POR CARMEN RUIZ-TILVE, CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO
Es evidente que Oviedo es ciudad de mucha escultura al aire libre. Figuras que nos salen al paso por todas partes, buenas y malas, guapas y feas, colocadas a ras de suelo, porque ya no se llevan los pedestales. Están bien ancladas y son pesadas, y por eso, que se sepa, no falta ninguna de las del periodo último. Cosa distinta es la de la desaparición, que ya teníamos olvidada, del Neptuno del Campo, que pasó vida oculta y emergió discretamente en el almacén del Museo de Bellas Artes, de nuevo en la Administración.
En otro tiempo desapareció del Campo la cabeza del maestro Juan Rodríguez Muñiz, un monumento madrugador que había sido costeado por sus discípulos, niños ovetenses de la calle Campomanes y alrededores, entre los que estuvo Ramón Pérez de Ayala. La que ahora está es réplica y durante algunos años alguien se dedicaba a darle vuelta y ponerla mirando al verde, como cuando en la escuela clásica se ponía a los niños castigados de cara a la pared. La escuela de don Juan, proverbial en Oviedo, estaba en un bajo de la parte alta de la acera de los impares, en Campomanes, en una casa que se tiró en verano y con prisa para hacer en su lugar el edificio que da paso a los jardines de La Rodriga. Y el recuerdo del busto de don Juan trae a la memoria otra obra de Víctor Hevia, que es historia verdaderamente misteriosa. Se trata de la desaparición de El Galeote, una escultura perteneciente a la colección de la Diputación, que recibía obras de arte en pago de la formación en el extranjero de los becarios, como nuestro escultor. Galeote, que vino de Roma en 1915, sobrevivió a la guerra y desapareció de la escalera monumental del Palacio Provincial años después de la muerte del autor, en 1957, lo que le ahorró un buen disgusto. La escultura medía dos metros de altura y cuesta imaginar la ceremonia de su traslado, dónde estará, qué mundos recorrerá.
Urge, si no está hecha, la catalogación de toda la obra de Víctor Hevia en Oviedo, su estudio y restauración, conveniente en algunos casos. Hay quién lo haga, y yo espero.
Fuente: http://www.lne.es/