POR GUILLERMO FERNÁNDEZ RABADÁN, CRONISTA OFICIAL DE VILLAS DE LA VENTOSA (CUENCA).
En el antiguo municipio de La Ventosa, hoy perteneciente a Villas de La Ventosa (Cuenca), existieron diferentes ermitas, de las cuales algunas han desaparecido, como es el caso de la de Santa Ana, la de San Sebastián, la de San Roque y la de Nuestra Señora de la Vega, de la que nos ocupamos en este escrito. De los orígenes de esta ermita no hay noticia cierta, pudiendo ser de la más antiguas de la población dada su original ubicación cerca del Puente de la Virgen, junto al río Guadamejud y cercana a zonas de interés arqueológico.
Los primeros documentos que reflejan su existencia son los libros de fábrica de la iglesia parroquial1 y el libro de cuentas de dicha ermita2, que se conservan en el Archivo Diocesano de Cuenca, siendo las fechas de inicio de estos libros 1520 y 1596, respectivamente. La primera referencia encontrada hasta ahora data del año 1534, reflejada en el primer libro de fábrica de la iglesia parroquial (que se encontraba en obras), en el que aparece una anotación por la que se cargan 7.000 maravedíes a Antonio García, mayordomo de la ermita de Santa María de la Vega.
Dos años más tarde, en 1536, se vuelven a cargar otros 7.000 maravedíes a la ermita de Nuestra Señora, como empréstito para ayuda a la iglesia parroquial. En 1548 aparecen citadas las ermitas de Santana (Santa Ana), la de San Sebastián y la de Nuestra Señora de la Vega. En 1557 el visitador del obispado mandó que el mayordomo de la ermita prestase 12.000 maravedíes a la iglesia para hacer un incensario de plata, bajo pena de excomunión mayor.
En el libro de cuentas de la ermita de Nuestra Señora de la Vega, para hacerse una idea de la antigüedad de la construcción, se habla de una antigua imagen muy deteriorada que hubo que cambiar por una nueva en el año 1610. También figura que tenía campanario y un retablo pintado por Martín Gómez3, lo que denota la importancia de la ermita. Este último, miembro de una importante familia de pintores, fue el encargado de dorar la nueva imagen de la Virgen que se colocó en el retablo de la ermita.
El mandamiento del visitador del obispado en 1610 que hace referencia a las imágenes, antigua y nueva de la ermita de Nuestra Señora de la Vega, fue el siguiente:
Otrosí, el señor visitador habiendo visto esta ermita y la imagen de la Madre de Dios que está en ella muy maltratada y quebrantada con la antigüedad, y que por no tener reparo se ha hecho otra nueva muy buena y muy devota, mando al cura de esta villa que dentro de seis días lleve la dicha imagen nueva a la ermita, y la ponga dentro de la caja del retablo, y quite la imagen antigua; y atento a que el pueblo tiene devoción, se ponga hasta que otra cosa se mande, encima de la mesa del altar, en medio, y mando que ninguna persona de cualquier estado y condición que sea no lo impida ni vaya contra este auto, ni mude las dicha imágenes que así quedaren puestas, so pena de excomunión mayor de 10.000 maravedíes, aplicados al hospital de esta villa en que incurran por el mismo hecho, y como a tales excomulgados mando al cura que los declare en su iglesia si siendo requeridos para que cesen de ello y habiéndoseles notificado no quisieren desistir y poner las imágenes en la forma referida, por cuanto así conviene al servicio de Nuestro Señor, y así lo proveo y mando, El Ldo. Fernández de Mesa Ante mí, Onofre Díaz, notario
NOTAS:
1 Archivo Diocesano de Cuenca. Primer libro de fábrica de la Iglesia Parroquial de La Ventosa. Signatura P-673.
2 Archivo Diocesano de Cuenca. Libro de cuentas de Nuestra Señora de la Vega. La Ventosa. Signatura: P-718.
3 Martín Gómez el Joven, era hijo de Gonzalo Gómez, y nieto de Martín Gómez el Viejo, pintor renacentista, todos pertenecientes a una dinastía de artistas culminada por el arquitecto Juan Gómez de Mora, pintor de cámara del rey Felipe II, y sobrino de Martín Gómez el Joven, cuya obra más conocida es la plaza mayor de Madrid.
