POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
El río Mesa era un afluente del río Piedra que, después de atravesar por hoces aragonesas entre Calmarza, Jaraba e Ibdes, zona de buitres, árboles mil, balnearios y santuarios, los recorrí estos días, desemboca en el embalse de la Tranquera, donde también se aboca el Piedra después de airearse en bellas cascadas al pie del cisterciense Monasterio de Piedra y cerca de ruinas celtibéricas y romanas. Nuévalos es la población desde donde escribo este artículo, a la vista del susodicho embalse; no bien me acerco a él, entre cerezos y nogales, hago amistad con ranas, sapillos pintojos, tritones…, y cuando me doy un chapuzón salen a mi encuentro truchas, barbos, madrillas, carpas… Al rato, mientras en el ayuntamiento de Oviedo se resisten a ayuntarse nuestros semejantes, iré a la laguna de Gallocanta; en sus aguas, frente a la Ermita del Buen Acuerdo, pactan ánades, fochas, porrones, garzas, zarapitos, chorlitos…
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