POR MANUEL LÓPEZ FERNÁNDEZ, CRONISTA OFICIAL DE VILLANUEVA DEL ARZOBISPO (JAÉN).
CAÑADA DE LA MADERA.
Partiendo desde el Santuario de la Virgen de la Fuensanta, en la búsqueda del Guadalquivir en un pronunciado descenso, nos adentramos en la llamada Cañada de la Madera. Antes debemos cruzar el llamado Puente de la Gorda, con varias leyendas sobre este nombre.
En reunión de la Junta municipal del catorce de junio de 1950, se reconoció la necesidad de la creación de una escuela en la parroquia de Jesús del Monte o Cañada de la Madera, ya que en dicho sitio y convenientemente emplazados se podría disponer de local para su funcionamiento.
En 1959, se creyó conveniente crear dos escuela rurales una en la cortijada de Chincoya y otra en la Cañada de la Madera.
Las escuelas unitarias de la Cañada se inauguraron en el año 1963, siendo Alcalde, don Francisco Gómez Rodríguez
Con anterioridad la enseñanza que recibían los alumnos estaba impartida por los llamados maestros de pago, que residían en cortijos, como el de Hita del Puente de la Gorda.
María Alonso Carrasco, nos comenta sus impresiones como maestra en el lugar:
“En 1964 tomé posesión de la unitaria de niños y para la unitaria de niñas la delegación mandó un maestro de los que llamaban “idóneos”, que no tenían titulación.
Estuve en esta escuela 2 años de provisional y después volví tres cursos como definitiva. Luego nombraron a Francisca Sánchez.
Algunos niños tenían hora y media de camino, por lo que se traían la comida.
No había luz, el camino era de tierra y la gente venía al pueblo con mulos, andando o en alguna combinación, como el coche de algún propietario o en taxi.
Un vecino cercano a la escuela con siete u ocho hijos, se desplazó al pueblo en una noche lluviosa, andando ya que su mujer estaba de parto, cuando regresó su mujer había dado a luz ayudada por las vecinas. Había gran unión entre el núcleo de población. Cuando era la época de las matanzas las vecinas se desplazaban al cortijo indicado para pelar cebolla, lavado de tripas, embutir… ; aquel que venía al pueblo para resolver algunos trámites o compras, realizaba los encargos para todos los vecinos.
Como no había luz la gente se reunía en los cortijos con los acordeones para divertirse.
La iglesia estaba en estos años en construcción y la imagen de Jesús del Monte estaba en la escuela de niños.
Los domingos bajaba D. Antonio Alonso Hinojal en su seiscientos a decir misa. Le acompañaba el Alcalde D. Francisco Gómez con sus concejales, Juan Cabrera, Luis Campos, Celso Carrascosa, y Vicente Sánchez Vañó, propietario de un cortijo en la Cañada.
A D. Antonio Alonso, le ayudó como coadjutor D. Luis Córdoba, que después era el que se desplazaba para decir la Misa.
En 1966 hubo un referéndum y mandaron del Ayuntamiento papeletas de votación, que eran simplemente con la respuesta de SÍ o NO, para entregarlas a los padres. Los maestros se las dábamos a los alumnos para que las llevasen a casa.
Un “listillo” de la Cañada, recogió todos los votos con el SÍ a los niños y les entregó otra con el NO : “ decid que es la que os ha dado la maestra”. A los pocos días llegó la noticia al Ayuntamiento, que una maestra comunista de la Cañada estaba repartiendo propaganda contraria a Franco. Afortunadamente el hecho se aclaró, pero pudo costarme caro, al ser una persona, con poco tiempo en Villanueva ”.
Diversas maestras y maestros se suceden Concepción Montilla, Capilla Gabucio, Demetria Ibáñez, Francisca Robles, Manuel Delgado, Ramón Deurtor, Lázaro Lanzas, en febrero de 1965 el maestro “ idóneo “ era Eusebio Veano Quirós. En agosto de 1967 tomó posesión Maximiano González Ramírez.
La relación de alumnos matriculados en este curso era la siguiente:
6 años 1
7 4
7 3
8 5
9 1
10 4
11 6
12 1
13 3
No matriculados y según informes recibidos:
3 niños de 7 años
2 niños de 8 años
3 niños de 11
Las alumnas matriculadas eran:
6 años 4
7 6
8 2
9 4
10 4
11 3
12 2
13 1
14 1 Total 21 niñas. ( No asisten 6
niñas entre 6 y 7 años.)
El Secretario de la Junta Municipal de Enseñanza, D. Joaquín Muñoz, realizó una estadística en junio de 1969 indicando, que en las dos unitarias había los siguientes alumnos:
1º a 2º 12 2º y 3º 12 3º a 4º 5º a 6º 4
- Total 46
La Orden Ministerial de 30 de noviembre de 1972 suprimió la unidad escolar mixta.
En aquella fecha ya se estaban construyendo las Escuelas en el sitio llamado Los Torcales, habría dos grupos uno para niños y otro para niñas.
Cuando las pusieron más tarde los maestros duraban poco, los que más duraron fueron D. Maxi y Dª Maruja. Después hubo varios maestros como en tiempo de verano D. Juan Cortés en el año 1966, Dª Rosario López , de Madrid, D. Eugenio Ríos de Murcia, con ellos alcanzaron el certificado de estudios primarios numerosos alumnos. El examen se celebró en Iznatoraf el 18-8-66.
Los últimos maestros que estuvieron en las Escuelas fueron D. Manuel Delgado Obrero y Dª Elvira Moreno Fernández-Caparrós.
Las escuelas de la Cañada de la Madera se han ido abandonando y han pasado a propiedad de los dueños del terreno que son los herederos de Juan Ramón Román, y así transcurrieron mis años de estudiante.
.José Pérez nos narra algunas anécdotas de este lugar, especialmente los castigos : Cuando no sabías la lección te mandaban a buscar dos chinas y te las ponías en las rodillas en el suelo hasta que te la aprendías; ponerte una perra gorda en la punta de la nariz, apretando con la pared, o en la frente; con los brazos en cruz y un libro en cada mano; tenía que llevar una vara de madera para zurrarte o la palmeta y poner la mano estirada con la palma de la mano abierta.
Recuerdo alguna frase cuando iban los padres a la escuela le decían al maestro “ Mire con que me entregue el pellejo para echar aceite me sobra “. Si se porta mal ya sabe la letra con palos entra. El respeto que por entonces se tenía a los maestros. Cuando alguien entraba a la escuela nos poníamos de pie y no nos sentábamos hasta que no nos lo indicaban. Cuando yo era un crío de 5 o 6 años tenía que ir solo a la escuela de la Herrera que estaba a unos 4 kilómetros por una vereda que discurría entre monte, por los lugares conocidos Santa María, los Canales y la Herrera, también pasando por Cerrico Pelón y Piedra Llana. Una vez recuerdo que tropecé con una banda de perdices casi salidas del cascarón. Otra me encontré una culebra y yo no quería ir a la escuela porque me daba miedo y mi madre me dio dos azotes y tuve que ir sin rechistar”.
FUENTE: CRONISTA
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