POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Pasó La Nochebuena; pasó La Navidad.
¿Y qué recuerdo, qué huella, dejaron en nuestro espíritu? Casi me atrevería a asegurar que, salvo buenos manjares, «ni res de res», como dicen los catalanes.
¿Vieron los programas que las diversas TV dedicaron al Nacimiento de Jesús de Nazaret?
¡Ah!, Sí, en TV-5 pusieron «La Cenicienta».
¿Escucharon los programas de las «arradios», que decimos en mi pueblo?
El NINGUNEO más absoluto acompañó al misterio de Belén.
Al comentar esto con algunos amigos, la respuesta fue unánime: ¡¡¡SON LOS TIEMPOS!!!
Estábamos en Oviedo muy cerca de la catedral y de su torre; esa que cantaba el poeta: «Mio torre, torrina / señora d´Uvieu».
Y en la discusión-comentario, con la catedral al fondo, recordé la respuesta que Heine dio a un amigo interesado en explicar por qué actualmente no se construyen catedrales como las famosas góticas: «Los hombres de aquellos tiempos -dijo el escritor-tenían CONVICCIONES; nosotros, los modernos, no tenemos más que OPINIONES, y para elevar una catedral gótica se necesita algo más que una opinión».
Representamos «belenes», iluminamos calles y plazas, se promocionan multitudinarias actuaciones de artistas consagrados por la fama… Todo programado, perfectamente programado, por expertos en marketing; es decir, con OPINIÓN garantizada de éxito.
Pero, amigos míos, en «los peros está el quid»; y el quid, el busilis, de este asunto, es que falta la CONVICCIÓN.
Aquella convicción que inspiraba al coadjutor-organista de Colunga, don Francisco Suárez Bustillo, cuando componía sus villancicos: «En un pesebre de pajas está / la norma que ha de seguir la Humanidad. / La norma donde se encuentra la paz; / la norma que es la virtud de la HUMILDAD. / Humilde y pobre, aquel Niño / nos enseñó a vivir la verdad». Hoy, perdonen mi atrevimiento, les animo a mantener sus convicciones. Entre todos recuperaremos la presencia en nuestros corazones de Jesús, de María, de José y hasta de la Mula y el Buey.