», no consigue encontrar lo que busca. «Tener lo tengo, pero claro, vete tú a saber dónde se me ocurrió ponerlo», asegura sobre su Biblia, el tomo que elaboró hace ahora 25 años y que dio principios, estructura y forma al Máster de ABC y a pesar del tiempo, en gran medida, sigue vigente todavía. El pasado lunes, en la entrega de diplomas a los quince graduados en la 25ª promoción, recibió un homenaje del máster que fundó.
—¿Cómo surge la idea del Máster de ABC?
—Anson fue el que empezó todo. El País acababa de sacar su máster propio, en colaboración con la Universidad Autónoma, y Anson no podía permitir que ABC no tuviese lo mismo o más que El País. Era nuestra principal competencia, te hablo de 1989. Yo llevaba mucho tiempo luchando para la profesionalización del periodismo. A mí esto de que todo el mundo pueda ser periodista no me parece bien. ¿Tú puedes operar? No, ¿no? Pues tampoco se debería poder informar sin la carrera correspondiente. Entonces, como él lo sabía, me pidió a mí que me encargarse de hacer un plan de estudios. Me encerré en mi apartamento de Estepona, siempre veraneo ahí, y volví con un dossier enorme, no sé dónde lo he metido [dice mirando a las estanterías repletas de archivos], pero sería curioso analizarlo.
—¿Desde cero?
—Sí, sí, desde cero. Todas las asignaturas que consideraba indispensables para la formación de un buen periodista. Yo siempre había luchado porque en la universidad impartiesen Teoría del Periodismo, pero no tuve éxito. La añadí en este Máster. Además, traía a periodistas importantes para que diesen charlas a los alumnos. Sólo admitimos a licenciados en Periodismo. La profesionalización ha sido mi lucha siempre, y teníamos unas plazas para periodistas latinoamericanos. No sé el número exacto, eso pregúntaselo a Praditos que es una máquina con los números. [Praditos es Luis Prados, coordinador del Máster de ABC desde hace 24 años, y que también fue homenajeado en el acto del lunes en la Biblioteca de ABC].
—En esa época las becas para extranjeros no estaban a la orden del día…
—No, no, pero eso fue idea de Anson también. Fue una idea buenísima. Ellos venían y conocían España y a los alumnos españoles les enseñaban cosas de su país. Se creaban vínculos muy fuertes y era beneficioso para ambos. Uno de ellos fue muy importante en su país luego, era peruano creo, pregúntale a Praditos el nombre, destapó algo muy gordo. Luego, creo, esas becas se acabaron. Una pena, porque la gente que venía de Latinoamérica eran profesionales, que ya tenían trabajo, no cogíamos a recién licenciados y daban mucho valor al Máster de ABC.
—Luis Prados sigue siendo la memoria del Máster…
—Lo mejor que pude hacer fue elegirle a él. Tenía todo en la cabeza, todas las notas de los alumnos, cuando teníamos que hacer las pruebas de acceso ponía hasta milésimas para escoger a los mejores.
—¿Cómo eran las pruebas? ¿Las ideó usted?
—Sí. Pues si no recuerdo mal era una biografía, unas pruebas sobre actualidad y sobre periodismo. Las corregíamos y elegíamos a los mejores. Yo nunca fui de hacer exámenes, cuando era profesor de universidad no me gustaba. Prefería que los alumnos se pusiesen notas a sí mismos. Al final, cuando tienes que valorarte, eres más duro. Pero Anson no me dejó hacerlo. Todos decían que si no era imposible valorar. Yo siempre digo una cosa: «Ya les suspenderá la vida, ¿Por qué voy a suspenderlos yo?». Bueno, eso, que Luis lo tenía todo en la cabeza, todas las notas de todos. Una máquina.
—¿De qué se siente más orgulloso, en relación con su labor en el Máster de ABC?
—No fue fácil, tuvimos algunos problemas. La empresa veía el Máster como otro departamento más, como el de publicidad, hablaban de pérdidas y ganancias… De locos… Pero al final formábamos a periodistas muy buenos y conseguimos que se creyese en la formación, en el periodismo profesional. Estoy orgulloso porque creo que los alumnos se quedaron con esa idea, la de formación como camino para ser un gran profesional.
—En aquella época no había periódicos digitales, ¿utiliza usted internet para leer la prensa?
—Yo soy un dinosaurio, soy fiel a Gutenberg. Ahora supongo que en el Máster también enseñaran a trabajar con internet. Yo formé periodistas de papel. Ni de radio, ni de televisión, ni de cosas de esas; de papel. Soy del papel, tanto que cuando La Gaceta se fue al traste [él escribía para ese diario] y me ofrecieron algo en internet dije que no. Ya no tengo edad. Aunque sí que leo correos electrónicos y los contesto, ¿eh?
Fuente: http://madrilanea.com/