PARTICIPA ANTONIO SÁNCHEZ DEL BARRIO, CRONISTA OFICIAL DE MEDINA DEL CAMPO (VALLADOLID)
El transcurrir de los siglos ha modificado al completo todas las estructuras sobre las que se rigen las sociedades. La Medina del Campo de años pretéritos, nada tiene que ver con la de ahora, ni en términos económicos y sociales, así como tampoco en los arquitectónicos. De hecho, es el testimonio oral el que, en muchas ocasiones, da Fe de los aconteceres que transcurrían antaño y hacen permanecer en el legado de la villa historias que, de boca en boca, corretean y jamás desaparecen. Es el caso del conocido como «Caño de la Ictericia», elemento ahora en ruinas, que el área de Medioambiente tratará de volver a izar de la mano de una subvención regional.
A día de hoy, de él solo se encuentran ruinas, pero también testimonios que entremezclan lo cotidiano con lo extraordinario. En las proximidades de Casa Blanca, teniendo como escenario la Dehesa Municipal, emanaron en su día unas aguas cristalinas de un popular caño que la población más mayor hoy recuerda por haberlo visto brotar durante las tradicionales ‘meriendas’, que la población medinense celebraba en la zona durante el mes de mayo. Unas aguas ‘sanadoras’, puesto que corría el rumor de que todas aquellas personas que amarilleaban por la famosa ‘Ictericia’, conseguían librarse de tal coloración gracias al contacto o mera visión del líquido. Lo cierto es que aquel color amarillo venía derivado del aumento de bilirrubina en sangre, a consecuencia de determinados trastornos hepáticos.
A pesar de que no existe una basta documentación al respecto, el semanario que llevaba por nombre «Sarabria», publicaba el 20 de abril de 1924 una poesía en relación a la ‘merienda’, que venía a decir: «Pon el terno a los chavales // y prepara la merienda,// que en cuanto tome el café // me tienes aquí de vuelta // y todos juntos nos vamos // a las Tudas o la Dehesa // y verás qué bien nos saben // la suculenta paella (…). Documento que se puede consultar en el archivo digital de la Fundación Museo de las Ferias, que dirige el cronista oficial de la villa, Antonio Sánchez del Barrio.
Con estos términos de fondo, el Consistorio tratará ahora de reconstruir este emblemático caño, no solo para poner de relieve la importancia de este tipo de elementos en entornos naturales como el que se halla, también para servir de tributo y homenaje a las andanzas y cultura de entonces. Por dicha razón, desde el área de Medioambiente, encabezada por David Alonso, se invita a la ciudadanía a compartir imágenes o testimonios que describan cómo era tal caño con exactitud, para poder así reconstruirlo tal y como se podía observar en tiempos pasados.
De hecho, volverán a buscarse las propias aguas del mismo y, de no ser posible, se derivará una tubería desde la depuradora para que vuelva a emanar. El objetivo final es que dicho agua sea potable, en la medida de lo posible, ya que en la dehesa, en la actualidad, se halla un pastor con sus ovejas.
Y es que Medina del Campo puede presumir, además de su propia Historia, de múltiples leyendas que, gracias a la tradición oral, permanecen vivas con una continua cesión del testigo entre generaciones pasadas, presentes y futuras. Y quién sabe si esas aguas ‘sanadoras’ no rieguen de prosperidad, nuevamente, estas Tierras de Medina.