POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
¿Debemos los escritores tributo a la moral? ¿Puede un asesino ser buen poeta? Mi respuesta es afirmativa; es más, ¿puede un terrorista o un pederasta tener admiradores por su obra artística? Rotundamente sí. Muchísimas veces alabé aquí al chivato Cela, al maltratador Juan Ramón Jiménez, al cabrón de Picasso, al pedófilo Flaubert, a Ezra Pound, admirador de Mussolini, o la obra de Sade. A lo mejor eran buenos por ser malos, se redimían en su oficio, acrisolaban sus contradicciones. Traigo esto por “Un atardecer en la Toscana”, magnífica película de una supuesta Premio Nobel que no se corta cuando declara lo que piensa, ni se corta cuando hace lo que hace, como no se cortó, al contrario, dando a luz poemas que fueron reconocidos por la comunidad internacional. Si los abogados del diablo investigan a las personas antes de santificarlas, a los escritores deben juzgarlos los críticos de literatura; de literatura no de moral.
Fuente: https://www.lne.es/