POR ADELA TARIFA, CRONISTA OFICIAL DE CARBONEROS (JAÉN)
Si fuéramos empáticos deberíamos poner un crespón negro en todos los balcones.
Deberíamos llevar luto por todas las víctimas de una epidemia terrible que han muerto en soledad, sin poder recibir ni el cariño de sus familiares.
Es que la fría estadística ya que nos ha colocado en el primer lugar de este drama mundial:
somos los campeones en tasa de mortalidad y en contagios. El mundo entero lo sabe.Nos van a mirar en adelante de otro modo.
Será difícil afirmar a partir de ahora que tenemos la sanidad pública mejor del mundo. No es cierto. Lo que sí tenemos son los mejores profesionales sanitarios. Lo que sí tenemos son los mejores ciudadanos. Lo estamos demostrando con una templanza superlativa. Con un heroísmo inmenso.
En lo demás, ser un ejemplo a seguir en calidad sanitaria, en prevision económica en investigación, o en ejemplaridad política, salimos mal parados.
Pero acaso no interesa ahora tanto mirar las cifras, buscar culpables o lamer heridas. Tiempo habrá de ello.
Es que las cifras son frías. Son manipulables. No creo que haya a estas alturas muchos españoles que se crean las cifras oficiales que dan los medios de comunicación y que desmienten las funerarias y el sentido común. Todos los que hemos trabajado con la estadística histórica sabemos que es una ciencia inexacta, por manipulable.
Lo que importa es lo otro: detrás de las cifras hay rostros. Seres humanos únicos e irrepetibles. Miles de dramas que dejarán heridas en el alma eternas.
Por eso estamos de luto. Por esas heridas. Por esas ausencias. Y por pensar que muchas fueron evitables.
Sí. Es acaso la primera Semana Santa de nuestra historia pensada para reflexionar y llorar. Que eso es la Semana Santa de los católicos: llanto. Aunque la hayamos vulgarizado, folklorizado al límite.
Hace unas semanas aún éramos felices. En realidad éramos avestruces. Es que nos dijeron los «expertos » que este virus chino no nos iba a rozar apenas. Que era un gripe benigna. Que siguiéramos viviendo nuestra particular feria.Pan y circo.
El circo se ha acabado. Y el pan nuestro de cada día toca repartirlo. Respecto a libertades públicas, chitón.
Algunos lo vimos venir. Pero no somos «expertos «. Algunos estábamos en Madrid los días previos a ese chitón. Aquello era un jolgorio colosal. Pero según los»expertos» no pasaba nada. Sin embargo algunos ya dejamos de usar el metro, de salir a la calle sin precaución,y localizamos alguna mascarilla en farmacias de barrios. Ya escaseaban. Como el gel desinfectante. Las «tiendas de chinos» habían echado el cierre hace días sin que nadie se lo mandara. No nos fiábamos porque mirábamos esos detalles y los datos de Italia mucho más que las informaciones de televisiones públicas. No eran creíbles. No hay más ciego que quien no quiere ver.
Hoy comparto un artículo que escribí a principio de febrero. Se público el Ideal de Jaén el 20 de ese mes. Pocos escritos de actualidad cotidiana resisten el paso de los días. Pero yo no Quito ni pongo nada pasados dos meses. Lo escribí
cuando aún creíamos ser felices. Cuando creíamos ser libres, sin serlo. Cuando no estábamos de luto nacional como ahora.
Gracias a todos los colectivos ciudadanos que nos van a sacar de esto. No hay que citarlos. Más que aplausos nos piden memoria y justicia. Eso creo yo.
Ellos son la única esperanza.
Me uno al duelo por las víctimas de este inmenso drama.
Sin duda vamos a ganar esta batalla. En nuestro fuero internos todos sabemos cuáles son los héroes y los villanos. Abundan los primeros. Por eso no debemos de tener miedo.
Lo que ahora toca es guardar luto, ayudar y resistir. Tiempo habrá de lo demás.
Incluso habrá tiempo para perdonar. Incluso a los que no saben pedir perdón.
Yo sí pido perdón a todas las víctimas. No hemos estado a su altura. No merecíamos morir así.
Todos somos culpables de algo, por acción u omisión
Lo siento.
Cuidaros y ánimo.