POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN)
CURSOS 1955 A 1960
Son destinados a estas escuelas, D. Diego Mellado Alias y D. Antonio Expósito, que se encarga de Grado de Iniciación 1º año, pasando D. Luis J. Martínez Molina al Grado Superior 5º y 6º y quedando los demás maestros como en años anteriores y la Dirección sin grado. El número de alumnos por curso va desde los 46 de párvulos a los 31 de los cursos de 5º y 6º
Se detallan los alumnos que causan baja y el lugar de estudio o trabajo donde se marchan. Los destinos son: colocados en oficina, Ayuntamiento, mecánicos, barbero, herrero, Seminario Conciliar, Seminario de Maestros, carpinteros, dependientes de comercio, aladrero, obreros agrícolas o traslados con su familia a Madrid o Barcelona.
Como proyectos para el curso siguiente destacan:
a) Inauguración de la Mutualidad Escolar.
b) Formación de una pequeña orquesta de armónicas.
c) Apertura de permanencias autorizadas por el Estado.
En noviembre, reunidos con los Inspectores D. Isidoro Vilaplana y D. Manuel García, Padre Cristóbal Sánchez, Padre Pérez y maestros, se tratan de los siguientes temas:
Para formar artesanos hábiles piden se les preste la debida atención a los trabajos manuales. Se habla de la necesidad de crear la Asociación de Antiguos Alumnos, aunque consideran imprescindible disponer de un local dedicado a ellos.
El Padre Superior felicita a los maestros por su interés demostrado en la vida del Grupo. Pide que estén pendientes en los recreos del patio, evitando que los niños se agarren, se tiren al suelo, se peguen, o empujen. Se controle la limpieza del suelo del patio y de las clases. No ensucien ni pinten las paredes, ni las puertas ni bancas. Mayor limpieza en los diarios de clase y muy importante el aseo personal, en sus manos y peinados, limpios y abrochados los uniformes. Están prohibidos los castigos corporales, y todos aquellos que rebajen la dignidad del niño. Se implanta la libreta escolar de puntuación, donde los maestros van restando puntos a aquellos niños que no cumplen con sus deberes de escolares modelos. Se estipulan premios para aquellos que mantienen la máxima puntuación y la expulsión inmediata para aquellos que la agoten por faltas graves.
Ocupó los titulares de la prensa provincial y el interés de los villanovenses el hallazgo que realizaron el R. P. Lacave y D Arsenio Rodríguez, maestro nacional. En terrenos de Las Minillas descubrieron un material rico en mármol y alabastro, lo que llegó a despertar la ilusión de los habitantes por la comercialización y puestos de trabajo que podrían crearse.
En uno de estos cursos se destaca la falta de asistencia del alumnado, debido a la epidemia de gripe, alcanzando el 11 de octubre un 57%.
La gripe asiática:
Ante la epidemia de la denominada “gripe asiática”, se dictan una serie de normas:
“Se recomienda se evite de modo discreto y radical todo lo que sea de tipo alarmista. Con toda discreción se deben adoptar las siguientes medidas: Intensificar el control sanitario, cumplir cuantas instrucciones se reciban del Sr. Inspector Municipal de Salud y Médicos Escolares, exigir la limpieza de las mucosas nasal y bucofaríngea, el cepillado de dientes y evitar el contacto con personas sospechosas de afecciones agudas del aparato respiratorio. Todo alumno que presente síntomas catarrales debe ser excluido de la Escuela hasta que tales síntomas desaparezcan. Todo niño que falte a la escuela por motivos de salud de carácter catarral o gripal, no debe ser admitido a ella sin el previo reconocimiento del médico”.
Los alumnos de SAFA consiguen varios premios: Uno de 500 pesetas por los dibujos realizados por José María Megías Fernández para la exposición de pintura organizada por el Ayuntamiento y Beca completa de la Diputación para estudios superiores y un campeón local de catecismo en el Certamen Catequístico.
El Director propone dar algunas normas de circulación y que quede en los cuadernos de clase constancia de ello.
El Padre Prefecto felicitó a los concejales nombrados en las últimas elecciones celebradas en la ciudad, el Director de las Escuelas, D. Pascual Megina Lamarca y D. Antonio Sotomayor García.
Curso 1958-1959
Se resaltó como un curso excepcional, al haber conseguido una Escuela Graduada completa con seis clases correspondientes a los seis años de estudio, y dos clases de párvulos.
En párvulos la maestra Dª. María Abellán Gabucio fue sustituida por Dª. Josefina Fernández-Arroyo Sánchez. Los alumnos de la unidad son 42.
Durante el curso quedó fundada: La Asociación de Antiguos Alumnos, que nombró la siguiente Junta Directiva: Presidente, Juan Miranda Jiménez; vicepresidente, Lorenzo del Sol, secretario Felipe Cuadros; vicesecretario, Francisco Lamarca; tesorero José Quesada; vicetesorero José Avilés; Deportes, Eloy García Lozano; Cultural, José Alarcón; Cofradía, Juan Avilés; Excursiones y viajes Felipe Cuadros. Coordinaba la Asociación el Padre Marín.
Se resaltó el éxito del alumno Esteban Soria López, aprobado con el número 2 en la convocatoria para becas del Excmo. Ayuntamiento y se celebró que dos antiguos alumnos se ordenasen como sacerdotes.
