POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE LA NAVA (ASTURIAS)
Pues sí, a veces, las noticias te hacen volver a tiempos pasados y ya casi olvidados, los cuales, tirando con cuidado del hilo de la memoria, intentas recuperar. Y eso fue lo que ocurrió el pasado miércoles, cuando apareció fijada, en el lugar de costumbre, la esquela de Elías Portos Martínez, que finó el martes l6 en Tapia de Casariego, a los 94 años. Cierto es que no conocí a Elías, que era veterinario de profesión, pero, en cambio, recuerdo bien a su padre, Eusebio Portos, que era ferrador.
Eusebio, que era un hombre alto, de facciones correctas, pasaba habitualmente, en bicicleta, por delante de nuestra casa en El Tropel, hacia Carancos, donde ejercía su profesión en el portal de la casa del fielato, en la que, por aquel entonces, años cincuenta, vivía la familia compuesta por Argentina, de El Pozu, Coya, y Manolo Castañedo, que era el fielateru, con su descendencia; Obdulia (que luego casaría con Ángel Bárcena), Olga y Luis Alberto.
Y también conocí a un hermano de Eusebio, llamado Domingo, el cual, como los mayores recordarán, era ferreru. Tenía el citado Domingo una figura más bien gruesa y, como era de baja estatura, me recordaba al fiel compañero de andanzas de Alonso Quijano que había visto en dibujos y películas.
Fue el precursor, creo, en Nava, de anotar en un encerado, situado en lugar bien visible de la fragua, la lista de morosos, con el importe correspondiente al lado, para conocimiento de todo el que pasara por delante, y alguna anécdota hay sobre el asunto.
Recuerdo que, cuando hicimos la casa en El Rebollalín (La Vega de Ceceda), mi padre le encargó la construcción de una verja de hierro para cerrar la terraza, verja que, la verdad, quedó muy aparente, y allí sigue hoy, prestando servicio. Y ocurrió que, alguna vez, después de colocarla, se presentaba allí Domingo, el cual, después de pasar un tiempo contemplando, ensimismado, su obra, resumía su meditación comentándole a mi padre, “¡”Parece mentira que la haya hecho yo!”
Daba forma a estos recuerdos cuando me llegó la noticia de la falta de Florentina Suárez Blanco, viuda de Isidoro Lorenzo Serrano, que nos dejaba en Oviedo el 17, a los 95 años. Como es bien sabido, la familia residió en Nava durante muchos años, e Isidoro, que ejerció su profesión de practicante en el concejo, fue, también, durante bastante tiempo, Presidente del equipo local de fútbol Club Europa.
Por cierto, guardo memoria de que Isidoro (que nos dejó el 8.10.2018, cuando contaba 90 años), recibió en su día un homenaje por su labor en pro del fútbol local, que contó con actos deportivos que tuvieron por escenario el campo de Grandiella, y brillante colofón con un banquete celebrado en el Restaurante Avenida, que contó con una nutrida asistencia.
En resumen, personas que vivieron y trabajaron en esta villa en otro tiempo, y es que, como dejó escrito el poeta, “Todo pasa y todo queda/pero lo nuestro es pasar…”.
Fuente: publicado en la página 10 de La Nueva España del 01. 11. 2018.