POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)
Se ha escrito mucho en relación con la percepción del paso del tiempo, y lo que puedo decir al respecto es que, cuando se tiene mi edad, y se está, siguiendo a Fernando Aramburu, si no en el ocaso de los días, sí, al menos, en la media tarde, la impresión es la de que los años pasan volando.
Me parece que fue ayer cuando iniciábamos 2017, y ahora acabamos de darlo por terminado, y nos encontramos estrenando 2018, circunstancia que, lamentablemente, ya no pudieron compartir varios vecinos, a los que despedimos en la segunda mitad de diciembre.
La lista comienza con Eloísa Bermúdez Camino, que nos dejaba el 16, a los 63 años. Nacida en Feleches (Siero) y vecina de la calle de La Cogolla desde hace tiempo, Eloísa era una mujer muy querida por todo el mundo, un alma buena e inocente que siempre irradiaba alegría y buena disposición, y que lo mismo participaba en cualquier acto reivindicativo, siempre en compañía de su amigo del alma Manuel Casalderrey, como acudía con responsabilidad a la iglesia, pasando el cestillo entre los asistentes. Y fue precisamente ahí, en el templo parroquial, donde Manuel evocó su figura con sentidas palabras, que emocionaron a todos los presentes.
Y sigue con Elías Barro Noriega, que lo hacía el 21, en Oviedo, a los 73 años. Elías, que en Nava, donde nació, era conocido como “Lisu”, fue antiguo amigo, de los tiempos en los que yo comenzaba a acudir al cine, y él, que era entonces muy joven, ya tenía a su cargo la máquina de proyección del Marisina, la vieja y añorada institución naveta que tanto nos ayudó a soñar en nuestra adolescencia, cuando el mundo circundante era gris y triste.
Elías, estaba casado con Isabel Roces Fano, con la que tuvo dos hijos, Ana Carmen y Carlos Elías.
Luego, el 23, faltó Miguel Ángel González Martínez. Nacido en Santianes de Ola (Cangas de Onís), “Miguelín el de Cotablanar” vino de muy pequeño a vivir a Ceceda, residiendo, primero en Les Viesques y luego en Cotalanar, donde fijaría su residencia hasta el día de hoy. Excelente mecánico, profesión que ejerció en Infiesto, con Gilberto Espina, y en Nava, con Enrique Canellada, Miguel estaba casado con Iluminada Luis Prieto, natural de Olicio (Cangas de Onís), naciendo del matrimonio tres hijas: Sonia, Irene e Inés.
También Miguelín, cuando era niño, fue apreciado compañero del que suscribe en la escuela de Ceceda y es ahora, al evocarle, siempre sonriente, cuando me llega, fresco, el recuerdo del rumor de las clases, del olor de la tiza y de los juegos de los recreos y, como enmarcándolo todo, el de la figura venerable y admirada de D. José Antonio, el maestro.
Después, el 24 finaba en Oviedo, Alfonso García del Corro, a los 73 años. Natural de Pola de Lena, Alfonso, que residía desde hace tiempo en Los Campones (Tresali), estaba casado con María Dolores Iráizoz Izal, de cuya unión nacieron dos hijas; Marta y Nekane.
Vinculado al PSOE, Alfonso había desempeñado, a lo largo de su vida laboral, diversos cargos de importancia relacionados con la Administración, según detalló su amigo, y compañero de mili y otras actividades, Celso Peyroux (estimado colega tevergano) en un artículo que publicó este periódico el pasado 28.12.2017. En la actualidad Alfonso era el Tesorero de la Asociación de Pensionistas y Jubilados Alfonso X el Sabio, de Nava, cargo en el que sucedió al que suscribe.
Y, finalmente, el 25 nos dejaba, en Candás, Amparo García Carrio, a los 85 años. Amparo, que había nacido en El Caliyu (Santu Mederu–Bimenes) llevaba mucho tiempo afincada en el pueblo de Purnea, de donde era natural su marido, Maximiliano Zapatero “Miliano”. Por cierto, Amparo y Maximiliano fueron padres de Isidoro Zapatero García, compañero ferroviario de profesión, y residente en Candás.
Podría dar la impresión, a la vista de todo lo anterior, de que eso fue todo lo que ocurrió en este tiempo, pero la realidad ha sido bien distinta, pues la actividad, tanto deportiva como cultural, ha sido la nota dominante.
Por otra parte, y siendo plenamente conscientes de que lo único anunciado son las subidas del precio en algunas cosas, me parecen también dignas de consideración, al empezar el año, las reflexiones del maestro Lope de Vega, cuando dejó escrito aquello de: “En la senda del vivir/ no ir hacia delante, es ir/ atrás, y el que a arar empieza/ no ha de volver la cabeza/ sino arar y proseguir.”