Curso 1959-60
Ingresaron como nuevos profesores D. Manuel Morillas Jodra, D. José Fernández Luna y D. José Cornejo Gago.
En este curso se iniciaron las clases de preaprendizaje.
Dos nuevos benefactores se incorporaron a las Escuela, D. Arsenio Rodríguez que sufragó durante largos años parte de los gastos de las Primeras Comuniones y D. Gabriel Tera que prestó los servicios médicos a los alumnos de forma gratuita.
RECUERDOS DE UN ALUMNO
“Despierta la calle Morales y en su semblante se aprecia un rictus de alegría y complicidad: se dispone a acoger en su seno a un sinfín de chavales, que con su vocerío y sonar de carteras de madera se aprestan a entrar en el colegio de los “Jesuitas”.
Los vecinos, algo incómodos, se asoman a las puertas repartiendo aquí y allá algunas advertencias.
Los minutos previos a la apertura de la escuela, bien por la mañana o tarde, los dedicábamos a jugar a las bolas, a los botones, a las “cristalas” o a los “santos”.
Marchaba a la escuela después de haber desayunado fuerte: una buena “orilla” de pan, casi siempre con “matanza”.
Como buenos patriotas todas las mañanas antes de entrar en clase, formábamos todos en el patio central para izar la bandera, este honor le correspondía al “Príncipe“ del Colegio y cantar gallardamente el himno nacional.
El equipo de maestros estaba formado por D. Obdulio, D. José, D Francisco, D. Antonio y D. Pascual, que ejercía labores de dirección.
Después, cada clase se dirigía a su aula en fila y en silencio porque la disciplina y autoridad eran todavía palpables. Antes de empezar nuestra tarea era preceptivo rezar y pedir la ayuda de Dios para que nos iluminara en nuestro trabajo.
La matrícula solía ser alta y los alumnos nos sentábamos en mesas bipersonales, con tintero incluido en el centro, que periódicamente se rellenaba y que en muchas ocasiones su contenido originaba grandes manchas en manos y ropa que eran el preludio de una gran regañina en casa.
El frío en los días crudos de invierno lo combatíamos trayendo latas grandes -utilizadas para las conservas de pescado o carne membrillo- llenas de ascuas, a modo de estufa, que colocada debajo del banco, calentaban nuestros pies.
Era una enseñanza de tipo globalizada, que atendía poco a las diferencias individuales, libresca, poco intuitiva y desconectada del entorno socio-cultural y humano que le rodeaba. Usábamos un mísero texto que compendiaba todas las materias, carecía de ilustraciones, apenas conocía el color y contenía escasas actividades.
Los maestros gustaban de los cuadernos preciosistas, con grandes rótulos de colores que anunciaban las actividades cotidianas. Cada día se asomaba fresca y altiva la 1ª actividad, PENSAMIENTO. Era una idea básica de comportamiento humano, que una vez explicada pasaba a engrosar nuestra escala de valores; a continuación cada actividad iba precedida de su rótulo correspondiente, rivalizando los alumnos en una limpia y colorida presentación de los cuadernos.
Cada día por riguroso orden de lista, un alumno era el encargado de plasmar todas las actividades en el “cuaderno rotatorio” o diario, quedando libre de participar en las actividades de clase como un alumno más.
Algunos de mis compañeros de clase: Dioni Domínguez, Emilio Carrillo, hermanos Juan y Lucas Cano, Pepe Avilés, Pedro y Andrés Mora, Domingo… algunos desgraciadamente ya fallecidos, a pesar de su juventud. Aprovechábamos las tardes del jueves para desafiar a los “otros jesuitas” los internos, a un partido de fútbol, en el ruedo de la plaza de toros.
La jornada era partida de lunes a sábado y la tarde del jueves libre.
A pesar de la escuela como algo aislado, no quiere decir que estaba cerrada a cualquier contacto participativo de forma espontánea. He aquí alguna muestra:
– Participación solemne en la misa dominical de las 10, en la Parroquia. Todos los alumnos eran convocados previamente en el centro, para hacer el recorrido todos en fila y casi en silencio, bajo la mirada vigilante de los maestros. Una vez terminada la misa los alumnos volvían al centro donde los maestros, en voz alta, nombraban a los que habían tenido un comportamiento incorrecto en la iglesia, para que recibieran su merecido.
– Otra actividad conducida por D. José Martínez era “Los Tarsicios”, ejército de bondad en la reserva, de corazones puros que hacía promesa de una vida intachable.
– Las comuniones con menos boato que en la actualidad, donde no faltaban los churros con chocolate.
– Tampoco hay que olvidar a la hermandad de la Borriquilla, o de los verdes, llevada por antiguos alumnos de Safa.
– Pero el acto culminante era siempre el final de curso. Allí se celebraban, concursos, canciones, juegos, teatro… concluyendo solemnemente con el nombramiento de los alumnos más destacados del colegio. La distinción más importante era la de “Príncipe”, seguida de “Regulador”, “Edil”, a los que las autoridades locales entregaban un diploma e imponían una banda.
Quiero terminar este recorrido vital haciendo constar mi gratitud y mi amistad hacia mis maestros, aquellos maestros de los que más tarde fui compañero de profesión a los que siempre respeté y respetaré, en el recuerdo y de los que aprendí modelos de conducta para convivir, amar y darlo todo en mi trabajo (Esteban López Yeste)