POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Con Tejero y el 23-F no hubo equidistancias en los medios, como es lógico, porque se trataba de un golpe de Estado, la vieja guardia quería secuestrar el Parlamento y cambiar de gobierno por la brava; menos lógica es la equidistancia con Puigdemont y sus alzapuertas, en tratándose de algo peor: robarnos un buen trozo de España y de españoles y dejarnos con dos palmos de narices, sin darle garrote al vil. Muchos medios de difusión optan por esta equidistancia, y no tanto por hallar la virtud en el término medio cuanto por vender más, por facturar, aunque nos fracturen. Nadie quiere equidistancias con Bárcenas, con el caso Igrafo, con Villa y el Montepío Minero, con los radicales islamistas, con ladrones y asesinos…, peccata minuta; en esos casos de menor cuantía sólo Dostoievski buscó la equidistancia con Raskolnikov. Y así el jingoísmo de Puigdemont nos da sopas con honda.
Fuente: http://www.lne.es/