POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFCI9CIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Crucificaron a Jesús en el Gólgota, fuera de Jerusalén, y lo enterraron extramuros, en una cantera abandonada; en cambio, esos lugares y el propio Calvario quedan hoy no sólo intramuros (amplió las murallas Herodes Agripa) sino dentro de una basílica custodiada por católicos, griegos, ortodoxos y armenios. La basílica contiene varios templos, los templos capillas, las capillas tabernáculos, los tabernáculos templetes y cuevas, y una de estas cuevas guarda el sepulcro de Cristo bajo cuatro llaves. Si Jesús, para resucitar la primera vez, tuvo que mover su corazón, sus mortajas, una lápida y una rueda de molino, hoy para redimirnos ha de despertar del sueño eterno, abrir cerraduras y salvar más paredes, techos y murallas que Houdini, el famoso escapista. Y escapará Jesús antes de que cante el gallo, amanecerá Dios y medraremos, si no es con bacalao será con cachopo, mientras duren la fe y las pensiones.
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