POR ADELA TARIFA, CRONISTA OFICIAL DE CARBONEROS (JAÉN)
Hay vivencias qué prefieres olvidar. Pero el pasado es obstinado, y vuelve. Digo esto porque escuchaba hace un tiempo en la radio que un tipo de Jódar, actual concejal podemita de Jaén, entraba en la cárcel por cometer diversos actos violentos. Al parecer, y hablo de oídas, uno de sus delitos fue pegar apalear a un político socialista de su pueblo; solo por no ser estalinista como él. Me pareció terrible. Pero más todavía es que haya ciudadanos opuestos a que este delincuente entre en prisión.
Como me picó la curiosidad, busque en internet datos sobre el personaje. Supe que se llama Andrés Bódalo; y resultó ser el cabecilla que comandaba los piquetes en la provincia de Jaén de la huelga general de 2002. Entonces me vino a la cabeza que ese día pasé un miedo atroz en la calle Trinidad de Úbeda, cuando me dirigía a Correos. Escuche gritos a mi espalda, e instintivamente me refugié en una puerta medio cerrada. Resultó ser una tienda, en la que conocía a dos trabajadoras. Aterrorizadas, cerraron a cal y canto el negocio temiendo que aquellos “valientes” les destrozaran su futuro. Me enteré por ellas de que muchos del pelotón vociferante venían de Jódar, un pueblo que antaño fue villa de señorío, en la que en 1681 se refugió un delegado regio que vino a Úbeda a requisar trigo en tiempos de hambre. Hasta allí viajaron las autoridades ubetenses para pedir perdón a don Francisco de Villaveta, alcalde de la Chancillería de Granada, por los ultrajes que recibió de los amotinados ubetenses. Cosas del ayer que una sabe por su oficio.
De hoy cuentan que en Jódar, pueblo con larga historia, excelente aceite y precioso castillo, hace poco salían votos para los batasunos, cachorrillos de ETA. Y que ahora allí se crían algunos violentos como el tal Bódalo. Yo siento pena pensando en la buena gente de ese pueblo hermano. Porque es triste que Jódar suene en los periódicos como patria de un grupo de militantes de Sindicato Andaluz de Trabajadores, famosos por el radicalismo de sus piquetes; y por saltarse la ley; como hace su señor, el rey que gobierna Marinaleda, un tal Gordillo.
En internet se ve todo. Incluso vi la cara de este sujeto de Jódar jefe de pelotones. Iba disfrazado de Che Guevara, a lo cutre; lo vi amenazando con asaltar tiendas, y proclamando que no iba a cumplir la sentencia de la justicia. También supe que en Úbeda, el mismo día que tres mujeres asustadas nos encerrábamos en una tienda huyendo de estos valientes, otra mujer, embarazada de 6 meses, fue atacada por él y los suyos; por los mismos que hoy ha acogido Pablo Iglesias en su seno para elevarlos a la categoría de concejales, o ministros. El delito de esta mujer era regentar una heladería con la que daba de comer a su familia, pagaba impuesto y contribuía en la Seguridad Social, de donde salen subsidios para piquetes, ayudas para parados, y pensiones de los viejos. O sea, que la maltratada costeaba a su maltratador. Entonces sentí vergüenza por no haber plantado cara ese día al pelotón de los violentos, y decirle a su jefe que es un cobarde. Y pena por mi país, donde se permite que pasen estas cosas. Y pensé que lo más terrible no es que haya suelto por ahí un aprendiz de Fidel Castro. Lo terrible es que exista un partido político que aspira a gobernar España tejido con estos mimbres, en el que caben sujetos que no se detiene ni ante una mujer embarazada. Y que apalean a un socialista. Lo tremendo es que haya tantas personas que lo votan, y tan pocas que den la cara para condenarlo.
Decía esta mujer de la heladería que ella denunciaba para que se supiera el peligro que supone tener cerca al personaje que les destrozó el negocio y puso en riesgo su vida y la de su hijo. Que se alegra de que hoy duerma en la cárcel. Pero que tenía miedo pensando en que saldría pronto. Yo le digo que no tenga miedo. Que somos mayoría los que agradecemos su valor. Que su denuncia ha demostrado que se equivocaban aquellos antiguos moralistas cuando afirmaban que la mujer es cosa de poco ser. Porque plantar cara a un pelotón capaz de apalear a un ser humano indefenso, que eso son los llamados piquetes informativos que yo vi, es propio de gigantes. Los insignificantes son ellos, por mucho ruido que hagan. Igual opina mi papelera; y los manda fuera, como al alcalde que vino una vez a embargar el trigo de los pobres y salió con el rabo entre las piernas hacia Jódar para refugiarse en las faldas de su amo, cuando ese pueblo era una villa señorial. Ahora otros amos la intentan doblegar. Pero no podrán. Mi apoyo y cariño a Jódar… y tiempo al tiempo.
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Fuente: Diario IDEAL. Jaén, 19 de mayo de 2016