POR JOSÉ ANTONIO AGÚNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE MALPARTIDA DE CÁCERES

Hoy es un día muy especial. En un Viernes de Dolores como éste, tres de abril de 1998, murió en Berlín nuestro amigo y maestro del arte y la vida Wolf Vostell. Recibí la noticia por boca del corresponsal Diego Parra, inmediatamente después de haber pregonado la Semana Santa malpartideña de aquel año. No lo olvidaré nunca. Después de confirmarla con Antonio Franco -también lamentablemente desaparecido hace poco- y de telefonear a la familia sin fruto, decidí junto a algunos miembros pertenecientes a la Asociación de Amigos volar a Berlín para estar con Mercedes y sus hijos en tan tristes momentos. Ya no pudimos verlo, pero queda en el recuerdo el apoyo, el afecto y el ánimo que impregnamos en la familia Vostell en tan difíciles días. Por eso imagino hoy, mejor que nunca, la inmensa pena que deben sentir aquellos que mueren solos, la de los familiares que despiden solos a sus seres queridos.

Transcurridos 22 años, su memoria deja en nosotros un harto consuelo. Wolf Vostell fue una extraordinario ser humano, un genial artista, un sabio maestro de la vida, un generoso y feliz amigo al que profesaremos siempre el más predilecto de los respetos. Desde allí donde está, Vostell sigue advirtiéndonos que «Son las cosas que no conocéis las que cambiarán vuestra vida», que «Todo acto moral es una obra de arte» y que «La Paz es la mayor obra de arte». Gracias por todo, amigo del alma.

En la fotografía junto a Vostell, Mercedes, mi esposa Leonor y mi hija Elena. Debía ser el verano de 1996.