ARTÍCULO QUE CITA A ANTONIO HERRERA CASADO, CRONISTA OFICIAL DE LA PROVINCIA DE GUADALAJARA.
Guadalajara es una tierra castillera. A lo largo y ancho de la provincia se suceden un gran número de atalayas, alcazabas y fortalezas. Estos complejos históricos son muy importantes dentro del territorio arriacense. Algunos de los casos más famosos se pueden encontrar en Sigüenza, Atienza, Cifuentes, Molina de Aragón, Torija o Campillo de Dueñas, en cuyo término municipal se encuentra el castillo de Zafra. Sin embargo, otros ejemplos no son tan célebres. Pero, a pesar de ello, cuentan con una gran relevancia patrimonial. Y para muestra, el caso de Establés, donde se halla una de las fortificaciones menos conocidas…
Se trata del castillo de «La Malasombra» o de «Mala Sombra». “La importancia estratégica de este enclave, situado en un camino natural que asciende desde Aragón a través del río Mesa hacia el centro del Señorío de Molina, hizo que ya en los comienzos de la repoblación del territorio, se colocara en la parte más alta del valle un torreón vigía y, a sus pies, el pueblo”, explican desde el departamento de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha. La mencionada atalaya “era una de las primitivas fortalezas defensivas del independiente Señorío molinés”, aseguran los historiadores.
Posteriormente, y en el mismo domicilio, fue levantado –en el siglo XII– el referido castillo, siendo reconstruido en diversas ocasiones. Entre ellas, la ejecutada en 1450 por Gastón de la Cerda, conde de Medinaceli, tras ser conquistado violentamente el lugar e internar protegerlo de los embates aragoneses. “En este siglo XV cambió bruscamente el destino histórico del pueblo, al ser violentamente conquistado por Gastón de la Cerda, conde de Medinaceli, en cuya casa quedó incluido este lugar y otros cercanos”, subrayan los investigadores.
De hecho, la etimología del monumento procede de la mencionada rehabilitación, cuando el emisario del señor obligó a los vecinos a colaborar –forzosamente– en la construcción del complejo. Los habitantes tuvieron que ceder piedras de sus propias casas para el levantamiento del monumento. “Sobre una fortaleza antigua y en mal estado, se encargó la reedificación a Gabriel de Ureña, que adquirió fama de déspota al obligar a los vecinos a rebajar el precio de materiales y mano de obra”, explican desde Turismo de Castilla–La Mancha.
Con esta política, Ureña “trataba de cumplir a toda costa el encargo del conde de Medinaceli, basada en reforzar la frontera de Aragón a cualquier precio”, aseguran los historiadores. Por ello, impulsó varias actuaciones en la zona. Entre ellas, la rehabilitación mencionada fortificación, que conserva –actualmente– la forma que le dio en 1450. “Utilizó su crueldad para conseguir baratos los materiales (piedras, vigas, etc.) y, de ahí, que el recuerdo de malos modos quedara desde entonces grabado en los naturales del pueblo, que todavía lo denominan «castillo de la mala sombra»”, rememora el cronista provincial de Guadalajara, Antonio Herrera Casado.
Esta forma de actuar quedó reflejada en diversos documentos históricos. Entre ellos, la relación de Elgueta, antiguo cronista del Señorío de Molina. «Quedó fama de las muchas tiranías que usaba para edificarlo, porque las piedras y vigas que le parían buenas para su castillo las tomaba de las casas de los labradores y siendo necesario para esto les derribaba las casas y salía a los caminos, y a los pasajeros les quitaba las bestias para llevar los materiales a su fortaleza y les tomaba los bueyes de labor por fuerza para esto y a muchos los mataba y aforraba las puertas con los cueros».
Un complejo muy fuerte
La de la «Malasombra» es una fortaleza construida pensando en soportar los embates de la artillería. “De planta rectangular, presenta el clásico refuerzo en las esquinas mediante torreones circulares. También cuenta con una torre del homenaje con planta cuadrada cerrando el recinto”, describen desde Turismo de Castilla–La Mancha. “Especialmente atractiva, junto a la puerta, es la base de su torre vigía, de forma redondeada, al igual que el remate de sus atalayas”.
A todo ello, se añade el acceso principal del complejo. “La entrada se sitúa al nordeste y se encuentra flanqueada por una torre y un garitón”, describen desde el departamento de Cultura de la Junta de Comunidades de Castilla–La Mancha. El monumento tuvo tres alturas, aunque actualmente el interior se encuentra vacío. “Poseyó un foso en su torno, ya cegado, y no llegó a tener barbacana exterior, pues desde un primer las casas del pueblo estuvieron muy cercanas a él”, asegura el cronista provincial de Guadalajara, Antonio Herrera Casado.
Por tanto, el de Establés es uno de los castillos más impresionantes de la provincia de Guadalajara. Lo es desde el punto vista patrimonial, pero también histórico. A lo largo de sus siglos de existencia, sus moradores han protagonizado acontecimientos y leyendas que han acabado influyendo –incluso– en su denominación popular. No en vano, debido a las cuestionables artes de a Gabriel de Ureña, representante del conde de Medinaceli, otorgaron al complejo el sobrenombre de «La Malasombra». En consecuencia, este monumento bien merece una visita. ¡No te lo pierdas!
FUENTE: https://henaresaldia.com/estables-un-castillo-con-malasombra/