POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Les confieso que mi afición al fútbol es muy escasa; se limita al Colunga C.F y a personas muy singulares, normalmente entrenadores, que me sorprendan con sus dichos, opiniones, gracias, actitudes…
En la actualidad centran mi atención Luis Enrique (gijonés) y Simeone (argentino).
Ayer noche, leyendo historias andaluzas relativas a la comarca antequerana, enciendo el televisor y veo que el Atlético de Madrid, en su tanda de penaltis, se jugaba el paso a la Champions.
Me interesé por la figura de Simeone: inquieto, paseando a grandes zancadas detrás de un muro de jugadores, observaba sin querer ni poder mirar, sufría… Y ya, en el octavo tiro fallado por el rival alemán y acertado por el jugador madrileño, la explosión de júbilo: un Simeone transformado en atleta corredor, un supermán de la velocidad corriendo exultante a brazos despegados y pletórico de felicidad… ¡Ese es el personaje! ¡Ese es el fútbol espectáculo!
Y al verlo me dije: Esto y este merecen un ARROZ A LA EMPERATRIZ.
Les cuento.
Hace años tuve la oportunidad de visitar el malagueño Balneario de Carratraca, localidad ubicada en la falda de la Sierra de Blanquilla, fronteriza con la Serranía de Ronda y la comarca de Antequera.
Sus aguas sulfuroso-arsenicales-selenhídricas, ya conocidas por romanos y árabes, fueron declaradas de Utilidad Pública por R.O de 1851.
El Balneario, una obra de arte neoclásico, iniciativa de Fernando VII, fue inaugurado en 1855; gozó de notable éxito en los siglos XIX y comienzos del XX para, después, caer un poco en el olvido. Su presencia ha sido recuperada actualmente de forma espectacular (como Simeone con su At. de Madrid).
Allí, visitando y gozando de las instalaciones balnearias, me enteré de que entre sus clientes más celebres contaron con la presencia de la Emperatriz de Francia (ella era española) doña Eugenia de Montijo, gran amiga de doña Isabel II, la reina Nuestra Señora.
Y no se si en serio o en broma, me aseguraron que uno de los postres más solicitados por ella era el que hoy comentamos.
¿Y en qué consiste tal dulcería? Pues ni más ni menos que en un ARROZ CON LECHE «A LO ELEGANTE».
Vayamos con él:
Prepararemos un arroz con leche al modo tradicional acostumbrado (leche aromatizada con piel de limón y canela, arroz de grano redondo, azúcar y… paciencia de cocción).
Aparte, con un poco de leche, azúcar, vainilla y huevos, se elaboran unas natillas ligeras a las que, ya en su punto y templadas, se les suma una hoja de cola de pescado (gelatina) remojada en agua fría. Se calienta suavemente hasta disolución total y se lleva al arroz con leche (que estará cremoso y con grano entero) mezclando muy bien.
Bien mezclado, se dispone en un molde de aro y va al frigorífico para que cuaje perfectamente.
Para servir, se desmolda, se baña con unas natillas sobrantes (que se habrán reservado), se adorna con trozos de frutas en almíbar (al gusto) y, si se es forofo del At. de Madrid, con bandas rojas de mermelada de frambuesa o fresa.
Y hoy, si la cosa va bien, ¡espectáculo Luis Enrique!