POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
En su día, pagué una multa en Rodiles por estacionar sin tique, cuando había llegado diez minutos antes de que expirara el período de pago; me dije que bah, que por diez minutos no iban a empapelarme, pero sí, el demonio son las cosas. No obstante, soy partidario del pago si la recaudación se utilizara para cuidar la playa, su entorno, sus accesos y para que la mar, tardona per se, cumpla con su horario de mareas. Pero no. El lunes estacioné en la explanada del Este, cogí mi sillita plegable, el “A.M.D.G.” de Pérez de Ayala (no es un coche, es una novela), caminé por el entarimado que conduce al arenal, mi mujer pisó el extremo de una traviesa suelta, ésta me puso la zancadilla y caí patas arriba, y a otra señora le ocurrió lo mismo al cruzarse conmigo más adelante por el estaribel. Sí, ahora la playa sale gratis pero nos retiramos los bañistas cojeando como si nos hubiera picado una faneca.
Fuente: http://www.lne.es/