Para saber más de esta familia, conviene consultar las siguientes obras:
IBAÑEZ MARTÍNEZ, P., Los Gómez, una dinastía de pintores del Renacimiento. Ediciones de la Universidad de Castilla-La Mancha. 1991; Mismo autor, Documentos para el estudio de la pintura conquense en el Renacimiento. Diputación de Cuenca. Área de Cultura. 1990; Mismo autor, La escuela conquense de Fernando Yáñez de la Almedina. Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte (U.A.M.), Vol. III, 1991.
4 El retablo de Villarejo del Espartal lleva en su interior otro retablo del siglo XVI de dos cuerpos y frontón triangular. Es este retablo el realizado por Martín Gómez el Viejo, en sus últimos años de vida, y por su hijo Gonzalo Gómez. El taller de los Gómez, además de numerosos trabajos en la Catedral y otros lugares de la provincia, también llevó a cabo trabajos en Bólliga, Culebras, Castillejo del Romeral y Olmeda de la Cuesta, en el entorno de la ermita de Nuestra Señora de la Vega, de La Ventosa.
En 1620 queda reflejada la compra de una campana y la orden de retejar la construcción. En el año 1652 aparece una referencia al pago de más de cinco mil maravedíes por el aderezo del tejado de la ermita, el campanario y otros reparos que se hicieron en ella, en los que fueron usados teja, yeso y madera. También figura el pago de ochenta y nueve reales al sacristán de la ermita por su trabajo. Otros conceptos que aparecen en este libro son los de aderezo del camino que llevaba a la ermita, listones encarnados para las cortinas, lienzo para una sábana para el altar, una casulla de terciopelo morado bordada por Alonso Martínez, lámparas, cera, incienso, una corona de hojalata para la imagen, un pergamino para las palabras de consagración, atril, escalera, clavos, mantos, candeleros, cuerdas, etc.
En 1720 el licenciado don Diego García Olmedilla, presbítero de la villa de la Ventosa y mayordomo de la ermita, solicita al provisor general del obispado que permita reedificarla mediante las aportaciones que los vecinos del pueblo deseaban hacer.
El licenciado don Diego García Olmedilla, presbítero de la villa de La Ventosa y mayordomo actual de la ermita de Nuestra Señora de la Vega, extramuros de ella, en la forma que más convenga, ante Su Merced, parezco y digo que dicha ermita se halla de muchos años a esta parte arruinada y sin tener más renta anual que siete fanegas de pan por medio para la lumbrera, y en lo antiguo había mucha devoción y culto a la gran reina de los cielos, y al presente los vecinos llevados de ella pretenden que se reedifique ofreciendo algunas limosnas en frutos y trabajar personalmente por cuyo motivo que de reedificarse dicha ermita no se siga perjuicio a la Parroquia ni a otra persona alguna.
Parece que dicha reforma se llevó a cabo, ya que en el libro de cuentas siguen apareciendo datos de 1749. En la relación hecha por don Manuel Antero Martín, cura de La Ventosa en 1787, al nombrar las diferentes ermitas que tenía la población, ya no aparece citada la ermita de Nuestra Señora de la Vega.
En cuanto a las tierras pertenecientes a la ermita, debían ser bastante buenas, ya que en la visita que se hizo en el año 1672 por el visitador del obispado, figuran unos haberes de casi 200.000 maravedíes, de los cuales la mitad de ellos procedían de las rentas de dicha ermita, que produjeron casi sesenta fanegas de trigo y otras tantas de cebada, lo que permitía una cierta holgura en sus cuentas.